Ficha de Almeyda de Hipocampo
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Ficha de Almeyda de Hipocampo
Nombre: Almeyda
Edad: 23
Sexo: Masculino
Signo: Leo
Aspecto Físico: pelo castaño, ojos grande y celestes. Extensa cabelleta ondulada. Gran físico, y altura 1,78.
Aspecto Psicológico: Almeyda es un hombre muy confiado en su mirada y en su andar por la vida. Es alguien muy poderoso e inteligente. Es capaz de crear muy buenas estrategias de pelea para salir de aprietos. No le gusta los juegos sucios y que siempre los guerreros sean frontales. Es un ser amable y piadoso con sus adversarios, pero su furia se desencadena con aquellos que no tolera... no soporta a los cobardes, ni a los tramposos, ni a los ventajeros.
HISTORIA
**Almeyda solía ser un niño muy amante de los mares. Su familia, de una clase social muy alta, vivía en una isla muy prestigiosa de Europa, donde unos pocos tenían el privilegio de ser residentes de dicha zona, mientras que el resto era dedicado al turismo. Las cabañas, se ubicaban una cada 100 o 200 metros de distancia. El hogar de Almeyda, en especial, se posaba sobre la orilla de la isla, en una cabaña muy hermosa, con un bosque a su alrededor, y apenas podía divisarse la cabaña vecina.
Spoiler:
Los padres de Almeyda solían nunca prestarle atención al pequeño niño de 6 años, debido a que toda la atención se la llevaba su hermanita recién nacida... Almeyda, fastidioso cada vez que volvía a su casa y veía esa situación, se alejaba de su casa expulsando toda su bronca contra los árboles, pegándoles hasta que sus manos sangraran.
Su mejor amigo, Gallardo, tenía la misma edad que Almeyda y vivía a tres casa de distancia de la cabaña de Almeyda (650 metros), y cada tanto se reunían al mediodía a jugar a orillas del mar, o metiéndose mas allá, ya que no había peligro en esa zona, y podían bañarse tranquilamente. El agua era limpia y mucha gente utilizaba ese agua de mar como baño.
La fascinación de ambos pequeños era la de jugar con los animales del lugar. Sólo insectos eran los terrestres que habitaban sobre la superficie y sobre los árboles, pero en el mar, había variación de animales, entre los que se encontraban los delfines, peces de distintas razas, y caballitos de mar. Gallardo siempre sintió admiración por los delfines, con los que solían montar con Almeyda y jugar carreras de nado. Pero Almeyda siempre se sumergía para estudiar a los caballitos de mar, esos extraños sere que le llamaban sumamente su atención. Siempre los miraba detenidamente, cual era su comportamiento. Fue así, como Almeyda creció conociendo todo sobre los Hipocampos...**
**A los 17 años de edad, Almeyda y Gallardo habían conocido a un nuevo chico de su misma edad, que había venido a habitar la isla. Todos eran del mismo status social, y se llevaban muy bien entre todos. Aquel chico nuevo decía llamarse Ramón Díaz.
Un día, los tres jóvenes-adultos decidieron sumergirse en el mar con los respiradores tecnológicos y sumamente caros que sus padres les habían comprado. Almeyda, Gallardo y Ramón Díaz, se subieron a tres delfines y jugueteaban con ellos amistosamente. De repente, Almeyda gira su cabeza y ve que un tiburón se acercaba hacia ellos. Los delfines había salido disparados para cualquier lado, dejando a sus montadores a la deriva en el agua, sin saber ni entender que era lo que sucedía.
