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Saint Seiya Gaiden - Tomo 1

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Mensaje por Apu Sáb Nov 16 2013, 16:41






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Apu
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ÁNGEL CAÍDO
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Saint Seiya Gaiden - Tomo 1 Empty Re: Saint Seiya Gaiden - Tomo 1

Mensaje por Apu Sáb Nov 16 2013, 19:57

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"Cuando el mal resurge en la tierra, aparecen los caballeros de la esperanza, ¡Los caballeros de Athena! Ellos visten las armaduras que representan las 88 constelaciones y mantienen la paz a costa de sus vidas. Dicen que sus puños desgarran el cielo y estremecen la tierra... "









** Según el mito el valle de las 5 viejas montañas fue lo primero que se creó, fue ese el lugar que primero apareció y el cual tiene un origen divino. Cuenta la leyenda que de allí surgieron todas las estrellas que se encuentran en el firmamento, las cuales en agradecimiento devuelven su luz a la tierra la cual se materializó en forma de agua creando una gran y poderosa cascada, el colmillo de dragón, un torrente de agua inexpugnable que baña y nutre las bases de todos los picos.


De pronto una sombra aparece sobre el agua que desborda de la cascada. Se puede ver a un joven con aspecto duro, mirada fría y calculadora, un físico desarrollado pero a su vez con una serenidad extrema acercarse paso a paso a la cascada, su nombre era Gaudi, su fama le precedía, era un forajido, un bárbaro que había ganado toda batalla en la que había participado, pero lo que era más temido que su fuerza, era su sapiencia. Su sabiduría era como el viento, podía envolver con su saber acogedor como una suave brisa en el cálido verano así como en un instante podía transformarse en un poderoso huracán que podía arrasar con la tierra. Su presencia era impasible e imponente como el mismo tiempo. Su misión era guardar que aquella cascada, colmillo de dragón, como fue bautizada por los aldeanos cercanos, siguiera intacta por el fin de los tiempos.


Custodiando los 5 antiguos picos se encuentra un caballero dorado, el más poderoso de los que se haya conocido, el aún puede recordar su nombre, pero no hay nadie que pueda pronunciarlo, pues desde hace más de un siglo, custodia receloso un sello de Athena que se encuentra cerca de esos viejos picos. Aquel anciano era conocido como Shiryu. Él debía cumplir con una misión encomendada por Athena, quien velaba por la paz y el amor en la tierra.


El aspecto frágil, marchito y moribundo que tenía su apariencia, que era la de un viejo hombre el cual había sucumbido al paso del tiempo no develaba en absoluto el verdadero poder que escondía en su interior. Según consta en los anales de la historia este hombre siempre contó con ese cuerpo, no se sabe desde cuándo ni cómo ha cambiado tanto, pero se tiene la certeza que sentado allí como siempre, en uno de los viejos picos, él con su cosmoenergía había vencido a ejércitos enteros en nombre de Athena.


Sentado en un viejo pico, como todos los días, a toda hora, meditando, procurando llevar a cabo su misión algo lo altera por un breve instante, una milésima de segundo había bastado para que él se sienta invadido pero a la vez reconfortado. Una sonrisa se dibuja en su rostro y su cosmos empieza a aflorar poco a poco de su cuerpo, así como los pétalos de una rosa se abren lentamente en la primavera.


Un aura que no pertenecía al viejo maestro empieza a cubrirlo poco a poco hasta sobrepasar el débil e incipiente cosmos que salía de su cuerpo. El rostro de Shiryu no había cambiado. Elevó su cosmos haciendo explotar su fuerza interna y unos susurros salieron de su boca. Pretendía conversar con aquella extraña pero familiar energía. **








** Es un misterio para el mundo el poder de un dios, pues los humanos en estos últimos tiempos se han vuelto olvidadizos, se hicieron presos de su propia imaginación, luego de cada pacificación divina realizada con el objetivo de traerlos cada vez más cerca de la verdad eligieron caer en las garras de la mentira y de la autosuficiencia. Ellos mantienen cerrados los ojos a la verdad, sólo los caballeros son aquellos que han abierto los ojos a la luz y es Athena, su diosa quien los guía.


