entrenamiento para Marte (octubre)
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entrenamiento para Marte (octubre)
solicito entrenamiento para mejorar las estadisticas del stat
Presley- MODERADOR
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Re: entrenamiento para Marte (octubre)
mejoro la fuerza
Presley- MODERADOR
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Presley- MODERADOR
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Re: entrenamiento para Marte (octubre)
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Re: entrenamiento para Marte (octubre)
Off: Armá un rol de 25 líneas como mínimo, en el que aparezcan estos hechos y/o palabras:
Hechos:
- Alguien muere (puede ser asesinato, suicidio, sacrificio, muerte natural, etc)
- Alguien muy importante aparece
- Una explosión de dimensiones colosales
Palabras:
- Un lago, océano, río, etc (debes escoger una opción)
- Un caballo
- Un águila
- Una espada rota
- Un castillo gigantesco
Off: En tu rol deben aparecer esas cosas, ten en cuenta que puedes hacer tu historia en diferentes paisajes y en los lugares que vos quieres, e incluir a todos los personajes que desees.
Hechos:
- Alguien muere (puede ser asesinato, suicidio, sacrificio, muerte natural, etc)
- Alguien muy importante aparece
- Una explosión de dimensiones colosales
Palabras:
- Un lago, océano, río, etc (debes escoger una opción)
- Un caballo
- Un águila
- Una espada rota
- Un castillo gigantesco
Off: En tu rol deben aparecer esas cosas, ten en cuenta que puedes hacer tu historia en diferentes paisajes y en los lugares que vos quieres, e incluir a todos los personajes que desees.
Guardiana Zodiacal- JUEZ
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Re: entrenamiento para Marte (octubre)
Ya está hecho. Me refiero al asesinato. Y aunque tuvo sus complicaciones, la ejecución fue limpia en la medida en que está muerto y no me han descubierto, y por eso puedo permitirme cierta satisfacción al haber cumplido con mi cometido.
Se llamaba Juan Tenorio y supuestamente su trabajo era proteger nuestros intereses en el interior del Santuario de Athena, para cuando yo hubiese tomado posesión completa del cuerpo humano que se convertiría en mi recipiente.
Se toleró que hubiera aprovechado la oportunidad para construir un imperio propio; según la información de la que disponíamos, él controlaba a cierto número de caballeros que decía servir a los intereses de la Diosa de la Sabiduría, además controlaba las embarcaciones que surcaban el mar mediterráneo, sin duda, basándome en las pruebas vistas con anterioridad aquel mismo día, parecía disfrutar de algún apoyo, incluso si la constante presencia de sus guardias demostraba que no siempre era así.
Pero ¿era demasiado benévolo? Reginald, mi siervo de confianza así lo creía, lo había investigado y al final había descubierto que el abandono de la ideología marciana por parte de Tenorio era tan completo como su traición. No toleramos a los traidores en la Orden. Me dirigí a Atenas. Lo vigilé. Y, anoche, cogí el queso, salí del hostal por última vez siendo un “humano corriente” y caminé por las calles adoquinadas hacia la villa, donde se encontraba un castillo gigantesco, quizás era la fortaleza de Tenorio, pues lo habían visto entrar ahí en múltiples ocaciones.
— ¿Sí? —dijo el guardia que abrió la puerta.
—Tengo un caballo —respondí.
—Lo he visto tras de usted señor, ¿Qué busca exactamente con ese animal? —replicó.
—Espero convencer al señor Tenorio para que me deje comerciar en el mar mediterráneo, pues sé bien que el comercio allí es próspero y quisiera poder hacerme con algunas monedas en la venta de algunos animales de mi posesión.
El guardia entrecerró los ojos.
—Ese acento… ¿De dónde eres?
—Procedo de la Republica de Alemania—contesté, sonriendo.
