Ficha de Mihael Latterson
Página 1 de 1.
Ficha de Mihael Latterson
Mihael Latterson
"Ek niño prodigio"
16 Años / Dorada de Capricornio/Masculino/ Griego/ Capricornio
DESCRIPCIÓN FÍSICA
Altura 1.82 Peso 80 kg. De tez blanca, posee una figura esbelta y de complexión delgada con los músculos tonificados. De cabellera corta y revoltosa color azul, así como también sus ojos, rasgos realmente finos. Nariz respingada, ojos redondos y labios delgados.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Se trata de una persona totalmente soberbia y engreída, que cuando tiene la menor oportunidad trata de rebajar a la persona que tiene al lado sin importa que relación tenga con él, le resulta muy complicado por este motivo formar una amistad. Vive solo, o al menos eso siente él, a pesar de que ello no le guste. Su forma de ser es incompatible con la de los demás pero no tiene otra manera de relacionarse que no sea atacando a las personas, posiblemente por la infancia que vivió, por lo que no tiene otros recursos. Es violento en todos los sentidos y no se fija en lo que puede llegar a generar en los demás, algo que jamás pudo cambiar, a pesar de querer hacerlo.
GUSTOS Proteger a los indefensos. | DISGUSTOS Soportar sermones. |
HISTORIA
Mihael se crió en Grecia, en las afueras de Atenas, posiblemente en la zona más pobre de alrededores. Sus padres no le daban demasiada importancia por lo que se tuvo que criar en las calles. Hijo de un padre borracho y una madre prostituta, tuvo suerte de recibir influencias fuera del hogar, por lo que sus habilidades sociales están cerca de la nulidad.
El padre se dedicaba a pegarle luego de llegar a la casa en estados deplorables y la madre jamás se encontraba allí, por lo que Mihael sufrió mucho su infancia y su adolescencia, hasta que decidió que era el momento de tomar cartas en el asunto. Se dedicó de lleno a resolver los problemas familiares en la calle de forma violenta, por lo que su temperamento resultó realmente volátil, hasta que una noche terminó clavando un cuchillo en el pecho de su padre dividiendo en dos su esternón. No toleró más los abusos de él, y lejos de sentir arrepentimiento, se contentó con sus acciones.
La madre lo echó de la casa y desde ese momento se convirtió en un joven sin hogar, viviendo de lo que podría robar por las calles de Grecia, llevando una vida que no era apropiada para un joven de su edad.
De tanto vagar por las calles se metió en problemas día tras día, problemas incluso demasiado grandes para él, que lo único que tenía para perder era su vida.
Una mañana de frío extremo, Mihael se encontraba algo ligero de abrigo, por lo que decidió que era el momento para echar cartas en el asunto. Le robó un abrigo de piel al hombre más peligroso del barrio, a ese que hasta el más idiota sabía que no debía hacer algo así, pero el joven ya estaba más allá del bien y el mal... su situación era desesperante y no parecía que fuese a mejorar.
Sin demora en absoluto, el originariamente dueño del abrigo decidió tomar cartas en el asunto, por lo que fue en busca del joven peliazul. Era conocido por ser un hombre sumamente sanguinario y muy fuerte. Sin lugar a dudas Mihael se encontraba en graves problemas.
El hombre, conocido como Tiberio, comenzó a golpear al joven sin piedad; quien no podía hacer nada al respecto para defenderse, pero eso no generaba que dejara de golpearlo, Tiberio era verdaderamente sanguinario cuando quería.
Luego de una infernal golpiza parecía que el gigante estaba dispuesto a terminar con la vida del joven, quien se encontraba indefenso y desesperado para no perder su vida, a pesar de lo mala y triste que era. Tiberio preparó lo que parecía su golpe final, apuntando directamente a la cabeza del joven, y lo lanzó sin piedad. Mihael recordó todas las golpizas que su padre le daba y comenzó a arder de ira, toda la bronca de su vida presente y pasada parecían apoderarse de su cuerpo generando una fuerza y un calor inmenso desde su interior, se levantó sin inconvenientes y detuvo el golpe sin ningún problema. El gigante no entendía que ocurría, y menos aún entendió luego del impacto recibido, Mihael golpeó su estómago con todas sus fuerzas y pudo notar en su puño que había sido suficiente. Tiberio quedó tirado en el piso para jamás levantarse, si siquiera tuvo tiempo de expresar su dolor, falleció en el acto. Un adulto que pasaba vió la situación y no lo dudó un segundo, agarró de la mano al niño y empezó a caminar con rumbo desconocido para Mihael, que aún estaba en shock. El extraño parecía haber visto algo en él pero no estaba dispuesto a compartirlo. Así fue como ambos caminaron con rumbo desconocido.
Luego de horas de caminata frenaron en una pequeña cabaña, era el momento de descansar, pero Mihael seguía haciendo preguntas como durante todo el viaje, pero el extraño no contestó ninguna de ellas. Al quitarse la túnica, el joven peliazul logró ver un collar que el extraño tenía en su cuello, el mismo que le habían colocado en el hospital cuando nació sin el consentimiento de sus padres. Se trataba de una pequeña figura con una forma extraña, una mezcla entre una cabra con cola de pez, cosa que siempre le llamó la atención a Mihael pero sentía cariño por dicho collar como para conservarlo.