Almeyda les había hecho seña de que había un tiburón blanco en la zona, y que debían correr a la orilla inmediatamente. El tiburon estaba ocupado persiguiendo alos delfines que se movían de un lado al otro sin cesar... Pero luego, su atención se dirigió a los tres chicos que intentaban huir. Ya estaban llegando a la orilla, cuando Almeyda, gira su cabeza para ver a cuanta distancia se encontraba el tiburon, y lo que ve lo hace detenerse de inmediato... El tiburón estaba tratando de entrar a un gran coral, donde yacía un pequeño caballito de mar, escondiendose, muerto de miedo y emotiendo sonidos de desesperación y llamado a sus padres, que obviamente nada podrían hacer frente al gran asesino del océano. Almeyda se detuvo mientras Gallardo y Ramón Díaz había llegado a la orilla y esperaron por su salida. Almeyda, lo pensó mucho tiempo antes de ir a rescatar al pequeño caballito de mar, hasta que pasado un minuto completo, el jóven decidió ir a puro coraje hasta ese lugar. Fue justo por detrás del coral, para tratar de abrirlo con sus manos y liberar al pequeño de allí. El coral era tan grande que el tiburón blanco no se daría cuenta de que la pequeña criatura ya no estaría allí, pero era cuestión de tiempo de percatarse de la presencia de Almeyda. El caballito había sido liberado pero continuaba con sus gritos de desesperación, y eso provocó que el tiburón oyera ese sonido cada vez alejandose más, asi que rodeó la planta de coral y se encontró con el sorprendido y asustado Almeyda. El tiburón se acercó furiosamente a Almeyda quien se encerró en el gran coral impidiendo el paso del tiburón. Pero este, golpeaba insesantemente el coral y trataba de romperlo con sus dientes, y a poco que lo lograba, Almeyda sufrió un desmayo...**
**Al despertar, Almeyda se encontraba sobre tierra firma rodeado de sus amigos y sus padres y todos los habitantes de la isla. Los amigos le habían contado a todos que fue lo que había ocurrido; los padres de Almeyda lo regañaron aún llorando, debido a que su hijo tomó la estúdpida decisión de arriesgar su vida por un pequeño caballito de mar, a pesar de que ellos sabían cual era su admiración por estos animales.
Almeyda se sentía raro, el interior de su cuerpo había cambiado, sus energías...
Al voltear la cabeza hacia el agua, ésta se encontraba tonificada con un verde intenso y oscuro. Rápidamente dedució que se trataba de lodo de Hipocampo, ya que él sabía todo de estos seres. Luego se percató de que el tiburón había sido rodeado de este gran contenido, y viendose afectado por el lodo decidió huir. Los caballitos de mar habían trabajado en conjunto, seguramente para salvar a Almeyda, quien había arriesgado su vida por uno de ellos.
Almeyda se encontraba más fuerte que nunca, todos se había preocupado por la cantidad de agua que habia tragado, y nadie sabía como fue arrastrado hasta la orilla, ya que sus amigos se habían ausentado durante ese tramo para alertar a todos en la isla sobre su desaparición.
Almeyda, rápidamente volvió a sumergirse en el agua de cabeza, nadie allí sabía el porqué, pero Almeyda lo sabía muy bien. El jóven quería averiguar que había ocurrido, y al introducirse en el agua intetó buscar a los hipocampos, ya que él sabía como comunicarse con ellos.
Al llegar ala colonia de Hipocampos... una luz extraña proveniente de los caballitos de mar, se posa sobre la vista de Almeyda...**
-¿Que es esta luz? No entiendo, ¿Porqué me han salvado?-
**Esto ocurría visto desde afuera del agua.**
**La luz enceguecedora se acercaba cada vez más y más a Almeyda, quien no entendía lo que estaba ocurriendo allí, en ese momento. La mágica luz, pareció dejar inmóvil al joven quien miraba con admiración como aquella luz y ente extraño, se acercaban a su pecho hasta traspasarlo. Al ver esto, Almeyda sufrió una descompensación, y se desmayó en el agua. Los caballitos de mar que se encontraban en la zona, empujaron el cuerpo de Almeyda hasta llevarlo a la superficie a flote.
Mientras la madre de Almeyda lloraba desconsoladamente sobre el hombro de su marido, Gallardo logra captar la atención de todos allí, con un grito... "Miren!!". Fue la alerta que indicaba que algo nuevo se había presentado en el mar. Era el cuerpo de Almeyda, el cual se encontraba flotando en el agua cara arriba, desmayado. Gallardo y Ramon Díaz fueron en su rescate y lo trajeron hasta la orilla.
Al despertar, Almeyda recordó lo que había pasado hace instantes y se los comentó a todos allí, aunque más de uno no prestó atención y se volvió a su cabaña. Los padres y los amigos del joven prefirieron seguirle el juego, ya que pensaban que eran una de sus tonterías producto de la descompensación, pero Almeyda no estaba tranquilo cada vez que pensaba en ello.
Los días pasaron... no había una sola noche en la que Almeyda no haya soñado con aquel momento inquietante que vivió en el mar. Desde ese momento, la Hipocondría se hizo dueño del cerebro de Almeyda, quien pensaba que esa luz al introducirse en su cuerpo, le había traído extrañas enfermedades. El joven siempre que tenía esas pesadillas, se levantaba muy traspirado y agitado, dominado totalmente por el miedo. Pero, por la sola razón de que se burlaban de él, prefirió no contarle sus problemas a sus padres, y tratar de encontrar una solución propia.