Todos ellos se encuentran reunidos en el santuario de Athena, en Grecia. Una gran maravilla de la historia y la arquitectura, un fuerte robusto e imponente desde su construcción, pero también un lugar prohibido, es por eso que está celosamente oculto a la vista de los humanos y sólo quienes han abierto sus ojos a la verdad pueden verlo.
Este lugar no solamente era un fuerte contra las guerras santas y los caprichos de los dioses, sino también era un templo de conocimiento y sabiduría. Dentro del santuario se conversaban todo tipo de documentos, desde que los dioses habían decidido crear a los humanos, allí es donde se encontraban todos los secretos de la humanidad, que conservaban para que las generaciones futuras no cometieran los mismos errores que las pasadas.


Observándolo desde lejos se podía ver una gran fuente donde el agua emanaba tan limpia y cristalina que pareciera no existir; contaba con dos grandes villas, una a cada punta del lugar donde los guerreros de menor rango eran alojados; un grandioso y majestuoso coliseo, que era lugar de grandes y arduas batallas en busca del honor y la gloria; una gran biblioteca que vista desde afuera parecía ser una de las cosas más importante del santuario, y así lo era, puesto que la diosa que lo regía era la de la guerra y la sabiduría; y en medio del mismo se encontraba un gran camino entre medio de unas montañas, un camino serpenteado que empezaba al pie de las montañas y terminaba en la cima de esta y distribuidos simétricamente en el camino se encontraban 12 templos y al final de estos 12 templos podían verse dos más, pero estos últimos se encontraban pegados.


Estos templos eran el alma de aquel lugar, cada templo recibía un nombre por cada estadio que tenía el sol desde el Avix hasta el Fénix. El primer templo era el Hakuyoukyū, el templo del canero blanco regido por la constelación de Aries, seguían el Hakuyoukyū (Templo del Toro Dorado), Sōjikyū (Templo de los Gemelos), Kyokaikyū (Templo del Cangrejo Gigante), Shishikyū (Templo del León), Shojokyū (Templo de la Doncella), Tenbinkyū (Templo de la Balanza), TenKatsukyū (Templo del Escorpión Celestial), Jimbakyū (Templo del Centauro), Zanyoukyū (Templo de la Cabra Montes), Houbinkyū (Templo de la Urna del Tesoro) y el Sougyokyū (Templo de los Peces Gemelos).


Uno tras otro se encontraban los 12 templos que representaban a cada signo del zodiaco, los cuales eran custodiados por guardianes que impedían el paso a cualquiera que se les acercase. Aquel camino que atravesaba los doce templos llevaba directamente el templo del patriarca, gobernante del santuario, y detrás de ese templo se encontraba nada más y nada menos que el templo construido especialmente para la diosa Athena quien lo ocupaba cuando decidía volver a renacer en la tierra.


Cada guerrero que estaba dentro de cada uno de los doce templos que cuidaban el santuario tenían a su vez una causa, un propósito de su ser en tan preciado lugar. Cada uno de esos guerreros eran conocidos como los más poderosos de entre los 88 que custodiaban el santuario, eran la elite de la misma elite: Los caballeros dorados.


Cada templo poseía un nombre místico, cuya sola mención evocaba en las mentes sensaciones de luz, oscuridad, sombras, buenos y malos augurios, serenidad y caos. Los signos del zodiaco eran para algunas personas solamente el mero hecho de determinar la conducta o el carácter de alguien, pero para los caballeros dorados su constelación representaba su manera de vivir, su protección y su guía, pero estos a su vez dotados con el poder de la esperanza eran capaz de torcer sus propios destinos venciendo a hombres, naciones e incluso… dioses.