La cabaña tenía un corte antiguo, bien decorada, demasiado lujo para una persona como Mihael. Casi que se sentía incomodo en un lugar así, pero no tendría que pagar por él y eso lo dejaba más tranquilo, no tenía manera de costearse semejante lujo y la última vez que había estado en una cama semejante no lo recordaba. Posiblemente porque jamás conoció tanta comodidad, había nacido pobre, y cumplidos los 16 años seguía igual de pobre que en sus comienzos.
Si bien la vida había sido demasiado dura con é, hasta llegar al punto donde no podía sociabilizar con ninguna persona, este extraño sujeto tenía una energía que lograba calmar al joven peliazul. No podía explicar porque se daba esto, simplemente lo sentía en su interior, y eso generaba que le tuviese más paciencia de la que le tendría a cualquier otro. Por ese motivo todavía no había explotado de ira a pesar de la falta de respuestas que el sujeto proponía, pero ya había pasado demasiado tiempo desde que estaban huyendo sin saber hacia donde. Mihael necesitaba respuestas y creía ser capaz de conseguirlas de una manera u otra.
El joven siguió interrogando al extraño, pero esta vez a causa del collar que tenía en su cuello, el cual era el mismo que el suyo. Era todo muy extraño para Mihael y no parecía estar obteniendo respuestas de su captor o salvador, que estaba muy tranquilo y pensante, como si se encontrara dubitativo por algo.
La bronca del joven peliazul iba en aumento y parecía que no conocía límites, hasta que explotó por fin, y luego de gritar con todas sus fuerzas es misma energía que había sentido volvió a su cuerpo. En esta oportunidad era distinto, y Mihael notaba eso, era mucho más intenso que la última vez y podía notar como la percepción le cambiaba por completo. Enojado a más no poder lanzó su mano al aire cual revoleo de fastidio y el extraño se agachó rápidamente a sentir toda la energía de Mihael. Sin entender el porque, logró ver como la pared de la cabaña se partió en dos, cayendo violentamente al piso la parte diagonal superior.
Ahí fue cuando el extraño habló por primera vez.
-¿Acaso has pedido la cabeza?. ¿Cómo se te ocurre hacer algo así aquí?. Si no me hubiese percatado de como incendiaste tu cosmoenergía estaría partido al medio en estos momentos. De hecho es un milagro que no lo esté después de usar la Excalibur a su máxima expresión en mi contra, no puedes elevar tu cosmos hasta el límite y lanzar un ataque así, al menos no aquí muchacho. Eso déjalo para cuando lleguemos al Santuario.- expresó entre orgullo y preocupación. Sabía que lo que acababa de ocurrir era muy peligroso.
-¡Eh! ¿De qué demonios estás hablando? ¿Cómo es posible que haya partido en dos una pared de madera?... eso es imposible.- Mihael no podía salir de su asombro, no entendía nada de lo que había ocurrido, estaba tan perdido como cuando fue echado de la casa a vivir su destino.
El joven algo más calmado decidió que era el momento de presentarse. -Mi nombre es Aester. Te he estado buscando por mucho tiempo, pero no pude localizarte hasta que mostraste tu cosmoenergía, cosa que no debes volver a usar aquí. Y mucho menos en la magnitud que lo hiciste recién, no es para cualquiera el despertar del 7mo. Sentido, pero tu lo lograste sin ninguna instrucción previa y por eso casi pierdo la vida. A partir de ahora harás únicamente lo que yo diga y no te separarás de mi lado hasta llegar al Santuario.-
Mihael entendía cada vez menos lo que ocurría, pero lo único que le interesaba era tratar de comprender lo que había ocurrido para borrar su rostro de temor de una vez por todas, su cuerpo no paraba de templar y transpirar, se encontraba completamente pálido por lo que decidió sentarse en un banco de madera que tenía a sus espaldas. Por lo que Aester explotó. -¿Acaso eres idiota chico?. ¿Pretendes partir una pared en dos y quedarte sentado?. Hay que salir de aquí lo antes posible. ¡Vamos!.- le gritó para que reaccionara.
Ambos salieron corriendo del lugar sin dejar nada atrás, no querían ser detectados, por lo que caminaron lo más callados posibles; seguramente la noche los ayudara a camuflarse, pero aún así, Aester no quería tener problemas.
El extraño Aester era una persona de unos 35 años, de cabellera rubia y un corte revuelto similar al de Mihael, pero un poco más alto y robusto. Una de esas personas con la cual no quieres tener problemas.
Pasaron un par de horas de caminata, pero a pesar del cansancio ninguno se quejó, nadie emitió palabra de nada por ese tiempo hasta que el peliazul volvió a pedir explicaciones. Y como la caminata iba a ser larga Aester comenzó a contestar sus inquietudes.