Una semana despúes de aquel hecho ocurrido en el mar, Almeyda se reunió con sus dos amigos a diambular por el centro de la isla, la parte menos turística, ya que había montañas en esa zona. De repente, los tres jovenes son sorprendidos por un sujeto imponente, con una capa negra...**
-Tú eres Almeyda... Creo poder ayudarte con tu problema, tus pesadillas...-
**Todos se miraron entre sí, sin entender que era lo que quería aquel sujeto. Pero Almeyda respondió decidido, preguntandole como era que sabía sobre su problema. Sin dar mayores vueltas, el hombre le pidió un momento a solas, y aunque Gallardo y Ramon Díaz, no estuvieran de acuerdo con la decisión de Almeyda, en aceptar dejarlos solos, se marcharon del lugar. Almeyda y aquel hombre se encontraban solos, frente a frente.
El silencio que duró más de un minuto entre ambos, se interrumpió luego de que el hombre ordenara...**
-Quiero que hagas lo siguiente. Te ayudaré con tu problema, y no tendrás más pesadillas y entenderás que fue lo que te pasó aquella vez...-
-Bien, dime que hacer porque no aguanto esta situación...-
-Sé que tú puedes hacerlo, porque eres el elegido, pero debo contar con tu capacidad de confianza y optimismo para ayudarte. Te daré una sola tarea, es un tanto difícil, pero no tanto como lo crees. Tus desmayos fueron producto de unas conexiones muy fuertes entre tu energía y la energía de la biodiversidad, es decir, de la naturaleza, la cual fue creada por los dioses al igual que cada ser vivo aquí. Dichos desmayos mostraron el fuerte lazo que se creó entre tú y los hipocampos, a los cuales admiras. Tú conciencia no lo sabe, porque fue tu energía la que se encuentra fuertemente ligada a la de estos seres.-
**Almeyda parecía entender de lo que ese sujeto hablaba, puesto que su admiración por los caballos marinos era correcta, y la sensación en su cuerpo cada vez que se acercaba a uno de ellos, era mágica, revolucionadora.**
-Mi nombre es Francescoli, soy el Príncipe de la Atlántida, la ciudad madre del océano. He sido enviado con el propósito de guiarte en tu camino. Tú no lo sabes, pero de aquí en adelante, tu vida cambiará completamente...-
-No entiendo de lo que hablas Francescoli-
-Esta tarea es muy importante, debemos dejar de hablar y ponernos a actuar. Quiero que te sumerjas en lo profundo del mar, y mates dos tiburones blancos, y los arrastres hasta la orilla. Puedes usar cualquier elemento de cuerpo a cuerpo, ya que pronto descubrirás otros recursos jajaja-
**Almeyda no entendía el porque de la risa cómplice de Francescoli, pero lo que más le llamó su atención fue la tarea que debía realizar. Se mostró realmente sorprendido...**
-¿Que!!!!!? Debo, arrastras dos tiburones blancos hacia la orilla? Matarlos? Disculpa pero eso es imposible.-
-No seas tonto! Nada es imposible. Podrás hacerlo, tienes la capacidad para hacerlo. Al sumergirte en el agua, debes conectarte espiritualmente con los hipocampos, ellos te darán una solución a traves de tu mente, ya que la conexión entre ustedes puede darse a larga distancia.-
-[Este tipo está loco, será mejor que le siga el juego, y una vez que me sumerja iré a jugar con los hipocampos] Correcto, lo haré-
**Francescoli se sorprendió al resultarle tan fácil converncerlo al joven. Por ello, el príncipe de la Atlántida, posó su trasero sobre una meseta rocosa que daba perfecta vista al océano, y mientras veía a Almeyda marcharse al agua, le dictó las condiciones...**
-No quiero nada de trampas. Me quedaré esperando días si es necesario hasta que salgas del agua y hayas cumplido con tu único trabajo. Debes arrastrar los tiburones hacia la orilla, tomando uno con cada mano. Suerte joven jajaja-
**Mientras Almeyda caminaba, resongaba por lo bajo...**
[Jajajaj que le hace creer a este tipo que lo obedeceré? Es un necio. Como se supone que mate un tiburón y peor aún, lo arrastre con una sola mano hacia la orilla, más de 300 metros!! Los tiburones blancos tienen más de diez veces mi peso, es algo totalmente imposible. En fin,, me iré a jugar con los hipocampos...-
**Luego de ingresar al agua, Almeyda se topó con los Hipocampos con los que siempre solía jugar. Uno de ellos se detuvo frente a él, mirándolo a los ojos fijamente. Almeyda trataba de decifrar que era lo que quería. Y fue mágico, como si el caballito de mar hablara el idioma y dialecto de Almeyda, le dijo dentro de la conciencia que debía cumplir con aquella tarea.**
~~Debes cumplir tu tarea Almeyda...~~
**Almeyda había quedado atónito, pues nunca llegó a esa conexión con ningún animal, siquiera, ser humano. Era algo impresionante. Despúes de unos minutos de quedarse en la misma posición con los ojos perdidos y pensando en todo lo que había ocurrido, Almeyda estaba decidido a cumplir con su objetivo, pues, todos confiaban en él, los Hipocampos, sus mejores amigos desde siempre, lo habían convencido.