Entrando en la primera casa, se puede casi sentir la emanación de una benévola energía a la que estos guerreros llaman cosmo. Dentro del templo, reposa en meditación el joven Kiki, para muchos, el líder innegable de los santos dorados. Desde la casa de Aries un poderoso cosmos podía sentirse expandirse cada vez más. El caballero de Aries se encontraba en un estado de profunda paz y serenidad, custodiando la entrada de su templo y a su vez proyectando su cosmoenergía a lo lejos cuando en un instante un cosmos que no era el suyo cubre parcialmente su cuerpo. El caballero dorado abre sus ojos expresando una calma como la que presenta un lago después de haber sido asediado por la lluvia. Es justo allí cuando una voz amiga habla directamente a su cosmo. **



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- Kiki, el tiempo que tanto hemos temido está por llegar, el sello de Athena impuesto en el Portón del Tiempo es cada día más débil, en verdad debemos estar más atentos que nunca, el enemigo… -


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- ¡Maestro! ¿No es posible detener esta guerra antes de que inicie? - {Pregunta Kiki interrumpiendo, con la frágil llama de la esperanza así como la llama del fuego que es avivada por el viento.}


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- No. - {Responde Shiryu con una pesadumbre evidente.} - Eso no está a nuestro alcance, no existen las casualidades Kiki, sólo existe lo inevitable. Nuestra misión como caballeros en estos tiempos seguramente ha girado en torno a estos acontecimientos. Los dioses, así como el destino, son ineludibles. -


** Kiki recibe las noticias sintiendo un velo caer sobre su alma. La batalla final. La conflagración con la diosa de la calamidad: Pallas. Tantas veces escuchó y pensó acerca de esto, tantas veces lo vio tan lejano, que siendo ahora mismo el momento previo a tan terrible conflicto se antojaba irreal, un mal sueño. **


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- Nuestra Señora Atenea sabe de esto. - {Afirma el Carnero Dorado con decisión.} - Ha ordenado una serie de movimientos para muchos incomprensibles, sin embargo, reconozco su compasión y su amor los humanos... Aunque ahora Athena parece ser otra, ya las tropas de asalto del santuario se han retirado. Quedan algunos santos de bronce y de plata, la diosa está moviendo las piezas para el juego final. -


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- ¡Kiki! - {Exclama Shiryu con autoridad.} - Esto no es un juego.-


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{Con pena Kiki responde.} - Te ofrezco una disculpa, Maestro. No pude evitar hacer esa observación, a veces, mi naturaleza no me ayuda a afrontar este destino que me parece en ocasiones... tan absurdo. -


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- Los pensamientos de los dioses, no son los pensamientos del hombre, lo que para ellos podría resultar un juego, en nosotros exige un valor extraordinario que nos eleva más allá de su propia condición, ser un dios no es fácil, a mi modo de ver, pero ser humano es una tarea que los dioses jamás podrán comprender en su totalidad por lo difícil que resulta ser eso... al menos, no todos los dioses. -


** Kiki no pudo por menos evitar sonreír, pensando en Shaka. Ese Santo llamado el más cercano a ser un dios, tan poderoso, tan inmutable, pero a la vez tan terrible y tan lejano... ¿acaso ser dios implica el aislamiento? Kiki sacude su cabeza haciendo a un lado la imagen de quien fuera santo de Virgo. **


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- ¿Qué hay de Ryuho? -


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- Mi hijo ha terminado su tarea, encontrará en su destino la tranquilidad para poder sobrellevar la pérdida que está a punto de enfrentar. - {Shiryu presentía lo cruel de la guerra venidera, y con conciencia, pensaba en su propia muerte.} - Pero al menos, sé que la tristeza cambiará por resignación, él más que nadie puede comprender las razones que me llevarán a irme de su lado para siempre. Ahora dime Kiki ¿Cómo se encuentran nuestras fuerzas? ¿Sus almas se encuentran llenas de dudas como la tuya? -


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{Tomado por sorpresa, Kiki respondió de manera inmediata.} - Estoy listo para enfrentar lo que sea, este estado sólo es pasajero. -


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- Sé que llegado el momento, tú temor y tus dudas se tornarán en valor y coraje; que defenderás a este mundo como está escrito en las estrellas desde el inicio de los tiempos. -


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- ¡Gracias, Maestro! - {La seguridad de las palabras del anciano lo llenaron de confianza y ubicaron en su mente el propósito último, la causa justa y santa, perdida en el caos de su búsqueda.}