-Desde tu nacimiento supe que ibas a ser un Caballero Dorado, fue por eso que puse el collar en tu cuello, pude presentirlo, pero no estaba seguro si estaba en lo cierto o no. Eso fue hasta que ví tu cosmos llegar al 7mo. Sentido y partir una pared a la mitad con la técnica más poderosa que ha conocido el Caballero Dorado de Capricornio, la Excalibur, una técnica realmente bestial como habrás notado. En el Santuario llevan mucho tiempo esperando tu llegada, es por eso que estoy aquí, ya no quedan dudas que eres el indicado pero necesitas entrenar muy duro. Tu talento es innato, pero sin la práctica no durarías ni un segundo con un Caballero de Bronce.- Aester largó todo lo que tenía que decir en muy poco tiempo y el peliazul no llegó a procesar lo que le estaba diciendo, no comprendía mucho, era demasiado información a la vez y desordenada.
-¡Un momento!.- exclamó con firmeza. -¿Qué diablos es el Santuario?. ¿Quiénes son los Caballeros Dorados y de Bronce?. Espero que no me estés tomando el pelo.- digo amenazante Mihael.
El clima parecía mucho más relajado entre ambos y las horas de caminata iban pasando, por lo que el sol estaba asomándose a lo lejos y la temperatura iba mejorando notoriamente, aún así era demasiado frío para Mihael y Aester le enseño a encender su cosmoenergía de manera controlada para no sufrir el frío.
La explicación de todo lo que necesitaba saber el joven antes de ingresar al Santuario ya había sido dada por su acompañante, pero todo era muy confuso y poco creíble aún, aunque ansiaba averiguar de que se trataba todo lo que le estaban diciendo.
Durante el largo viaje ambos tuvieron un pequeño inconveniente... estas tierras estaban llenas de ladrones que asaltaban en los caminos, y al ver que se trataba de una persona y un joven de poca edad decidieron que eran la presa ideal, se acercaron hacia ellos rodeándolos. No tenían lugar donde ir, doce personas los tenían cercados y necesitaban inventar algo para lograr escapar, sino podría llegar a ser su fin.
De más está decir que lo único que Mihael tenía era su abrigo de piel, y no estaba dispuesto a dárselo a nadie, después de todo casi pierde la vida por conseguirlo.
Los asaltantes comenzaron a acercarse hacia ambos con gritos amenazantes, pero Mihael no sentía temor alguno, y mucho menos después de partir a la mitad una pared. Mostró una sonrisa que demostraba su disfrute en esta situación y rápidamente encendió su cosmos. Aester lo miró con cara de preocupación, pero el joven peliazul respondió su mirada con otra sonrisa y con su brazo derecho trazó una línea en el piso para las personas que se encontraban delante suyo.
-Cualquiera que pase de esa línea morirá.- amenzó sonriente y con cierto grado de disfrute.
Los asaltantes no comprendían que había pasado, pero supusieron que era un truco para salir ilesos del problema, por lo que no pudieron contenerse y comenzaron a reirse de forma desenfrenada. El primer gracioso que se atrevió a pasar la línea marcada en el piso por Mihael sufrió las consecuencias, el joven extendió su brazo y partió al ladrón al medio estando a dos metros de distancia, por lo que los demás compañeros comenzaron a gritar y correr en sentido contrario al peliazul que no parecía haber disfrutado haber tomado la vida de dicha persona pero tenía en claro que se lo merecía y no tenía otra alternativa.
-Espero que no tengas que volver a hacer algo así, no con gente que no esté capacitada para responder de igual forma.- expresó Aester.
-¿Hay otras personas capaces de partir las cosas a la mitad?.- preguntó el joven asombrado.
-Hay gente que puede hacer cosas mucho más complejas que esa, cosas que ni siquiera puedes llegar a imaginarte, es por eso que debes entrenar duro. Cuando el destino de todos esté en juego tendrás que estar listo para luchar contra cualquier amenaza que se presente.- respondió con amabilidad el pelirubio.
La caminata continuó pero en esta oportunidad con el sol un poco más alto y calentando el cuerpo de ambos viajantes, quien estaban ansiosos de llegar, había sido un trayecto agotador entre montañas. Pero como todos saben, los caminos montañosos son lentos, complicados, y no se puede caminar de forma directa entre un punto y otro, y eso los vuelve tan desgastantes.
Mihael ya se encontraba pensando en todo lo que le esperaba en el maravilloso Santuario, o al menos eso creía él para estas alturas, y más aún cuando Aester le comentó todo lo relacionado al signo de Capricornio. Armadura que vestiría para la protección de la Diosa Athena y toda la humanidad. Al fin la vida de una pobre persona que le ocurrieron todas las cosas malas que le podían haber ocurrido tuvo uno luz de esperanza, luz que se fue alimentando con cada palabra que su acompañante le brindaba amablemente, casi que sentía una especie de conexión con él. ¿Sería la primer y única persona con la cual puede llevarse bien?. Era extraño pero en cuanto lo pensó un poco comenzó a asustarse. -¿Porque diablos me llevo tan bien con este sujeto?. Prácticamente no lo conozco, no tiene ningún sentido, su mera presencia debería estar irritándome.-
Luego de dichos pensamientos las ideas de Mihael cambiaron rotundamente, pasó de maravillarse por el Santuario y todas las cosas que le había dicho a preocuparse por el vínculo humano que estaba generando con la otra persona, algo que para cualquier podría considerarse sumamente normal pero que para el joven peliazul era completamente nuevo y lo asustaba más aún que todas las cosas que había visto y escuchado recientemente.