Almeyda se sumergía más y más a aguas profundas, zona peligrosa donde habitaban los tiburones blancos, para poder toparse con dos de ellos. Las herramientas que llevaba el joven eran una lanza colgada con una cuerda en su espalda, y dos filosas navajas. Almeyda sentía que su cuerpo estaba rebozante de energía, y cada segundo que pasaba parecía tener más fuerzas, era algo increíble de sentir.
Fue allí, habían dos tiburones blancos alimentandose de lo que alguna vez fue un cachalote. Almeyda miraba desde arriba como los monstruos gigantes se alimentaban de uno más gigante aún. Pero estaba decidido, por su locura a cometer el acto más sorprendente de su vida. Poniendose firme y apretando las navajas, Almeyda nadó hacia los tiburones, ya sabiendo que hacer, teniendo una estrategia predeterminada. Almeyda sabía nadar muy bien y rápido, ya que toda su vida vivió en una isla en la cual el único pasatiempo que tenía era el océano...
Los tiburones se percataron de la presencia de Almeyda pero no prestaron interés, ya que no les resultaba amenazante...**
-[Haré lo que sea para reducir la población de estos asesinos marinos y que dejen de molestar a los débiles. No se meterán más con mis amigos los hipocampos!-
**Almeyda se dirigió sigilosamente a uno de los tiburones, y cuando estaba un metro cerca de él, le incrustó las dos navajas al mismo tiempo en sus ojos. Luego de esto, Almeyda se aferró al tiburon herido para no ser atacado por el otro salvaje. El tiburón ciego se sacudía de un lado al otro, creando remolinos que eran muy complicados de evadir para Almeyda. Esos gigantes eran imponentes, y aterradores para el joven, quien se mantenía agarrado a las aletas del tiburon ciego. Mientras tanto, el otro tiburón buscaba un perfil justo para atacar a Almeyda, pero su compañero no parada de sacudirse quejándose del insoportable dolor de sus ojos.
En ese momento, Almeyda creyó justa la ocasión para continuar con su estrategia y así asesinar a los dos tiburones. Mientras el tiburón ciego se sacudía y el otro estaba espectante del momento justo para atacar, Almeyda rozó con una de sus filosas navajas una de las aletas del tiburón sano, creándole una gran pérdida de sangre. Al realizar esto, Almeyda sabía muy bien que tenía esa sola oportunidad para escapar, y se impulsó con el ciego para alejarse lo más posible.
El tiburón con la aleta cortada no desaprovechó el momento, y trató de alcanzarlo con toda la furia canalizada. Pero cuando sus filosos dientes estaban a punto de atrapar a Almeyda, sucedió lo que el joven esperaba. El tiburón que lo perseguía había sido detenido, y morido por su compañero, el cual estaba ciego. Lo que había sucedido era que el tiburon ciego, al detectar y oler sangre roja en su entorno, atacó a aquello inmediatamente, sin pensarlo un segundo. El ciego le había arrancado la cola a su amigo... Ambos desataron una lucha feroz e impactante entre ellos, hasta despedazarse el uno al otro...
El tiburón ciego había logrado asesinar al otro dejándole marcas de sus dientes en todo el cuerpo, pero su gasto de energía fue tal, que el tiburón que seguía con vida se dejó caer hasta el suelo marino. Esa oportunidad no fue desaprovechada por Almeyda, quien tomó su lanza, y la arrojó con una fuerza que hasta él mismo se sorprendió. La lanza le atravezó el cráneo al tiburón, dejándolo así, sin vida.
Ambos salvajes se encontraban sin vida, y una parte de la tarea de Almeyda había sido completada a la perfección. Pero el problema inquietante era, como hacer para arrastrar a los gigantes hacia la orilla.