Se mostró indeciso, pero se apartó para dejarme entrar en un amplio vestíbulo donde, a pesar de la cálida noche, hacía fresco, casi frío, y no había apenas muebles, tan solo dos sillas y una mesa, sobre la que había unas cartas. Les eché un vistazo. Me alegró ver que se trataba del piquet, un juego de naipes de dos personas, lo que significaba que no había más guardias escondidos por allí.
El primer guardia me indicó que dejara el caballo atado en la entrada al vestíbulo y le obedecí. El segundo hombre se mantenía alejado, con una mano en la empuñadura de su espada mientras su compañero comprobaba si llevaba armas, palpando mi ropa meticulosamente, y a continuación buscó en la bolsa que llevaba colgada al hombro, donde guardaba unas cuantas monedas y mi diario, pero nada más. No llevaba la espada.
—No está armado —dijo el primer guardia, y el segundo hombre asintió. El primer guardia señaló mi caballo—. Deduzco que quieres que el señor Tenorio apruebe esto.
Asentí con entusiasmo.
—A lo mejor debería montarlo yo primero —sugirió el primer guardia, mirándome detenidamente.
—Esperaba que el único que montara este increíble corcel fuese el señor Tenorio —contesté con una sonrisa servil.
El guardia resopló.
—El caballo no morirá por que otro lo monte. A lo mejor deberías montarlo tú.
Comencé a protestar:
—Pero esperaba que montara el…
Se llevó la mano a la empuñadura de su espada.
—Montalo —insistió.
Yo asentí con la cabeza.
—Por supuesto, señor —dije y me dispuse a subir al caballo y dar un trote suave en él. Luego me hizo Dar otra vuelta y obedecí, poniendo cara de que disfrutaba cabalgar en el caballo que yo mismo había llevado.
Ambos guardias intercambiaron una mirada, luego por fin el primero sonrió, se acercó a una gruesa puerta de madera al final del pasillo, llamó y entró. Después volvieron a aparecer y me hicieron señas para que avanzara hacia la habitación de Tenorio.
Dentro, estaba oscuro y el ambiente muy perfumado. Al entrar, la seda se infló ligeramente en el bajo techo. Tenorio estaba sentado de espaldas a nosotros, con su negro pelo largo, suelto, y vestía una camisa de dormir mientras escribía a la luz de una vela en su escritorio.
— ¿Quiere que me quede, señor Tenorio? —preguntó el guardia.
Juan Tenorio no se dio la vuelta.
—Nuestro huésped no está armado, ¿verdad?
—No, señor —respondió el guardia
—Para mí los caballos son la vida entera, Cristian —replicó Tenorio riendo—. Por favor, ofrece a nuestro huésped asiento. Estaré con él enseguida.
Me senté en un taburete junto a una chimenea vacía mientras él secaba la tinta del libro y se acercaba a mí, deteniéndose antes en una mesa auxiliar para coger un cuchillo.
— ¿Un caballo, entonces?
—Sí, señor —contesté.
Me miró.
—Oh, me han dicho que procedes de la República de Alemania, pero por tu voz diría que eres de otro lugar.
Me sobresalté, pero la gran sonrisa de su rostro reveló que no tenía por qué preocuparme. Al menos, aún no.
—Es verdad, soy alemán, aunque de un lugar donde el acento hace que parezcamos más bien austriacos que otra cosa —dije, impresionado
Tenorio se rio y sus ojos danzaron.
Fingiendo sentir calor, solté el pañuelo que llevaba al cuello y me lo quité. Subrepticiamente, metí la mano en la bolsa al hombro y toqué un doblón. Cuando centró su atención en el caballo que se podía ver desde su ventana, dejé el doblón en el pañuelo.
Tenía ya la boca abierta para gritar en busca de ayuda, pues había descubierto que el caballo que llevaba era uno de sus establos que había sido hurtado la noche anterior, y que intentaba “venderlo” en el mercado junto al mar mediterráneo. Dejé caer el doblón en el pañuelo, giré la seda hasta convertirlo en un garrote con un movimiento de muñeca y salté con los brazos cruzados para soltarlo encima de su cabeza y envolverlo alrededor del cuello.