Los siguientes kilómetros que tuvieron que recorrer fueron un tanto más incómodos que antes y Aester se dió cuenta de inmediato, pero supuso que Mihael necesitaba una adaptación a toda la información nueva que había recibido y decidió no interrogarlo, al fin y al cabo estaba feliz con haber encontrado lo que estuvo buscando tanto tiempo.
La luz solar comenzaba a bajar nuevamente y el hambre estaba atacando los estómagos de ambos viajeros, pero por suerte para el peliazul en la mochila que cargaba Aester había suficiente alimento para ambos, así que se sentaron en un costado del camino apreciando la hermosa vista y comenzaron a comer. Mihael se dió cuenta que la comida era mucho mejor cuando te encontrabas observando desde lo alto un hermoso y florido bosque que estaba bajo suyo y ahí fue cuando se dió cuenta que podía vivir de esta manera sin ningún inconveniente, por lo que decidió que era ventajoso terminar su almuerzo pronto y reposar un poco con semejante vista, era increíble ver a los pájaros volando de árbol en árbol. Lo único que no le gustaba era el clima, pero eso era algo pasajero, ya llegarían las temperaturas más cálidas para disfrutar de semejantes paisajes que tenía alrededor.
El tiempo del descanso había llegado a su fin, pero ninguno de los dos querían partir, por lo que Aester decidió disfrutar diez minutos más en silencio de lo que el paisaje tenía para ofrecerles a sus ojos para luego continuar camino al Santuario. Una vez finalizado el merecido descanso ambos se pusieron de pie e iniciaron nuevamente la caminata que parecía ser eterna. Según el pelirubio era el último tramo grande en subida que quedaba antes de una pequeña villa que se encontraba arriba, pero Mihael ya no creía en promesas de distancias, sus piernas estaban pidiendo por favor que se recueste por lo menos un día entero para que recuperen su vitalidad.
La villa que se encontraba arriba era conocida con el nombre de Rodorio, y allí era donde vivía Aester, por ese motivo las ansias por llegar hasta allí. La cama lo estaba esperando antes de que la luz se vaya y para llegar a tiempo debían ajustar el ritmo de caminata por más que sus piernas deseen lo contrario. Ambos hicieron un gran esfuerzo y aceleraron el ritmo, pero el descenso del sol era cada vez más amenazante, pasó de ser sumamente lento y tedioso a un ritmo frenético y peligroso ya que ninguno de los dos quería tener que pasar la noche en ese frío agobiante.
Se veía la cima a pocos metros y la sonrisa de Mihael no le cabía en la cara, por poco se le cae una lágrima en muestras de extrema felicidad, pero era demasiado frío como para mostrar un sentimiento tan profundo. Ambos subieron la poca distancia que le quedaba y el joven pudo observar por primera vez el ingreso al hogar de su nuevo amigo Aester. Era de una simpleza maravillosa, con todos los detalles que Mihael hubiese soñado para su hogar, se sintió como si hubiese encontrado su lugar en el mundo. Por lo que decidió dar una breve recorrida de camino a la casa en la que se iban a alojar por la noche.
Las casas eran todas muy parecidas, con la pintura gastada, lo que le daba un toque especial según la consideración del peliazul. Sin lugar a dudas quería quedarse a vivir allí, pero Aester le cortó rápidamente la ilusión al comentarse donde tendría que pasar el resto de sus días, pero aún así podría dar unas visitas cortas cuando se lo permitieran.
Luego de la breve recorrida llegaron a la casa de Aester, igual de bella que el resto de las que había visto el joven, aunque el dueño no opinaba de la misma forma. Seguramente había tenido una vida mucho más cómoda que la que le tocó vivir al joven, y por eso la diferencias en el sentir de uno y otro con respecto al mismo objeto, para Mihael era el hogar que siempre quiso.
Luego de enseñarle el lugar donde iba a dormir se acostó y durmió en un santiamén, el cansancio le ganó la batalla antes de que ésta empezara, y lo mismo pasó con el propietario en cuanto probó su rústica cama.
La noche pasó con una velocidad que ni siquiera notaron el descanso, las cinco horas que habían dormido habían pasado como si de cinco minutos se habrían tratado, por lo que las piernas se encontrabas casi tan cansadas como al momento del ingreso al hogar. Pero aún así, el show debe continuar, por lo que Aester apuró al joven para que se levante de la cama.