Almeyda sabía que la ayuda del agua era fundamentel porque le quitaba peso a los tiburones y eso ayudaría, junto con las corrientes de agua, a llevarlos a la orilla. De repente, los hipocampos aparecieron en el lugar, y la conexión entre ellos y Almeyda fue clave...**
~~Nosotros te ayudaremos...~~
**Almeyda miró apasionado a la colonia de caballitos de mar que se dirigieron rápidamente hacia los tiburones para intentar levantarlos. El joven con una de sus manos, agarró la cola de uno de los tiburones, y con la otra, introdujo su brazo en una gran abertura provocada por la mordedura fatal de los tiburones. De esa manera, y con mucha fuerza, Almeyda intentaba avanzar con las bestias pesadas... Las venas en sus biceps y espalda se le marcaban hasta más no poder. Era un trabajo arduo y difícil, cansador sobre todo. Pero Almeyda no se daba por vencido, aún sabiedo que contaba con la ayuda de los hipocampos, quienes tampoco se rendían a pesar de notarse cansados...
Siete horas, fue lo que le tomó a Almeyda recorrer los 150 metros hasta la orilla.
Viendo como el corpulento joven acarreaba las dos bestias, hacía rápidamente alusión a la mitología griega, en donde los Hipocampos eran los propulsores de la carreta divina que transportaba a Poseidón. Almeyda acarreaba los dos tiburones como si de la vida de su creador se tratara para salvarla.
Al llegar a la orilla, Almeyda deja caer su cuerpo sobre la arena, y ante la atenta mirada de Francescoli, aquella luz que Almeyda había visto dentro del agua, se presentó a un costado de él nuevamente.**
-Esa es! Esa es la luz del otro día!!!-
-No puedo creer lo que estoy viendo!!! Este muchacho logró esa semejante hazaña! Pensé que le costaría varios intentos pero no. Hizo uso de su gran inteligencia, propia de los caballos de mar, los más inteligentes del océano junto con los delfines. No lo creo, acaso esa luz es...-
**La luz extraña se dispersó sobre el cuerpo del agotado Almeyda, y éste se encontraba tan cansado que ni para hablar le daba la energía. Al introducirse la luz sobre la espalda de Almeyda, éste cerró los ojos y los abrió parpadeando velozmente. Su cuerpo se encontraba totalmente regenerado, sus fuerzas tambien lo estaban. Almeyda se puso de pie, admirado por lo que había acontecido, mirando sus manos y apretándolas para probar su fuerza. Pero al mirar su cuerpo, pudo observar que todo era luminoso y brillantemente opaco, no permitía ver más allá de esa luz, que cubría todo el cuerpo de Almeyda.
De repente, la luz se apaga lentamente... El cuerpo del joven se vió cubierto de una armadura totalmente brillante y fascinante.**
-Pero si es.... Pero, si, es la escama marina del Hipocampo! Almeyda lo has logrado!!!-
-¿Que he logrado?¡ No entiendo a que te refieres. ¿Que es esta espectacular armadura?-
**Sin salir de su asombro, Francescoli, se tomó el tiempo de explicarle todo a Almeyda. Le contó que Poseidón era el dios de los mares y que ellos debían vivir para él, porque él lo dió todo por ellos. Tambien le confesó que había otro general marino aparte de él, y junto a él eran los únicos dos marinos de los 7 de Poseidón. Su nombre era Löwe, el general marino de Chrysaor.
Francescoli se había tomado el tiempo de explicarle todo con lujo detalle, y fue así, como Almeyda, había comprendido el porqué de todo.**
**Portando su armadura espectacular, Almeyda habia logrado despertar el cosmos de su interior, y eso le dió unas fuerzas increíbles, y conocimientos extraordinarios. Pero sabía que no podía revelar esos secretos a nadie en la isla.
Ahora, como general marino, todos los seres del océano debían respetar a Almeyda, el general de Hipocampo, el guerrero más cercano a Poseidón.**
Mientras la madre de Almeyda lloraba desconsoladamente sobre el hombro de su marido, Gallardo logra captar la atención de todos allí, con un grito... "Miren!!". Fue la alerta que indicaba que algo nuevo se había presentado en el mar. Era el cuerpo de Almeyda, el cual se encontraba flotando en el agua cara arriba, desmayado. Gallardo y Ramon Díaz fueron en su rescate y lo trajeron hasta la orilla.
Al despertar, Almeyda recordó lo que había pasado hace instantes y se los comentó a todos allí, aunque más de uno no prestó atención y se volvió a su cabaña. Los padres y los amigos del joven prefirieron seguirle el juego, ya que pensaban que eran una de sus tonterías producto de la descompensación, pero Almeyda no estaba tranquilo cada vez que pensaba en ello.
