Ficha: Jiraya de Garuda
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Ficha: Jiraya de Garuda
Nombre: Jiraya (El sabio Pervertido)
Edad: 16 años
Sexo: Varón
Nacionalidad: España (Ciudad del Aire)
Signo: Virgo
Aspecto físico:
Chico joven de piel morena y cabello largo y de color morado. Cuerpo atlético y de definidos músculos de 1'86 ms de altura y unos 85 kg de peso. Sus ojos son grandes y del mismo color que su cabello y su belleza es bastante reconocida entre la mayoría de las mujeres de este Planeta.
Perfil psicológico: Jiraya es un joven bastante cruel y radical en todas sus acciones y decisiones. Bastante alterado siempre, se mueve adoptando una personalidad demasiada agresiva y muestra un odio irracional por la raza humana. Antisocial y frio, muy perfeccionista y maniático, poco educado y con aires de superioridad para con el resto del mundo. El 90% de su mente la ocupa imaginándose a todas las mujeres con las que se cruza, en un aren imaginario en el que él es el absoluto rey y señor.
Historia:
El bien y el mal, todo se rige en base a estas dos palabras pero… que está bien y que está mal? Acaso nosotros somos o podemos ser jueces para juzgar esto? Se preguntaba el joven Jiraya mientras seguía pegándole a aquellos chiquillos que tenía ya malheridos en el suelo. Patadas, puñetazos, cabezazos… todo un elenco de técnicas de combate reunidas en torno a un chaval que, nadie sabía de donde había salido, pero que en pocos segundos había acabado con 4 muchachos mucho más grandes que él, los cuales acosaban a esa preciosa chica rubia que pedía auxilio en medio de la plaza.
La sangre se mezclaba con el agua de la fuente tiñéndola de un color rosado como el buen vino de aquella ciudad. Los gritos de algunos jóvenes que presenciaban la violenta escena, no lograron parar la avalancha de golpes que Jiraya seguía propinándoles a los asaltantes. La chica asustada, se marchó corriendo al ver todo ese desastre y frente a los ojos de sorpresa del chico, desapareció entre la multitud, mientras la policía llegaba a la escena con unas enormes barras de hierro que no dudaron en utilizar para marcar el lomo de Jiraya y conseguir que cesara en su empeño de matar a aquellos abusones. Todavía con los ojos en blanco y los dientes apretados como una bestia a punto de ser cazada, Jiraya le propinó un cabezazo a su opresor rompiéndole la nariz y soltándolo al instante, en ese momento el chico salió corriendo y se esfumó como el humo de una colilla haciendo caso omiso de el alto que le daban los agentes.
La noche cayó en la Ciudad del Aire y las sirenas todavía sonaban por las calles, calles por las cuales Jiraya seguía escondido y agazapado en cualquier escondite para no ser atrapado como un animal. Las noticias habían volado ya por toda la ciudad y se decía que 2 de los 4 chicos habían muerto esa misma noche a consecuencia de los golpes recibidos en aquella pelea de niños…
-Niños?? Eso no puede haberlo hecho un niño- decía una prostituta, la cual enseñaba los mofletes por debajo de la minifalda ceñida a su impresionante cuerpo y cuyos senos se mostraban por el enorme escote del mismo.
Jiraya observaba a la bella mujer mientras hacia sus necesidades en un rincón y ajeno al mundo que le rodeaba. Todo eso le llevo a no darse cuenta de que detrás suya se encontraba su chulo con una cadena de hierro, dispuesto a cobrarse una parte a base de palos, por mirar lo que no debía mirar. Casi por alguna energía extraña, Jiraya se dió a vuelta en decimas de segundos y esquivo el latigazo que iba hacia su espalda, espalda dolorida todavía de los porrazos del guardia que lo cogió por la mañana. En un acto instintivo, Jiraya saltó sobre la cabeza de aquel hombre cogiéndolo con las rodillas y girando sobre su eje, rompiéndole el cuello y dejándolo muerto en la calzada. Un extraño vagabundo que no pegaba en esa calle ni con cola, se percató del movimiento de aquel chaval y corrió a reunirse con él. A la voz de aquel vagabundo, Jiraya se giró y de repente se cayó asombrado al ver como el hombre que lo llamaba, era atropellado por un camión de servicios públicos y era éste el que se hacía trozos estrellándose contra una barrera invisible de energía que rodeaba al vagabundo. Segundos después, un látigo rodeó el cuello del chico y ambos desaparecieron sobre los tejados de la oscura noche.
Mientras sobrevolaban los tejados extrañamente, Jiraya pudo ver como aquel vagabundo escondía un extraño ropaje bajo su andrajosa túnica, unas plumas blancas y una estrella celeste que representaban una especie de ave en su pecho bastante raro. A los pocos minutos, ambos se pararon en lo alto de un campanario y entonces llegó el momento de hablar. Jiraya no tenía muy buenas pulgas por lo que intentó lanzarle dos o tres golpes a ese hombre el cual esquivó casi sin moverse apenas unos centímetros. Por mucho que intentaba hacer alguna técnica, este vagabundo parecía desaparecer en el momento justo.
