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Una ficha del gran Apu 3091mae
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Una ficha del gran Apu

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Mensaje por Apu Miér Ene 28 2015, 00:19

Nombre: Fudō Myō-ō

Edad: Indeterminada

Sexo: Hombre

Nacionalidad: India

Signo: Virgo

Aspecto: Es alto, de piel morena, cabello verde, con ojos de distintos colores. Lleva un traje hindú, un látigo y una espada de fuego.

Spoiler:

Perfil Psicológico: Fudō es de carácter pasivo, y busca la salvación de todos los individuos. Es un ser de luz que procura el salvaguardar las almas, pero es también un duro castigador de los pecados humanos.



Historia:


** Una suave brisa corría sobre en Ganges, desde la costa la gente se sumerge en sus aguas milagrosas. Sobre el monte Hayal que custodia aquel bello lugar se encontraba un hombre, sin dudas por su aspecto era un hombre joven, al menos eso parecía, ya que nunca nadie había logrado ver de cerca a ese hombre que siempre se la pasaba sentado sobre el pequeño monte, sin moverse. Los habitantes de Hayal, ciudad que recibía su nombre por el monte, siempre lo veían ahí.

Nadie recuerda cómo llegó aquella persona, simplemente un día apareció y nunca más se fue. No importaba el clima, la hora o lo que pasase, siempre se podía ver su silueta mirando hacia el Ganges. Pocos fueron los que trataron de alcanzar el monte para poder saber más de esta persona, pero no tuvieron éxito. Cada uno de ellos contaba una historia distinta de su acercamiento al monte, pero todas eran inverosímiles, parecían fantasías, al tiempo ya nadie cuestiono nada y ninguno de los habitantes de Hayal volvió a intentar acercarse al monte.

Con el tiempo los rumores de aquel misterio se extendieron, los viajeros intrépidos parecían en la búsqueda para develar este misterio, todos pasaban por el pueblo, pero nadie los volvió a verlos.

Una noche un extraño viajero se adentró en Hayal, solamente con mirarlo, a pesar de su insignificante presencia, los hombres se asustaron, pues su rostro transmitía temor. Al llegar a la vera del Ganges miró hacia el monte, donde siempre se encontraba aquel hombre meditando, se despojó de las pocas que traía, se sumergió hasta que el rio tapara la mayor parte de su cuerpo, si sacar la vista del monte.

De aquel hombre en el medio del rio empezó a surgir una extra luz que lo iluminaba todo, a pesar de ser una noche sin luna una luz tan clara como la del sol emanaba de aquel hombre cubierto por sus ropajes, a medida que pasaban los segundos la luz crecía cada vez más y más hasta terminar iluminando el rio, el monte y el poblado. Los habitantes incrédulos salieron de sus casas para contemplar ese espectáculo, parecía que un dios había caído a la tierra y se había posado sobre el milenario rio.

Aquella luz iluminaba todo claramente y no dejaba ver sombra alguna, era algo muy extraño. De pronto desde el monte Hayal ocurrió lo impensado, un pequeño rayo nació desde las entrañas del mismo monte que impacto en aquel hombre que estaba en el Ganges. Los habitantes se asustaron y corrieron a sus casas. La luz que emanaba del extraño se detuvo y la oscuridad lo invadió todo. El hombre no parecía herido ni mucho menos, sólo soltó una carcajada, salió del agua y camino derecho con rumbo al monte.

Estaba por amanecer y el sol iluminaba el monte Hayal, junto con el poniente del sol una sombra iba subiendo hasta alcanzar la cima. Ahora aquel viajero misterioso había conquistado el monte, con todo lo que ello significaba.

Extraño misterioso: Veo que sigues igual desde aquel entonces, nada ha cambiado por estos lados, sólo el tiempo, pero tú sigues igual, sentado aquí desde aquella vez.

Hombre de la montaña: Sabes que no puedes venir aquí Astaroth y mucho menos sin mi permiso, me han asignado una tarea y pienso cumplirla, ahora vete, soy paciente, pero no benevolente. Por respeto al tiempo que hemos compartido juntos, esta vez te dejaré marchar con vida.**


Astaroth: - ¡¿Es que acaso quieres seguir así Fudo?! Recuerdo que cuando éramos pequeños y entrabamos con nuestro maestro de todos eras el más aplicado, quien despertó su cosmos antes que todos nosotros, quien tenía una agresividad innata, que era el mejor peleador, incluso fuiste tú quien asesinó a… -

Fudo: - "El cosmos es la concentración de la fuerza, espíritu y la mente en el punto que vas a golpear" decía nuestro maestro, pero tanto tú como yo sabemos que eso no es más que una mentira, el cosmos es la fuerza destructiva que poseen los humanos, sea por la causa que sea sólo causa la destrucción. Ya he dejado mi pasado atrás. Los días en que éramos camaradas y peleábamos codo a codo haciendo arder nuestro cosmos. Valoro mucho aquellos días que pasamos desde nuestra infancia hasta mi partida, los atesoro en un lugar muy preciado dentro de mí. -

Astaroth: - ¿Piensas pasarte el resto de tu vida aquí sentado observado a esta gente sin hacer nada al respecto? -