La mano del cuchillo se arqueó hacia arriba, pero fue demasiado lento y le pillé desprevenido, por lo que el cuchillo asestó a lo loco la seda por encima de nuestras cabezas mientras aseguraba mi rumal y la moneda le presionaba la tráquea, cortando cualquier ruido. Con el garrote en una mano, le desarmé, lancé el cuchillo hacia un cojín y utilicé las dos manos para apretar el rumal.
—Me llamo Friedrich Reinhold—dije sin apasionamiento y me incliné para mirar sus ojos saltones, abiertos de par en par—. Has traicionado a la Orden de los Marcianos, que sirven al Dios de la Guerra. Por esa razón has sido sentenciado a muerte.
Levantó el brazo en un vano intento de arañarme los ojos, pero moví la cabeza y vi cómo la seda ondeaba suavemente mientras la vida le abandonaba.
Al terminar, llevé el cadáver a la cama y después me dirigí al escritorio para coger su diario, en cuya portada se podía ver claramente la silueta de un águila, como si representara un sello imperial al cual sirviese Tenorio. Junto al diario había una espada rota, que también cogí por si me encontraba con los guardias. El diario estaba abierto y mi mirada cayó sobre las siguientes palabras en español: «Para ver de manera diferente, primero debemos pensar diferente».
Lo volví a leer, traduciéndolo detenidamente, como si estuviera aprendiendo un nuevo idioma:
«Para ver de manera diferente, primero debemos pensar diferente».
Me quedé con la vista fija un momento, reflexionando, luego cerré el libro de golpe y lo guardé en mi bolsa para volver a centrarme en el trabajo que tenía entre manos. La muerte de Tenorio no se descubriría hasta la mañana siguiente y para entonces ya haría rato que me habría ido, estaría camino a la Torre de Babel, donde ahora tenía que preguntarle algo a Reginald.
Al salir del lugar, un espíritu se manifestó frente a mis ojos. Con una voz celestial se identificó como uno de los ángeles de Dios, Miguel. Un poder abrumador que rivalizaría con el poder de los mismos Dioses del Olimpo e incluso el mío… No intente nada, pues su silueta me había paralizado por tanta majestuosidad.
— ¡Humano estúpido! ¡Acaso no sabes que el hombre que acabas de matar cumplía una tarea divina! — Exclamo exaltado.
— ¿Humano?, ¿acaso no sabes con quién estás hablando? Soy Friedrich Reinhold, el recipiente del Dios Marte — Respondí dando a conocer mi naturaleza divina.
— Ahora entiendo por qué has actuado como lo has hecho. Nosotros, el reino de los cielos hemos tomado a uno de tus siervos para que llevara una tarea en el nombre de Dios y eso no ha caído bien en el reino que comandas… No te preocupes, pues la muerte de ese humano la vengaré ahora mismo —
Alzando el puño entonces, Miguel lanzo una ráfaga de energía increíblemente poderosa, que de no haber sido porque yo el uno de los Dioses más fuertes del Olimpo me habría aniquilado en un segundo. Desplegué mi poder para poder detener el golpe, pero esto creo una explosión de dimensiones colosales que destruyó por completo el castillo gigante y todos sus alrededores. Cuando la luz y el polvo se disiparon, un águila voló en dirección al cielo… Quizás era el mismo Miguel que había dejado el campo de batalla para informar a Dios sobre los eventos de esta noche.
Presley- MODERADOR
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Re: entrenamiento para Marte (octubre)
Off: Muy buena historia Presley. Cumpliste con todos los obstáculos (hechos y palabras) que te puse para que crees tu rol. Tu historia esta aceptada, y muy buena por cierto.
ENTRENAMIENTO DE BATALLA SUPERADO!
Obtienes: 1 punto de fuerza
Guardiana Zodiacal- JUEZ
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