Ficha de Daro Leonhart

Ficha de Daro Leonhart

 por Daro Sáb Feb 07 2015, 23:11

Nombre: Daro Leonhart

Edad: 22

Sexo: Hombre

Nacionalidad: Argentina

Signo: Aries

Aspecto:Pelo castaño oscuro, ojos grises, piel blanca, estatura 1,78cm. Por lo general su vestimenta es de colores oscuros, y lleva un colgante de una bestia mitológica llamada Gryphus. Posee un buen estado físico.

Perfil psicológico: Es extremadamente cerrado a las personas y reservado en cuanto a sus sentimientos, los cuales pocas veces demuestra. Su ética es la de valerse por sí mismo sin necesidad de cargar con sus problemas a los demás. Sin embargo es una persona bondadosa, es bien predispuesto a ayudar a quien esté en apuros y sea merecedor de dicho acto. Detesta a los arrogantes y prepotentes, y a quienes se creen mejores que los demás. Siempre peleará en pos de la verdad y la luz, por lo que aspira a ser un protector de Athena. Es una persona seria, inteligente y muy precavida. Su estratégia en batalla siempre se basa en el principio de anticiparse a su oponente. Es muy orgulloso y nunca recurrirá a la rendición.





Historia:


     Tres largos años han pasado desde aquel incidente. No recuerdo nada con detalle, solo imágenes borrosas de lo que parecía ser un combate muy importante, ¿Qué finalidad tenía?... Agh... Siempre que intento volver a esos recuerdos un inmenso dolor de cabeza me lo impide. Puedo ver sin embargo, a quienes supongo que eran mis compañeros. Estan caídos y solo yo quedo en pie. Frente a mí esta nuestro enemigo ¿Quién es?... Agh!! otra vez el dolor que restringe mi movimiento por el pasado. Me veo débil, uno de mis brazos está en muy mal estado y la mitad de mi armadura ya no esta. No logro dicernir sin embargo cual de todas ellas es... ¿Bronce? ¿Plata? ¿Oro? Solo llego a ver un par de cuernos... Y ahí está la barrera de dolor que me impide seguir haciendo conciencia. Un recuerdo fugaz. Un instante. ESE instante para ser más exacto. El momento en el que mi vida sucumbió al poder del olvido. Un ataque devastador ejecutado por mi oponente. Una técnica que iba más allá de todo lo imaginable; la cual arrasó con todo a su paso incluyendome. Puedo recordar haciendo un gran esfuerzo por atravesar el dolor que actua como pared, como una calidez inhumana me abrazaba en el instante exacto en el que la técnica comenzaba a destruir lso restos de mi armadura. Recuerdo que en ese instante me pregunte a mi mismo si eso era morir; si estaría siendo enviado al cielo. Pero por el rabillo del ojo y con gran dolor veo como el resto de mis compañeros no corren la misma suerte. El aura solo logra envolverme a mí. Todo a mi alrededor comienza a desintegrarse, y mi protección apenas si alcanza a aliviar el dolor de esa fuerza sobrenatural.
      Y de repente, mis recuerdos cesan. No tengo noción de que sucedió a continuación, ni de quien me salvó, ni de mi vida antes de eso. Aparecí tumbado boca arriba en un campo, de enormes dimensiones, de soja y otros cultivos. Lo primero que tengo en mi memoria de mis nuevos, o mejor dicho de mis únicos recuerdos más allá de aquellos en los que indago a la fuerza, es ver el rostro angelical de una niña de unos 7 u 8 años de edad. Ella se asustó al ver mi sobresaltó y se apartó insegura.

- No tengas miedo- le dijo Daro sentándose-. No soy malo. ¿Sábes donde me encuentro? Se me parte la cabeza del dolor.

La niña cambió su miedo por una curiosidad traviesa al percibir en su voz que no había rastro de peligro. Comenzó a acercarse paso a paso muy lentamente. Se frenó y comenzó a desenroscar una cantimplora que llevaba al cuello, se la quitó y se la tendió para que bebiera de ella. Justo en el momento en que estaba por aceptarla una mujer salió de entre los pastizales a toda prisa:

- ¡No, Zoe! ¡Aléjate de él! - gritó al tiempo que la tomaba en sus brazos y la apartaba de Daro.
- No es un hombre malo Miki... es bueno. ¡Cayó del cielo como los ángeles!

¿Como los ángeles? ¿Del cielo?
Miré hacia arriba instintivamente. Sentí que todo mi cuerpo me dolía. No se porque algo en mi interior me decía que esa niña no mentía, y la expresión en el rostro de la mujer, de unos 20 años, confirmaba esa sospecha.