** Shiryu estaba triste también. No por él, no en verdad. Sino por los sacrificios de jóvenes vidas que indudablemente vendrían. Él era un sobreviviente de la última guerra contra Marte. Era testigo vivo de lo cruel, de lo inmensurablemente dañino que es el rastro de una guerra santa. ¿Cómo podía en ocasiones inculcar serenidad en los jóvenes, cuando por momentos, su mente y su cosmo experimentaban justamente las mismas sensaciones que los de ellos? **


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- Athena se encuentra en su templo, Maestro, y con mis compañeros, todavía no podemos entender por qué ninguno de nosotros ha podido salir del santuario en ayuda de los caballeros de acero, bronce y plata que se deben de encontrar en el campo de batalla. Todos están listos y aniosos por salir al campo, todos a excepción de Harbinger, me temo. La derrota en la guerra sagrada contra Marte ha sido algo que quebró su espíritu de lucha, me temo que si sigue así pierda el rumbo. -


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- Ve a la casa de tauro, conversa con él y recuérdale por qué se ha quedado en el santuario y no te sorprendas de lo que pueda surgir. -


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- ¿Por lo que pueda surgir? - {Preguntó Kiki intrigado.} - ¿Qué pasará? -


** Pero no hubo respuesta. Shiryu no estaba más con él. El cosmo suave y cálido del viejo caballero legendario había dejado el Templo del Carnero, dejando a Kiki con preguntas que respuestas.


Kiki se puso de pie y abandonó su recámara. Por un pasillo llegó hasta una sala central en donde la caja de pandora de la armadura sagrada de Aries reposaba sobre un pilar pequeño. Arriba, en una pequeña plataforma que resaltaba sobre la pared, una estatua de Atenea era el único adorno de la sala.


Levantándose tras su plegaria, Kiki armonizó su cosmo con el de su Armadura. En un llamado misterioso y prodigioso, una luz sagrada bañó a todo el templo y su interior, un viento poderoso, pero a la vez gentil, surgió de dentro de la caja, e imponente, la armadura sagrada de Aries cubrió el cuerpo de su legítimo dueño. **


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{Kiki se arrodilla frente a la estatua de la diosa.} - Te suplico que me otorgues el don de la palabra, que pueda encender con ella el corazón de Harbinger, hazme encontrar la palabra justa para aplacar sus deseos. -


** Ya con su armadura, Kiki emprendió con paso seguro su caminar hacia la siguiente casa, la casa de Tauro. Transfigurado por la Armadura, ahora Kiki irradiaba poder y seguridad. No podía evitarlo. No le gustaba pensar en la inevitable batalla que se acercaba, pero al estar cubierto por su armadura, cualquier duda o zozobra le abandonaban... ¡Esta era su vida y su deber!


No tardó mucho en llegar hasta el Templo de Tauro. El ala central estaba al alcance de cualquiera, lo cual no pudo por menos volver su mirada hacia la planicie que se dominaba desde esa altura.


Sin las tropas de asalto y los nuevos aprendices de caballero, el santuario parecía una sombra de lo vibrante que usualmente era. Kiki bajó la mirada y entró a la Casa de Tauro, agradeciendo que al menos, hubiera tenido el tiempo suficiente para poner a Raki en un lugar a salvo.


Lo que aquel caballero encontró dentro del Templo del Toro no fue muy diferente a lo que había visto fuera de él.


El eco de su voz fue la única respuesta a su llamado. Intentó encontrar con su cosmo al poderoso guerrero que guardara dicho templo, pero fue inútil. Kiki decidió seguir adelante. Sus poderosa telekinesis logró ayudarle a encontrar un camino que, para un hombre común, habría resultado un verdadero laberinto.


La Casa de Tauro en su interior, contenía en apariencia, una innumerable cantidad de habitaciones que se sucedían unas tras otras con un aparente desorden. Pero Kiki siguió adelante, sin dudar por un instante. Notó con asombro que las velas del interior no habían sido encendidas en mucho tiempo, todas ellas estaban prácticamente nuevas y no había tampoco huellas de cera.