El desayuno fue algo pobre y rápido pero Mihael no estaba acostumbrado ni siquiera a desayunar, por lo que le pareció un placer de reyes, y luego de finalizar dicha delicia partieron rumbo al Santuario.
El camino fue considerablemente más corto, ya que la entrada se encontraba al lado de la Villa, pero allí fue cuando Aester se despidió de Mihael. Le explicó que hasta allí podía llegar él, y que a partir de ese momento se encontraba solo, por lo que el joven peliazul lo saludó con sumo respeto y comenzó a subir las escaleras que lo depositarían en el Santuario que tanto quería conocer.
El padre se dedicaba a pegarle luego de llegar a la casa en estados deplorables y la madre jamás se encontraba allí, por lo que Mihael sufrió mucho su infancia y su adolescencia, hasta que decidió que era el momento de tomar cartas en el asunto. Se dedicó de lleno a resolver los problemas familiares en la calle de forma violenta, por lo que su temperamento resultó realmente volátil, hasta que una noche terminó clavando un cuchillo en el pecho de su padre dividiendo en dos su esternón. No toleró más los abusos de él, y lejos de sentir arrepentimiento, se contentó con sus acciones.
La madre lo echó de la casa y desde ese momento se convirtió en un joven sin hogar, viviendo de lo que podría robar por las calles de Grecia, llevando una vida que no era apropiada para un joven de su edad.
De tanto vagar por las calles se metió en problemas día tras día, problemas incluso demasiado grandes para él, que lo único que tenía para perder era su vida.
Una mañana de frío extremo, Mihael se encontraba algo ligero de abrigo, por lo que decidió que era el momento para echar cartas en el asunto. Le robó un abrigo de piel al hombre más peligroso del barrio, a ese que hasta el más idiota sabía que no debía hacer algo así, pero el joven ya estaba más allá del bien y el mal... su situación era desesperante y no parecía que fuese a mejorar.
Sin demora en absoluto, el originariamente dueño del abrigo decidió tomar cartas en el asunto, por lo que fue en busca del joven peliazul. Era conocido por ser un hombre sumamente sanguinario y muy fuerte. Sin lugar a dudas Mihael se encontraba en graves problemas.
El hombre, conocido como Tiberio, comenzó a golpear al joven sin piedad; quien no podía hacer nada al respecto para defenderse, pero eso no generaba que dejara de golpearlo, Tiberio era verdaderamente sanguinario cuando quería.
Luego de una infernal golpiza parecía que el gigante estaba dispuesto a terminar con la vida del joven, quien se encontraba indefenso y desesperado para no perder su vida, a pesar de lo mala y triste que era. Tiberio preparó lo que parecía su golpe final, apuntando directamente a la cabeza del joven, y lo lanzó sin piedad. Mihael recordó todas las golpizas que su padre le daba y comenzó a arder de ira, toda la bronca de su vida presente y pasada parecían apoderarse de su cuerpo generando una fuerza y un calor inmenso desde su interior, se levantó sin inconvenientes y detuvo el golpe sin ningún problema. El gigante no entendía que ocurría, y menos aún entendió luego del impacto recibido, Mihael golpeó su estómago con todas sus fuerzas y pudo notar en su puño que había sido suficiente. Tiberio quedó tirado en el piso para jamás levantarse, si siquiera tuvo tiempo de expresar su dolor, falleció en el acto. Un adulto que pasaba vió la situación y no lo dudó un segundo, agarró de la mano al niño y empezó a caminar con rumbo desconocido para Mihael, que aún estaba en shock. El extraño parecía haber visto algo en él pero no estaba dispuesto a compartirlo. Así fue como ambos caminaron con rumbo desconocido.
Luego de horas de caminata frenaron en una pequeña cabaña, era el momento de descansar, pero Mihael seguía haciendo preguntas como durante todo el viaje, pero el extraño no contestó ninguna de ellas. Al quitarse la túnica, el joven peliazul logró ver un collar que el extraño tenía en su cuello, el mismo que le habían colocado en el hospital cuando nació sin el consentimiento de sus padres. Se trataba de una pequeña figura con una forma extraña, una mezcla entre una cabra con cola de pez, cosa que siempre le llamó la atención a Mihael pero sentía cariño por dicho collar como para conservarlo.
La cabaña tenía un corte antiguo, bien decorada, demasiado lujo para una persona como Mihael. Casi que se sentía incomodo en un lugar así, pero no tendría que pagar por él y eso lo dejaba más tranquilo, no tenía manera de costearse semejante lujo y la última vez que había estado en una cama semejante no lo recordaba. Posiblemente porque jamás conoció tanta comodidad, había nacido pobre, y cumplidos los 16 años seguía igual de pobre que en sus comienzos.
Si bien la vida había sido demasiado dura con é, hasta llegar al punto donde no podía sociabilizar con ninguna persona, este extraño sujeto tenía una energía que lograba calmar al joven peliazul. No podía explicar porque se daba esto, simplemente lo sentía en su interior, y eso generaba que le tuviese más paciencia de la que le tendría a cualquier otro. Por ese motivo todavía no había explotado de ira a pesar de la falta de respuestas que el sujeto proponía, pero ya había pasado demasiado tiempo desde que estaban huyendo sin saber hacia donde. Mihael necesitaba respuestas y creía ser capaz de conseguirlas de una manera u otra.
