Entrenamiento Avanzado para Hércules

** Pabloc había llegado al final de una etapa en su camino para ser un Caballero de Athena: En poco tiempo había pasado de ser un simple herrero, a ser el portador de la Armadura de Hércules (constelación con la cual tenía un vínculo desde el día en que nació, pero que desconocía hasta el momento en que llegó al campamento de entrenamiento). Ahora su futuro era incierto; sabía que debía defender a su Diosa, como así también la paz y los actos justos, pero no sabía en qué dirección empezar su tarea.
Mientras las dudas llenaban su cabeza otra vez, Pabloc decidió que era el momento de dejar aquel campamento e ir en busca de nuevas aventuras: La primer opción que llegó a su mente fue ir a internarse en las montañas que no se encontraban tan lejos de aquel lugar. El objetivo era meditar, aumentar su cosmos y poder sobrevivir en aquel lugar que había visto muchas veces, pero al que nunca había ido, ya que su padre siempre le había aconsejado mantenerse lejos de las montañas por los peligros que implicaba.
Sin dudar un instante, emprendió el viaje, y antes de que anocheciera, había logrado llegar a una altura considerable de aquellas montañas.
Como la luz empezaba a escasear, prendió fuego e improvisó una especie de carpa para poder pasar la noche. Cuando la luz ganó el lugar, Pabloc encontró una sorpresa poco grata: sin darse cuenta estaba acampando en una suerte de cementerio de armaduras, repleto de esqueletos y armaduras destrozadas.
Sin perder el pulso, levantó la vista y observó a lo lejos un pequeño templo en medio de aquel tenebroso lugar: Los símbolos que tenía en su entrada lo llenaron de curiosidad, pero esperó antes de levantar la voz y consultar si había alguien ahí... **