Fudo: - Ahora soy quien rige la condena y la salvación. Ese es mi objetivo. -

Astaroth: - Mi señor me ha enviado a buscarte, sabes que tu destino es otro Fudo. ¿O es que acaso en tu tiempo de observación de estos humanos has visto otra que no sea destrucción, odio, guerra y desprecio por ellos mismos y la naturaleza? Ahora debes elegir… ¿aceptarás tu destino o terminarás igual que esos miserables humanos? Tú mismo debes de encontrar la respuesta y labrar tu propio camino… -

Fudo: - Eso me corresponde decidirlo a mí… mientras tanto… ¡Shadooooooooooow! -

** Fudo levanta du mano derecha apuntando hacia el cielo lanzando un rayo de cosmos, el cielo se abre y emerge un ave hecha completamente de energía extiende sus alas y abre sus garras volando directamente hasta monte. En su vuelo rapaz toma a Astaroth y vuela en dirección al poniente hasta desaparecer.

Fudo eleva su cosmos, era realmente impresionante, parecía que esa energía no tenía fin alguno, que no conocía limitaciones. Apoya sus manos en el monte Hayal y es destruido en un instante. La roca simplemente se hizo polvo sin emitir ruido alguno, era sin dudas un espectáculo magnifico de ver. El monte ya no estaba, parecía que había desaparecido por arte de magia, en su lugar había un gran carácter y dentro del pozo se podían ver dos destellos. Fudo tiene ahora una expresión de nostalgia mezclada con desdén, respira hondo y da un brinco hacia el centro del agujero. En el centro, brillantes y resplandecientes se encontraban una gran espada a una mano, parecía recién salida del horno de un herrero, pero a la vez la más antigua que se hubiera hecho, junto a ella una cuerda muy antigua que poseía herrajes de metal en sus extremos. Fudo tomó ambos objetos con las manos y abandonó aquel lugar.

Fueron muchos los rumores que recorrieron Hayal y luego se extendieron a todo el mundo sobre aquel hombre misterioso y el monte que de la noche a la mañana había desaparecido. Muchos comerciantes y viajeros de hayal decían que habían visto a ese misterioso hombre viajando a tierras nórdicas, pero a pesar de ser una gran cantidad de personas, nadie del pueblo lo creía, si la montaña había desaparecido, como creían algunos, o explotado, como creían otros, era imposible que un hombre pudiera sobrevivir a algo así.

El norte no era una tierra amable, menos para los viajeros, el frio extremo lo congelaba todo y el viento arreciaba, si uno no iba lo suficientemente preparado y equipado podía morir durante el viaje. No importaba la estación del año, el clima allí siempre era duro y despiadado. A lo lejos Fudo divisaba un poblado, el que los aldeanos llamaban el pueblo del fin del mundo, Bluegrad.

Al entrar al pueblo los ancianos del poblado se sorprenden al verlo caminar entre sus calles. Fudo mira para ambos lados en la calle, parece algo extrañado, pero sus movimientos denotan que alguna vez había estado en aquel lugar. Al voltear su cabeza parece encontrar a lo lejos el lugar que estaba buscando, a paso ligero pero sin prisa se dirige hacia él.

Al llegar al lugar se ve un imponente edificio rodeado de una fuerte edificación. Era raro ese tipo de seguridad para una construcción que en apariencia no valía la pena, pues se veía igual que el resto de las casas del lugar. Sólo una puerta doble parecía ser la única entrada y salida de aquel lugar fortificado. Fudo blande su espada y de un corte destroza la enorme puerta de manera. Muchos hombres salen de aquel lugar para ver lo que sucedía. Todos se quedaron boquiabiertos al verlo a Fudo. Un anciano que salía del lugar cuando vio a Fudo se quedó perplejo y fue hacia él. **


Anciano (titubeante): - ¿Fudo? -

Fudo: - Parece que me recuerdas bien… ¿Metatron? -

Metatron: - Así es. Parece que por fin has comprendido tu destino Fudo, me alegra que uno de mis hijos pródigos haya vuelto. Espero que luego de tu castigo hayas no sólo purgado por tus pecados, sino también tu alma para que tomes una decisión adecuada. -

Fudo: - Ya lo he hecho maestro, luego de observar la tierra por tanto tiempo he llegado a una decisión. La tierra debe de ser purgada para que de sus cenizas renazca un nuevo mundo de paz y amor, así los errores de la humanidad quedarán purgados. Para llegar a mi destino es necesario el conocimiento que usted custodia en este lugar maestro. ¿Va a abrir sus puertas en señal de paz o las abriré yo por la fuerza? -

Metatron: - Debí de imaginarlo, el día que te encontré Zebul, la estrella más brillantes de los seimatenshi brillaba con una intensidad que no era propia de sí, era una señal que en su momento no pude ver, sólo tenía ojos para mirarte a ti, un niño recién nacido envuelto en mantas al que acogí, traje a este templo y le enseñe todo lo que se, como pelear, el arte del cosmos y el dominio de tu energía. Parece ser que aquella gran cosmoenergía que yo siempre sentí en ti no era más que una mascarada, estaba criando al enemigo dentro de mi propia casa. Pero ya me he quitado la venda de los ojos y esta vez no dudaré en aniquilarte. ¡Adelante guerreros azules! -