-Bien… sé que no das crédito a nada de lo que has visto, pero te aseguro que pronto sabrás lo que sucede. Noto en tu interior una fuerza que duerme y que ha dormido todo este tiempo, pero esta mañana en la plaza me percaté de que era el momento de despertar. No puedo decirte mucho más porque no se me está permitido, solo sé que tu estrella guía tus pasos hacia un destino que deberás elegir. La valentía está presente en ti, la fuerza también, solo te quedan unos detalles por pulir y seguro que llegarás a ser alguien importante. Ten este emblema, es el "Emblema de Garuda" y recuerda que ellas te eligen a ti, no tu a ella.-
-Qué? Que quieres decir con eso?, que esta estrella con un pájaro en ella? Dime como has hecho eso con el camión… dime que hacemos aquí…oye!! Oye!!.-
El vagabundo saltó desde lo alto del campanario sobre un callejón oscuro y desapareció sin más. En lo alto todavía estaba Jiraya con aquel emblema en la mano y haciéndose millones de preguntas… miró hacia abajo y vió que estaba a mas de 30 metros del suelo y no tenía otro camino que saltar. Observó el cielo estrellado sin encontrar respuestas a lo sucedido hasta que una de ellas, lanzó un haz de luz sobre el emblema y este ilumino mágicamente las palabras Tenyüsei, en ese instante el emblema le pasó una corriente eléctrica por todo el cuerpo de Jiraya, el cual poseído por una fuerza extraña, saltó al vacio sin pensar.
Como una pluma cayó sobre el duro asfalto y atónito por lo sucedido, corrió de nuevo a la oscuridad para terminar escondido en un viejo castillo que se encontraba en las afueras. Allí se quedó dormido a la intemperie y maravillado por lo que le había sucedido. Tal vez alguna sombra estaba al tanto de lo que había pasado o tal vez no, lo que si estaba claro era que algo nuevo estaba a punto de despertarse…
…Un extraño pájaro blanco cruzaba el cielo de aquel castillo en ruinas. Las almenas erosionadas por las inclemencias y rodeadas de musgos verdes, dejaban entrever a la bestia alada entre el cielo rojizo que lo cubría todo. No se escuchaba nada… ni siquiera el aletear de aquel ave, ni siquiera el enorme rio rojo que fluía por el centro del mismo castillo. Todo era demasiado extraño pero Jiraya no pensaba en nada más que en qué era lo que le había sucedido, pero no recordaba nada. Este estado de alteración tenia el corazón de Jiraya en un puño, pero sin embargo ni su propio latido podía sentir. Con los ojos fuera de las orbitas, miraba hacia todos los lados intentando recordar cómo y porque estaba en ese sitio tan extraño.
Jiraya vió detrás del muro gigante que reforzaba el castillo, una enorme fila de gente que, ordenadamente, caminaban errantes en la misma dirección. En sus rostros fantasmagóricos se podían ver la tristeza y la desolación. Como almas vacías, ninguna de aquellas personas volvía la mirada al frente, todas con sus miradas en blanco, miraban resignadas al suelo ardiendo que cubría una basta extensión de tierra en varios kilómetros vista. Jiraya no entendía nada de lo que sucedía pero rápidamente se unió a la Santa Comparsa arrastrado por una fuerza superior a su entendimiento.
Tras caminar durante horas llegaron a un Arco impresionante que hacia de puerta de la justicia, eliminando y dejando pasar a unas poca almas que parecían obtener algún derecho sobre las demás. Nada más pasar por debajo de la misma y poder observar los extraños gravados que se dibujaban en ella, unos ojos rojos brillaron a su altura y Jiraya cayó fulminado sin saber que ni como había sucedido.
Al abrir sus ojos nuevamente, el panorama no había cambiado mucho… la fila de almas seguía su rumbo haciendo una criba a medida que pasaba por el increíble arco. Al parecer Jiraya había logrado traspasar esa barrera espectral sin sufrir grandes daños. En ese instante y todavía con la vista algo borrosa por el cambio de luces, una extraña sombra se acercó al joven para proponerle una solución relativa que le aportara algo más de luz a la ya de por si oscuridad que albergaba su interior. La voz de ese encapuchado se presentó como estrella guardiana de la ventaja y después de amonestarlo por haberse salido de la fila, descubrió el potencial que se podía sacar de él. El trato estaba puesto encima de la mesa, solo había que cogerlo y cambiar de aires o dejarlo y volver a la fila para terminar en el pozo del sufrimiento eterno.
Jiraya eligió, impulsado por una extraña energía que no podía dominar, adentrarse en el Camino de la Serpiente. Un camino muy duro e interminable que decidiría si el joven era digno o no, para ser un servidor del Sr. Hades. El cumulo de sensaciones dentro del chico llevaban a Jiraya a despertar un odio y una rabia en su interior que poco a poco se iba apoderando de él. Después de varios kilómetros de cuestas, rampas y estrechos caminos, Jiraya llegó a un punto bidireccional en el cual tenía que elegir el camino adecuado. Sin saberlo muy bien y guiado tal vez por ciertos detalles nimios, el chico siguió una pluma hasta una galería subterránea en la cual presenció su verdadera muerte en el mundo real, a manos de un grupo de hombres que portaban unos pijamas de acero de diferentes colorines, que sin hacer muchas preguntas y en un tono agresivo, atacaron al moribundo Jiraya para darle una brutal paliza y terminar con el chico en un acto muy cobarde.