El joven siguió interrogando al extraño, pero esta vez a causa del collar que tenía en su cuello, el cual era el mismo que el suyo. Era todo muy extraño para Mihael y no parecía estar obteniendo respuestas de su captor o salvador, que estaba muy tranquilo y pensante, como si se encontrara dubitativo por algo.
La bronca del joven peliazul iba en aumento y parecía que no conocía límites, hasta que explotó por fin, y luego de gritar con todas sus fuerzas es misma energía que había sentido volvió a su cuerpo. En esta oportunidad era distinto, y Mihael notaba eso, era mucho más intenso que la última vez y podía notar como la percepción le cambiaba por completo. Enojado a más no poder lanzó su mano al aire cual revoleo de fastidio y el extraño se agachó rápidamente a sentir toda la energía de Mihael. Sin entender el porque, logró ver como la pared de la cabaña se partió en dos, cayendo violentamente al piso la parte diagonal superior.
Ahí fue cuando el extraño habló por primera vez.
-¿Acaso has pedido la cabeza?. ¿Cómo se te ocurre hacer algo así aquí?. Si no me hubiese percatado de como incendiaste tu cosmoenergía estaría partido al medio en estos momentos. De hecho es un milagro que no lo esté después de usar la Excalibur a su máxima expresión en mi contra, no puedes elevar tu cosmos hasta el límite y lanzar un ataque así, al menos no aquí muchacho. Eso déjalo para cuando lleguemos al Santuario.- expresó entre orgullo y preocupación. Sabía que lo que acababa de ocurrir era muy peligroso.
-¡Eh! ¿De qué demonios estás hablando? ¿Cómo es posible que haya partido en dos una pared de madera?... eso es imposible.- Mihael no podía salir de su asombro, no entendía nada de lo que había ocurrido, estaba tan perdido como cuando fue echado de la casa a vivir su destino.
El joven algo más calmado decidió que era el momento de presentarse. -Mi nombre es Aester. Te he estado buscando por mucho tiempo, pero no pude localizarte hasta que mostraste tu cosmoenergía, cosa que no debes volver a usar aquí. Y mucho menos en la magnitud que lo hiciste recién, no es para cualquiera el despertar del 7mo. Sentido, pero tu lo lograste sin ninguna instrucción previa y por eso casi pierdo la vida. A partir de ahora harás únicamente lo que yo diga y no te separarás de mi lado hasta llegar al Santuario.-
Mihael entendía cada vez menos lo que ocurría, pero lo único que le interesaba era tratar de comprender lo que había ocurrido para borrar su rostro de temor de una vez por todas, su cuerpo no paraba de templar y transpirar, se encontraba completamente pálido por lo que decidió sentarse en un banco de madera que tenía a sus espaldas. Por lo que Aester explotó. -¿Acaso eres idiota chico?. ¿Pretendes partir una pared en dos y quedarte sentado?. Hay que salir de aquí lo antes posible. ¡Vamos!.- le gritó para que reaccionara.
Ambos salieron corriendo del lugar sin dejar nada atrás, no querían ser detectados, por lo que caminaron lo más callados posibles; seguramente la noche los ayudara a camuflarse, pero aún así, Aester no quería tener problemas.
El extraño Aester era una persona de unos 35 años, de cabellera rubia y un corte revuelto similar al de Mihael, pero un poco más alto y robusto. Una de esas personas con la cual no quieres tener problemas.
Pasaron un par de horas de caminata, pero a pesar del cansancio ninguno se quejó, nadie emitió palabra de nada por ese tiempo hasta que el peliazul volvió a pedir explicaciones. Y como la caminata iba a ser larga Aester comenzó a contestar sus inquietudes.
-Desde tu nacimiento supe que ibas a ser un Caballero Dorado, fue por eso que puse el collar en tu cuello, pude presentirlo, pero no estaba seguro si estaba en lo cierto o no. Eso fue hasta que ví tu cosmos llegar al 7mo. Sentido y partir una pared a la mitad con la técnica más poderosa que ha conocido el Caballero Dorado de Capricornio, la Excalibur, una técnica realmente bestial como habrás notado. En el Santuario llevan mucho tiempo esperando tu llegada, es por eso que estoy aquí, ya no quedan dudas que eres el indicado pero necesitas entrenar muy duro. Tu talento es innato, pero sin la práctica no durarías ni un segundo con un Caballero de Bronce.- Aester largó todo lo que tenía que decir en muy poco tiempo y el peliazul no llegó a procesar lo que le estaba diciendo, no comprendía mucho, era demasiado información a la vez y desordenada.
-¡Un momento!.- exclamó con firmeza. -¿Qué diablos es el Santuario?. ¿Quiénes son los Caballeros Dorados y de Bronce?. Espero que no me estés tomando el pelo.- digo amenazante Mihael.