Los días pasaron... no había una sola noche en la que Almeyda no haya soñado con aquel momento inquietante que vivió en el mar. Desde ese momento, la Hipocondría se hizo dueño del cerebro de Almeyda, quien pensaba que esa luz al introducirse en su cuerpo, le había traído extrañas enfermedades. El joven siempre que tenía esas pesadillas, se levantaba muy traspirado y agitado, dominado totalmente por el miedo. Pero, por la sola razón de que se burlaban de él, prefirió no contarle sus problemas a sus padres, y tratar de encontrar una solución propia.
Una semana despúes de aquel hecho ocurrido en el mar, Almeyda se reunió con sus dos amigos a diambular por el centro de la isla, la parte menos turística, ya que había montañas en esa zona. De repente, los tres jovenes son sorprendidos por un sujeto imponente, con una capa negra...**
-Tú eres Almeyda... Creo poder ayudarte con tu problema, tus pesadillas...-
**Todos se miraron entre sí, sin entender que era lo que quería aquel sujeto. Pero Almeyda respondió decidido, preguntandole como era que sabía sobre su problema. Sin dar mayores vueltas, el hombre le pidió un momento a solas, y aunque Gallardo y Ramon Díaz, no estuvieran de acuerdo con la decisión de Almeyda, en aceptar dejarlos solos, se marcharon del lugar. Almeyda y aquel hombre se encontraban solos, frente a frente.
El silencio que duró más de un minuto entre ambos, se interrumpió luego de que el hombre ordenara...**
-Quiero que hagas lo siguiente. Te ayudaré con tu problema, y no tendrás más pesadillas y entenderás que fue lo que te pasó aquella vez...-
-Bien, dime que hacer porque no aguanto esta situación...-
-Sé que tú puedes hacerlo, porque eres el elegido, pero debo contar con tu capacidad de confianza y optimismo para ayudarte. Te daré una sola tarea, es un tanto difícil, pero no tanto como lo crees. Tus desmayos fueron producto de unas conexiones muy fuertes entre tu energía y la energía de la biodiversidad, es decir, de la naturaleza, la cual fue creada por los dioses al igual que cada ser vivo aquí. Dichos desmayos mostraron el fuerte lazo que se creó entre tú y los hipocampos, a los cuales admiras. Tú conciencia no lo sabe, porque fue tu energía la que se encuentra fuertemente ligada a la de estos seres.-
**Almeyda parecía entender de lo que ese sujeto hablaba, puesto que su admiración por los caballos marinos era correcta, y la sensación en su cuerpo cada vez que se acercaba a uno de ellos, era mágica, revolucionadora.**
-Mi nombre es Francescoli, soy el Príncipe de la Atlántida, la ciudad madre del océano. He sido enviado con el propósito de guiarte en tu camino. Tú no lo sabes, pero de aquí en adelante, tu vida cambiará completamente...-
-No entiendo de lo que hablas Francescoli-
-Esta tarea es muy importante, debemos dejar de hablar y ponernos a actuar. Quiero que te sumerjas en lo profundo del mar, y mates dos tiburones blancos, y los arrastres hasta la orilla. Puedes usar cualquier elemento de cuerpo a cuerpo, ya que pronto descubrirás otros recursos jajaja-
**Almeyda no entendía el porque de la risa cómplice de Francescoli, pero lo que más le llamó su atención fue la tarea que debía realizar. Se mostró realmente sorprendido...**
-¿Que!!!!!? Debo, arrastras dos tiburones blancos hacia la orilla? Matarlos? Disculpa pero eso es imposible.-
-No seas tonto! Nada es imposible. Podrás hacerlo, tienes la capacidad para hacerlo. Al sumergirte en el agua, debes conectarte espiritualmente con los hipocampos, ellos te darán una solución a traves de tu mente, ya que la conexión entre ustedes puede darse a larga distancia.-
-[Este tipo está loco, será mejor que le siga el juego, y una vez que me sumerja iré a jugar con los hipocampos] Correcto, lo haré-
**Francescoli se sorprendió al resultarle tan fácil converncerlo al joven. Por ello, el príncipe de la Atlántida, posó su trasero sobre una meseta rocosa que daba perfecta vista al océano, y mientras veía a Almeyda marcharse al agua, le dictó las condiciones...**
-No quiero nada de trampas. Me quedaré esperando días si es necesario hasta que salgas del agua y hayas cumplido con tu único trabajo. Debes arrastrar los tiburones hacia la orilla, tomando uno con cada mano. Suerte joven jajaja-