Así fue como el chico abrió sus recuerdos y explotó de rabia por lo que había visto. Segundos después, juró venganza para aquellos que osaron a cometer tal tropelía y fue entonces cuando el monstruo que dormía en el interior de su cuerpo, despertó tal y como habían predicho en el Inframundo y esto llevó a Jiraya a sentir como sus 6 sentidos morían uno a uno para dejarlo a punto de la extinción y como un trapo viejo, aquí consiguió despertar el 7º sentido y alcanzar el poder infinito del Universo pero esto en el cuerpo de un inexperto chaval lo llevaría a una eliminación total. Cuando Jiraya ya no era dueño de su destino y ya no había esperanzas en él, un pequeño demonio muy excéntrico le lanzó una lanza y lo ensartó en la pared acabando con su alma justo a tiempo para despertar el 8º sentido. Este sentido solo podía abrirse en ese instante y ordenado por una fuerza superior, el demonio consiguió lograrlo. Con el 8º sentido despierto en Jiraya, el joven se liberó del influjo del Sr. Hades y pudo obrar por primera vez a su elección ya que esto le servía solo a unos privilegiados a andar y cruzar varios reinos sin ningún problema.
Después de perseguir a ese demonio, Jiraya conoció en una cripta a un ser increíble y poderoso que hacía de Juez en el Inframundo… Eaco se llamaba. El señor y amo de aquel demonio, conocido por su gran fama como impartidor de la justicia en el mundo y elegido por el señor del Inframundo para impartir la misma en su reino, le aclaró muchas de las dudas y después de responder brevemente a sus preguntas, le sometió a una última prueba para saber si era un guerrero preparado para servir a Hades. La prueba consistió en resolver dos retos de inteligencia e ingenio ya que en fuerza y resistencia ya había demostrado que estaba a la altura. Después de estrujarse el cerebro en tan dificultosas pruebas, salió victorioso y pudo llegar al final del camino para encontrarse de bruces con un sarcófago que decía GARUDA en su frontal. Ya estaba a punto de conseguir su Pluma de Oro y ser un digno sirviente del Sr. Hades para toda la eternidad.
Después de descansar durante un tiempo prudencial, Jiraya pensó y recordó la enorme odisea que había pasado para llegar hasta aquí. Por fin tenia las cualidades suficientes para comenzar una nueva vida en el Inframundo al servicio de un Dios poderoso del cual no sabía nada en un principio. Su alma iba a la deriva y a un sufrimiento eterno por lo que afrontar ese camino como lo había hecho le había concedido el privilegio de ser un elegido.
En ese momento el espectro encapuchado se acercó como una sombra hasta el chico para explicarle algunas cosas antes de enseñarle el contenido de aquel sarcófago que yacía bajo su espalda. Jiraya se levantó y se arrodilló para escuchar lo que este le decía y esperar a que fuera aceptado en el ejercito de Hades, pues cabe recordar que Jiraya reunía todas las cualidades para poder serlo, tal y como le dijo Eaco en su cripta.
El encapuchado, se presentó como la estrella guardiana y felicitó, sin muchos aspavientos, a Jiraya por conseguir cruzar el Camino de la Serpiente y conseguir así llegar hasta esta cámara donde nadie en cientos de años había podido lograrlo. Después de comprobar que Jiraya había despertado el poder del 8º sentido y comprobar algunos movimientos lanzando varios golpes para ver su reacción, llegó el momento del nombramiento. Realmente, aquel extraño ser no había depositado muchas esperanzas en él, pero al ver los logros que había obtenido, no tuvo más remedio que aceptar las leyes y seguir con el ritual. Pronunciando unas palabras inteligibles y alzando sus brazos al cielo de aquel lugar, el sarcófago se abrió y de él salió el ave que había sobrevolado los cielos. Sus alas doradas y su gran pico brillaban con luz propia y con su aleteo levantó una nube de polvo que pronto invadió la zona con la irrespirable tierra del suelo.
Explicando como la Kyoto había elegido a Jiraya como su portador y narrando como su estrella Tenyüsei, había velado siempre por su destino, el encapuchado desapareció de allí y ordenó al gigantesco pájaro que lanzara su pluma de oro contra Jiraya. Eso mismo paso y el ave dirigió su mirada hacia el chico. En un gesto a la velocidad de la luz, la pluma dorada atravesó el pecho de Jiraya y rompió el emblema que había portado durante todo el viaje. En ese momento una flamante armadura vistió a Jiraya desde los pies a la cabeza, convirtiéndolo así en un Juez del Inframundo. El Juez Jiraya de Garuda.
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