El clima parecía mucho más relajado entre ambos y las horas de caminata iban pasando, por lo que el sol estaba asomándose a lo lejos y la temperatura iba mejorando notoriamente, aún así era demasiado frío para Mihael y Aester le enseño a encender su cosmoenergía de manera controlada para no sufrir el frío.
La explicación de todo lo que necesitaba saber el joven antes de ingresar al Santuario ya había sido dada por su acompañante, pero todo era muy confuso y poco creíble aún, aunque ansiaba averiguar de que se trataba todo lo que le estaban diciendo.
Durante el largo viaje ambos tuvieron un pequeño inconveniente... estas tierras estaban llenas de ladrones que asaltaban en los caminos, y al ver que se trataba de una persona y un joven de poca edad decidieron que eran la presa ideal, se acercaron hacia ellos rodeándolos. No tenían lugar donde ir, doce personas los tenían cercados y necesitaban inventar algo para lograr escapar, sino podría llegar a ser su fin.
De más está decir que lo único que Mihael tenía era su abrigo de piel, y no estaba dispuesto a dárselo a nadie, después de todo casi pierde la vida por conseguirlo.
Los asaltantes comenzaron a acercarse hacia ambos con gritos amenazantes, pero Mihael no sentía temor alguno, y mucho menos después de partir a la mitad una pared. Mostró una sonrisa que demostraba su disfrute en esta situación y rápidamente encendió su cosmos. Aester lo miró con cara de preocupación, pero el joven peliazul respondió su mirada con otra sonrisa y con su brazo derecho trazó una línea en el piso para las personas que se encontraban delante suyo.
-Cualquiera que pase de esa línea morirá.- amenzó sonriente y con cierto grado de disfrute.
Los asaltantes no comprendían que había pasado, pero supusieron que era un truco para salir ilesos del problema, por lo que no pudieron contenerse y comenzaron a reirse de forma desenfrenada. El primer gracioso que se atrevió a pasar la línea marcada en el piso por Mihael sufrió las consecuencias, el joven extendió su brazo y partió al ladrón al medio estando a dos metros de distancia, por lo que los demás compañeros comenzaron a gritar y correr en sentido contrario al peliazul que no parecía haber disfrutado haber tomado la vida de dicha persona pero tenía en claro que se lo merecía y no tenía otra alternativa.
-Espero que no tengas que volver a hacer algo así, no con gente que no esté capacitada para responder de igual forma.- expresó Aester.
-¿Hay otras personas capaces de partir las cosas a la mitad?.- preguntó el joven asombrado.
-Hay gente que puede hacer cosas mucho más complejas que esa, cosas que ni siquiera puedes llegar a imaginarte, es por eso que debes entrenar duro. Cuando el destino de todos esté en juego tendrás que estar listo para luchar contra cualquier amenaza que se presente.- respondió con amabilidad el pelirubio.
La caminata continuó pero en esta oportunidad con el sol un poco más alto y calentando el cuerpo de ambos viajantes, quien estaban ansiosos de llegar, había sido un trayecto agotador entre montañas. Pero como todos saben, los caminos montañosos son lentos, complicados, y no se puede caminar de forma directa entre un punto y otro, y eso los vuelve tan desgastantes.
Mihael ya se encontraba pensando en todo lo que le esperaba en el maravilloso Santuario, o al menos eso creía él para estas alturas, y más aún cuando Aester le comentó todo lo relacionado al signo de Capricornio. Armadura que vestiría para la protección de la Diosa Athena y toda la humanidad. Al fin la vida de una pobre persona que le ocurrieron todas las cosas malas que le podían haber ocurrido tuvo uno luz de esperanza, luz que se fue alimentando con cada palabra que su acompañante le brindaba amablemente, casi que sentía una especie de conexión con él. ¿Sería la primer y única persona con la cual puede llevarse bien?. Era extraño pero en cuanto lo pensó un poco comenzó a asustarse. -¿Porque diablos me llevo tan bien con este sujeto?. Prácticamente no lo conozco, no tiene ningún sentido, su mera presencia debería estar irritándome.-
Luego de dichos pensamientos las ideas de Mihael cambiaron rotundamente, pasó de maravillarse por el Santuario y todas las cosas que le había dicho a preocuparse por el vínculo humano que estaba generando con la otra persona, algo que para cualquier podría considerarse sumamente normal pero que para el joven peliazul era completamente nuevo y lo asustaba más aún que todas las cosas que había visto y escuchado recientemente.
Los siguientes kilómetros que tuvieron que recorrer fueron un tanto más incómodos que antes y Aester se dió cuenta de inmediato, pero supuso que Mihael necesitaba una adaptación a toda la información nueva que había recibido y decidió no interrogarlo, al fin y al cabo estaba feliz con haber encontrado lo que estuvo buscando tanto tiempo.