**Mientras Almeyda caminaba, resongaba por lo bajo...**
[Jajajaj que le hace creer a este tipo que lo obedeceré? Es un necio. Como se supone que mate un tiburón y peor aún, lo arrastre con una sola mano hacia la orilla, más de 300 metros!! Los tiburones blancos tienen más de diez veces mi peso, es algo totalmente imposible. En fin,, me iré a jugar con los hipocampos...-
**Luego de ingresar al agua, Almeyda se topó con los Hipocampos con los que siempre solía jugar. Uno de ellos se detuvo frente a él, mirándolo a los ojos fijamente. Almeyda trataba de decifrar que era lo que quería. Y fue mágico, como si el caballito de mar hablara el idioma y dialecto de Almeyda, le dijo dentro de la conciencia que debía cumplir con aquella tarea.**
~~Debes cumplir tu tarea Almeyda...~~
**Almeyda había quedado atónito, pues nunca llegó a esa conexión con ningún animal, siquiera, ser humano. Era algo impresionante. Despúes de unos minutos de quedarse en la misma posición con los ojos perdidos y pensando en todo lo que había ocurrido, Almeyda estaba decidido a cumplir con su objetivo, pues, todos confiaban en él, los Hipocampos, sus mejores amigos desde siempre, lo habían convencido.
Almeyda se sumergía más y más a aguas profundas, zona peligrosa donde habitaban los tiburones blancos, para poder toparse con dos de ellos. Las herramientas que llevaba el joven eran una lanza colgada con una cuerda en su espalda, y dos filosas navajas. Almeyda sentía que su cuerpo estaba rebozante de energía, y cada segundo que pasaba parecía tener más fuerzas, era algo increíble de sentir.
Fue allí, habían dos tiburones blancos alimentandose de lo que alguna vez fue un cachalote. Almeyda miraba desde arriba como los monstruos gigantes se alimentaban de uno más gigante aún. Pero estaba decidido, por su locura a cometer el acto más sorprendente de su vida. Poniendose firme y apretando las navajas, Almeyda nadó hacia los tiburones, ya sabiendo que hacer, teniendo una estrategia predeterminada. Almeyda sabía nadar muy bien y rápido, ya que toda su vida vivió en una isla en la cual el único pasatiempo que tenía era el océano...
Los tiburones se percataron de la presencia de Almeyda pero no prestaron interés, ya que no les resultaba amenazante...**
-[Haré lo que sea para reducir la población de estos asesinos marinos y que dejen de molestar a los débiles. No se meterán más con mis amigos los hipocampos!-
**Almeyda se dirigió sigilosamente a uno de los tiburones, y cuando estaba un metro cerca de él, le incrustó las dos navajas al mismo tiempo en sus ojos. Luego de esto, Almeyda se aferró al tiburon herido para no ser atacado por el otro salvaje. El tiburón ciego se sacudía de un lado al otro, creando remolinos que eran muy complicados de evadir para Almeyda. Esos gigantes eran imponentes, y aterradores para el joven, quien se mantenía agarrado a las aletas del tiburon ciego. Mientras tanto, el otro tiburón buscaba un perfil justo para atacar a Almeyda, pero su compañero no parada de sacudirse quejándose del insoportable dolor de sus ojos.
En ese momento, Almeyda creyó justa la ocasión para continuar con su estrategia y así asesinar a los dos tiburones. Mientras el tiburón ciego se sacudía y el otro estaba espectante del momento justo para atacar, Almeyda rozó con una de sus filosas navajas una de las aletas del tiburón sano, creándole una gran pérdida de sangre. Al realizar esto, Almeyda sabía muy bien que tenía esa sola oportunidad para escapar, y se impulsó con el ciego para alejarse lo más posible.
El tiburón con la aleta cortada no desaprovechó el momento, y trató de alcanzarlo con toda la furia canalizada. Pero cuando sus filosos dientes estaban a punto de atrapar a Almeyda, sucedió lo que el joven esperaba. El tiburón que lo perseguía había sido detenido, y morido por su compañero, el cual estaba ciego. Lo que había sucedido era que el tiburon ciego, al detectar y oler sangre roja en su entorno, atacó a aquello inmediatamente, sin pensarlo un segundo. El ciego le había arrancado la cola a su amigo... Ambos desataron una lucha feroz e impactante entre ellos, hasta despedazarse el uno al otro...