** Todos los hombres que se encontraban en el lugar se lanzaron para atacar a Fudo, algunos encendían su cosmos preparándose para atacarlo con sus técnicas especiales. El rostro de Fudo no transmitía ningún sentimiento, simplemente se limitó a blandir su espada y asesinar uno por uno a sus adversarios. A pesar de no encender su cosmos, su velocidad y su poder eran admirables, superaba a todos los guerreros que se encontraban en ese paramo helado. Metaron se quedó obnubilado al ver ese despliegue de fuerza y astucia. Fudo se acercó a él lentamente… **

Fudo: - ¿Sabes lo que busco anciano, vas a decírmelo tú o a pesar de que me tome días lo encontraré en esa biblioteca? -

Metatron: - Está bien Fudo, no puedo cambiar el destino, además, los hechos están escritos, es sólo cuestión de tiempo. Espero que hayas elegido bien tu destino muchacho, lo que buscas se encuentra en la base del Himalaya. -

** El rostro de Fudo sigue sin inmutarse, pero lagrimas brotan de sus ojos. Sin decir una sola palabra y en un instante hunde su espada en el corazón de su viejo maestro. Mira hacia el cielo, contempla las estrellas y parte del poblado hacia el Himalaya.

El viaje había sido duro, era un terreno demasiado difícil hasta para el viajero más experimentado, muchos ladrones y vagabundos por el camino tratando de demostrar su presteza, pero no eran inconvenientes para Fudo. Al llegar al lugar Fudo pudo encontrar una enorme puerta, los grabados del marco erran terroríficos, sin dudarlo se dirigió a aquel lugar y sin dudarlo pudo ingresar al mismo. El interior era sólo una cámara de piedra sin más. La luz del exterior deja ver que una sombra se encontraba detrás de él. **


Astaroth: - Parece que al fin has llegado a tu destino Fudo, pero si en verdad lo aceptas, demuéstrame quien eres… -

Fudo: - Soy Fudo la reencarnación de Myo-o, descendiente de Baal Zebul, señor de la muerte, regidor del juicio. Soy quien rige la condena y la salvación, pero este mundo corrupto no tiene salvación alguna, es hora de condenar a este cruel mundo que han formado los humanos, para ello es que recurro al legado de Zebul que llevo en la sangre, seré el precursor de la cólera del infierno, reconstruiré y velaré por este tiempo hasta que nuestro señor camine de nuevo entre nosotros. -

Astaroth: - Al fin has aceptado tu legado Fudo, hijo de Baal, señor de muerte y de la destrucción, ahora es tiempo de saber si nuestro señor la acepta, debes beber de este Cádiz que contiene su sangre, si crees, eso te dará el poder… sino…. -

** Fudo camina hacia Astaroth quien extiende su mano con el Cádiz, Fudo lo toma entre sus manos y sin dudarlo bebe si contenido. El cuerpo de Fudo se estremece ante el tremendo dolor que siente, parece como si todo su cuerpo fuera triturado, sus gritos se escuchaban hasta el rincón más rotundo de la tierra, su cosmos brotaba por si solo del interior de Fudo, la energía que emanaba era cada vez más poderosa y dolora al mismo tiempo, ante tanto dolor sólo emitió un grito desesperado… **

Fudo: - ¡Shadoooow! -

** La cámara de piedra comenzó a rajarse por tanta cosmoenergía junta, la montaña de destrozaba poco a poco hasta que la luz invadió todo el lugar. Del sol volvió a brotar un ave extraña hecha de energía, su vuelo era tan rápido que apenas podía verse. Impactó de lleno en el cuerpo de Fudo, pero este absorbió toda esa extraña energía, a cada segundo que pasaba su cuerpo ya no se estremecía, el dolor estaba cesando y poco a poco podía recuperarse para poderse en pie. La montaña se resquebrajaba dejando lucir un magnifico templo y unas escaleras que iban desde el pie de la montaña hasta si cima. En el pie del camino se encontraban cuatro altares, Fudo miró el último de ellos, en él había una leyenda “Soy Baal, hijo de Serpah, el ángel ardiente, dame el fuego de mi vida que me fue arrebatado y a cambio serás mi heredero inmortal.”

Fudo miró atentamente por unos instantes aquel pilar de piedra, sin dudarlo, sacó su espada, corto sus venas bañando con su sangre aquel pilar. Su cosmos emergió de su cuerpo, tenía un brillo como nunca antes visto, cada gota de sangre que derramaba su cosmos se hacía aún más poderoso que antes. De pronto aquel pilar se hunde entre la tierra, las heridas de Fudo son sanadas. Una luz emerge del ante ultimo templo y envuelve a Fudo. Su cuerpo es cubierto con una extraña armadura y pieles, al disiparse aquel destello Fudo contempla su figura y esboza una gran sonrisa. **


Fudo: - Astaroth he renacido… y a partir de hoy seré conocido como Fudo, el Ángel Infernal de la Muerte… -
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