La luz solar comenzaba a bajar nuevamente y el hambre estaba atacando los estómagos de ambos viajeros, pero por suerte para el peliazul en la mochila que cargaba Aester había suficiente alimento para ambos, así que se sentaron en un costado del camino apreciando la hermosa vista y comenzaron a comer. Mihael se dió cuenta que la comida era mucho mejor cuando te encontrabas observando desde lo alto un hermoso y florido bosque que estaba bajo suyo y ahí fue cuando se dió cuenta que podía vivir de esta manera sin ningún inconveniente, por lo que decidió que era ventajoso terminar su almuerzo pronto y reposar un poco con semejante vista, era increíble ver a los pájaros volando de árbol en árbol. Lo único que no le gustaba era el clima, pero eso era algo pasajero, ya llegarían las temperaturas más cálidas para disfrutar de semejantes paisajes que tenía alrededor.
El tiempo del descanso había llegado a su fin, pero ninguno de los dos querían partir, por lo que Aester decidió disfrutar diez minutos más en silencio de lo que el paisaje tenía para ofrecerles a sus ojos para luego continuar camino al Santuario. Una vez finalizado el merecido descanso ambos se pusieron de pie e iniciaron nuevamente la caminata que parecía ser eterna. Según el pelirubio era el último tramo grande en subida que quedaba antes de una pequeña villa que se encontraba arriba, pero Mihael ya no creía en promesas de distancias, sus piernas estaban pidiendo por favor que se recueste por lo menos un día entero para que recuperen su vitalidad.
La villa que se encontraba arriba era conocida con el nombre de Rodorio, y allí era donde vivía Aester, por ese motivo las ansias por llegar hasta allí. La cama lo estaba esperando antes de que la luz se vaya y para llegar a tiempo debían ajustar el ritmo de caminata por más que sus piernas deseen lo contrario. Ambos hicieron un gran esfuerzo y aceleraron el ritmo, pero el descenso del sol era cada vez más amenazante, pasó de ser sumamente lento y tedioso a un ritmo frenético y peligroso ya que ninguno de los dos quería tener que pasar la noche en ese frío agobiante.
Se veía la cima a pocos metros y la sonrisa de Mihael no le cabía en la cara, por poco se le cae una lágrima en muestras de extrema felicidad, pero era demasiado frío como para mostrar un sentimiento tan profundo. Ambos subieron la poca distancia que le quedaba y el joven pudo observar por primera vez el ingreso al hogar de su nuevo amigo Aester. Era de una simpleza maravillosa, con todos los detalles que Mihael hubiese soñado para su hogar, se sintió como si hubiese encontrado su lugar en el mundo. Por lo que decidió dar una breve recorrida de camino a la casa en la que se iban a alojar por la noche.
Las casas eran todas muy parecidas, con la pintura gastada, lo que le daba un toque especial según la consideración del peliazul. Sin lugar a dudas quería quedarse a vivir allí, pero Aester le cortó rápidamente la ilusión al comentarse donde tendría que pasar el resto de sus días, pero aún así podría dar unas visitas cortas cuando se lo permitieran.
Luego de la breve recorrida llegaron a la casa de Aester, igual de bella que el resto de las que había visto el joven, aunque el dueño no opinaba de la misma forma. Seguramente había tenido una vida mucho más cómoda que la que le tocó vivir al joven, y por eso la diferencias en el sentir de uno y otro con respecto al mismo objeto, para Mihael era el hogar que siempre quiso.
Luego de enseñarle el lugar donde iba a dormir se acostó y durmió en un santiamén, el cansancio le ganó la batalla antes de que ésta empezara, y lo mismo pasó con el propietario en cuanto probó su rústica cama.
La noche pasó con una velocidad que ni siquiera notaron el descanso, las cinco horas que habían dormido habían pasado como si de cinco minutos se habrían tratado, por lo que las piernas se encontrabas casi tan cansadas como al momento del ingreso al hogar. Pero aún así, el show debe continuar, por lo que Aester apuró al joven para que se levante de la cama.
El desayuno fue algo pobre y rápido pero Mihael no estaba acostumbrado ni siquiera a desayunar, por lo que le pareció un placer de reyes, y luego de finalizar dicha delicia partieron rumbo al Santuario.
El camino fue considerablemente más corto, ya que la entrada se encontraba al lado de la Villa, pero allí fue cuando Aester se despidió de Mihael. Le explicó que hasta allí podía llegar él, y que a partir de ese momento se encontraba solo, por lo que el joven peliazul lo saludó con sumo respeto y comenzó a subir las escaleras que lo depositarían en el Santuario que tanto quería conocer.
Diseño de Kurosaki para SourceCode
Etsu- PLATA
- Sexo :
Signo :
Cantidad de envíos : 2437
Fecha de inscripción : 17/04/2009
Edad : 40
Localización : Capital Federal
Temas similares
» Ficha de Mihael Latterson
» Logros del usuario "Mihael"
» Solicito Primer Batalla de Entrenamiento (Mihael de Capricornio)
» Ficha de Yue
» Ficha de Yue
» Logros del usuario "Mihael"
» Solicito Primer Batalla de Entrenamiento (Mihael de Capricornio)
» Ficha de Yue
» Ficha de Yue
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.