El tiburón ciego había logrado asesinar al otro dejándole marcas de sus dientes en todo el cuerpo, pero su gasto de energía fue tal, que el tiburón que seguía con vida se dejó caer hasta el suelo marino. Esa oportunidad no fue desaprovechada por Almeyda, quien tomó su lanza, y la arrojó con una fuerza que hasta él mismo se sorprendió. La lanza le atravezó el cráneo al tiburón, dejándolo así, sin vida.
Ambos salvajes se encontraban sin vida, y una parte de la tarea de Almeyda había sido completada a la perfección. Pero el problema inquietante era, como hacer para arrastrar a los gigantes hacia la orilla.
Almeyda sabía que la ayuda del agua era fundamentel porque le quitaba peso a los tiburones y eso ayudaría, junto con las corrientes de agua, a llevarlos a la orilla. De repente, los hipocampos aparecieron en el lugar, y la conexión entre ellos y Almeyda fue clave...**
~~Nosotros te ayudaremos...~~
**Almeyda miró apasionado a la colonia de caballitos de mar que se dirigieron rápidamente hacia los tiburones para intentar levantarlos. El joven con una de sus manos, agarró la cola de uno de los tiburones, y con la otra, introdujo su brazo en una gran abertura provocada por la mordedura fatal de los tiburones. De esa manera, y con mucha fuerza, Almeyda intentaba avanzar con las bestias pesadas... Las venas en sus biceps y espalda se le marcaban hasta más no poder. Era un trabajo arduo y difícil, cansador sobre todo. Pero Almeyda no se daba por vencido, aún sabiedo que contaba con la ayuda de los hipocampos, quienes tampoco se rendían a pesar de notarse cansados...
Siete horas, fue lo que le tomó a Almeyda recorrer los 150 metros hasta la orilla.
Viendo como el corpulento joven acarreaba las dos bestias, hacía rápidamente alusión a la mitología griega, en donde los Hipocampos eran los propulsores de la carreta divina que transportaba a Poseidón. Almeyda acarreaba los dos tiburones como si de la vida de su creador se tratara para salvarla.
Al llegar a la orilla, Almeyda deja caer su cuerpo sobre la arena, y ante la atenta mirada de Francescoli, aquella luz que Almeyda había visto dentro del agua, se presentó a un costado de él nuevamente.**
-Esa es! Esa es la luz del otro día!!!-
-No puedo creer lo que estoy viendo!!! Este muchacho logró esa semejante hazaña! Pensé que le costaría varios intentos pero no. Hizo uso de su gran inteligencia, propia de los caballos de mar, los más inteligentes del océano junto con los delfines. No lo creo, acaso esa luz es...-
**La luz extraña se dispersó sobre el cuerpo del agotado Almeyda, y éste se encontraba tan cansado que ni para hablar le daba la energía. Al introducirse la luz sobre la espalda de Almeyda, éste cerró los ojos y los abrió parpadeando velozmente. Su cuerpo se encontraba totalmente regenerado, sus fuerzas tambien lo estaban. Almeyda se puso de pie, admirado por lo que había acontecido, mirando sus manos y apretándolas para probar su fuerza. Pero al mirar su cuerpo, pudo observar que todo era luminoso y brillantemente opaco, no permitía ver más allá de esa luz, que cubría todo el cuerpo de Almeyda.
De repente, la luz se apaga lentamente... El cuerpo del joven se vió cubierto de una armadura totalmente brillante y fascinante.**
-Pero si es.... Pero, si, es la escama marina del Hipocampo! Almeyda lo has logrado!!!-
-¿Que he logrado?¡ No entiendo a que te refieres. ¿Que es esta espectacular armadura?-
**Sin salir de su asombro, Francescoli, se tomó el tiempo de explicarle todo a Almeyda. Le contó que Poseidón era el dios de los mares y que ellos debían vivir para él, porque él lo dió todo por ellos. Tambien le confesó que había otro general marino aparte de él, y junto a él eran los únicos dos marinos de los 7 de Poseidón. Su nombre era Löwe, el general marino de Chrysaor.
Francescoli se había tomado el tiempo de explicarle todo con lujo detalle, y fue así, como Almeyda, había comprendido el porqué de todo.**
**Portando su armadura espectacular, Almeyda habia logrado despertar el cosmos de su interior, y eso le dió unas fuerzas increíbles, y conocimientos extraordinarios. Pero sabía que no podía revelar esos secretos a nadie en la isla.
Ahora, como general marino, todos los seres del océano debían respetar a Almeyda, el general de Hipocampo, el guerrero más cercano a Poseidón.**
Akhantos- BRONCE
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