- Lo sé, Zoe. Por eso te pido que te alejes de él, nadie cae del cielo. Por favor no le hagas daño a mi hermana, es lo único que me queda en la vida. Por favor, te daré lo que quieras, pero no la lastimes...

- ¡Hey! No tengo malas intenciones, se los he dicho. No puedo explicar porque me vieron cayendo del cielo, pero te aseguro que soy un buen sujeto. Solo necesito descansar un poco porque siento mi cuerpo destruído y mi cabeza se parte de dolor.

La chica aún en desconfianza dudó unos instantes, luego tomó la cantimplora que tenía su hermanita y se la arrojó. Daro con una agilidad increíble la atrapó incluso sin derramar ni una sola gota desde dentro.

-He visto antes esos reflejos -dijo en tono desafiante la joven-. ¡Eres un caballero! Igual a los que acabaron con mi pueblo y mi familia!! ¿Quién eres? ¡¿Qué quieres?!

-Yo.. -comenzó a decir-. Yo, no lo sé.

De repente Daro se percató de que solo tenía conciencia de ciertos datos relevantes como su nombre y edad. Pero no mucho más que eso.

- Soy Daro, Leonhart Daro. Y tengo 22 años. Creo que... nací en Buenos Aires, sí. No recuerdo mucho más que eso lo siento, es toda la verdad.

- ¿Leonhart? - la joven parecía atónita-. Daro...

- Lo siento... ¿te conozco?

- No tu a mí, pero si yo a tí. Verás mi abuela antes de morir me dió indicaciones específicas de donde encontrar una enorme caja que había guardado hace no mucho timepo y balbuceó tu nombre varias veces pidiendo que te esperaramos... Que tu serías nuestro protector cuando llegaras. No hice mucho caso a sus palabras en ese momento puesto que era la última de las personas mayores de mi familia que partía de este mundo, y la desesperación me invadía. Pero desde esa noche sueño todas ellas con tu nombre, con un carnero que viene a nuestro encuentro por los pastizales vestido con una armadura dorada. Detrás del animal veo el rostro bondadoso de quien se presenta como Athena y me explica que esa es la armadura del caballero de Aries. Que la perdió en una batalla, y que yo debería cuidarla hasta que lo encontrara y se la pudiera regresar... Hasta que te encontrara... Daro de Aries.

Como un cañón, miles de recuerdos fugases se dispararon en la mente de Daro. En todos ellos portaba la armadura de Aries dorada y luchaba por Athena. Pero solo eran escenas sin principio ni final, eran más bien fotografías de él utilizando la armadura. No más que eso.

- Mi nombre es Miki - dijo la chica quitándolo de su ensimismamiento-. Y ella es mi hermanita Zoe. Vivimos no muy lejos de aquí. Déjame ayudarte con algo de comida y una cama. Vivimos muy humildemente pero es lo mejor que podemos dar. Además quizas sea hora de ir a buscar la caja de la que hablaba mi abuela antes de morir. Creo que tiene que ver con la armadura.

-Daro vamos a ser muy buenos amigos!! - gritó la pequeña Zoe sin poder ocultar la felicidad de su rostro.

Era evidente que habían estado solas por un largo tiempo. Más tarde Daro se entero de que Miki le narraba historias ficticias sobre el Daro que había mencionado su abuela, para que pudiera dormir sin malos recuerdos. Eso en gran medida ayudaba a la adoración de la pequeña por el recién llegado.

Miki decidió que deberían esperar por lo menos 3 días a que Daro se recuperara completamente para hacer el viaje hacia el centro de entrenamiento del Santuario tal y como le había explicado la anciana. Esos 3 días se convirtieron en 1 semana, y esa semana en 1 mes. A medida que pasaba el tiempo Zoe se encariñaba más y más con Daro, encontrando la figura paterna que tan poco había conocido, y a su vez él y Kimi comenzaban a sentirse atraídos el uno por el otro.
No fue sino hasta una noche pasados los 3 meses de su "caída del cielo", en que Daro tuvo una pesadilla en la que unos caballeros vestidos de negro acababan con Athena, todos los caballeros del Santuario, y con Miki y Zoe. Tardó 1 hora en recuperarse del susto de haber perdido imaginariamente a las dos chicas que habían pasado a formar el "todo" de su vida. Las siguientes noches las pesadillas se hicieron más y más recurrentes, y más y más sádicas y sanguinarias. Leonhart comenzó a tomarlas como advertencias, y no pensaba dejarlas pasar por alto. No si estaban en juego las vidas de sus 2 seres queridos.
Se decidió entonces a partir en busca del Templo Sagrado donde pudiera reclamar la tan preciada armadura de Aries.