El santo de Aries sabía que lo que estaba viendo no era sino el reflejo del abandono que Harbinger estaba teniendo hacia sí mismo. Y el remordimiento carcomió a aquel caballero. **



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- Perdóname por no estar aquí contigo, amigo. -


** Finalmente encontró un estrecho pasillo que lo condujo entre anchas columnas adosadas a una casi invisible puerta... ¡los aposentos de Harbinger! Llegó hasta el marco sin puerta y observó ansiosamente su interior.


La caja dorada de Tauro estaba allí, empolvada. Un ícono de Atenea como cabecera de la habitación... pero nada más eso podía verse, sin embargo, la presencia de su amigo estaba allí. **



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- ¿Harbinger? - {Preguntó al fin Kiki al distinguir la figura musculosa que reposaba sobre su cama.}


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- Si. - {Respondió la voz pausada de Harbinger.} - Aquí estoy, Kiki, pasa por favor. -


** Harbinger levantándose se acercó hasta un candelabro y con un chasquido de sus dedos encendió las velas que iluminaron la penumbra de la habitación.


Kiki contuvo su asombro al ver el estado del, usualmente, jovial, Santo de Tauro.


Con sus 2.2 metros de altura, Harbinger no podía menos que tener una presencia imponente, pero su cara mostraba un abandono similar al visto en todo el Templo. Barba medianamente crecida y una mirada sin brillo fue lo que Kiki encontró delante de él.


Una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.


Harbinger rompió el silencio con una risa dolorosa, una risa que se volvió carcajadas llenas de amargura, de desesperación y soledad. Sentándose mientras seguía con su risa caótica, algunas lágrimas aparecieron en sus ojos, ardientes, humillantes. Kiki contuvo sus ganas de socorrer a su amigo. **



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- Tengo miedo. - {Dijo finalmente Harbinger.} - Mucho miedo. -


** Harbinger había bajado la cabeza, sintiendo su honor terminado finalmente frente a Kiki al haber dicho lo que sentía. Kiki sabía que debía hablar, tenía que decir algo, en ese momento recordó las palabas de Shiryu, él tenía que estar preparado para lo que pudiera surgir... ¿pero cómo puede alguien prepararse para ser sorprendido? **


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- ¿De qué? -


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- De esta verdad, de esta verdad en la que me he convertido. - {Respondió Harbinguer viendo a su alrededor.} - Del fracaso, de mi inutilidad… creo que no soy digno de ser un Santo de Athena... -


** Harbinger escuchaba lo que Kiki le decía. Sus palabras le sonaban huecas y sin sustancia, cuestionando en su mente lo sinceras que podían ser, o si simplemente eran un formalismo. ¿Quería escuchar eso y por eso había dicho lo que había dicho acaso? ¿A eso se había reducido? Sus manos se cerraron en puños queriendo ahogar un sentimiento de pena que lo comenzaba a envolver contra su voluntad.


El santo de Tauro que Kiki tenía delante no era el mismo que había combatido en la guerra santa contra marte, parecía que era sólo la sombra de lo que fue algún día, solamente una triste sombra de un humano que alguna vez había vivido. Harbinger se vuelve hacia la caja de pandora de la armadura de Tauro, el joven gigante la analizó con nostalgia. **



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- Fui incapaz de vencer a simples caballeros de bronce que invadieron el santuario, es más, serví a una causa que sabía era injusta desde un principio, aunque después intenté remediarlo. Cuando la guerra llegó a su fin supuse que también sería el mío, pero cuando Athena bajó a la tierra sólo me miró a los ojos, esbozó una gran sonrisa y me dio la bienvenida a su ejército recociéndome como el caballero de Tauro. -


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- ¡No te juzgues de manera tan cruel a ti mismo, Harbinger! Levántate y pelea. -


** Harbinger observó a Kiki sintiendo el enojo de su amigo. Pero el enojo de este llegaba en un mal momento, no era lo que él necesitaba ver en estos momentos. **


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- Lamento mucho desesperarte, Kiki. - {Dijo finalmente el Santo Dorado de Tauro.} "No quisiera que antes de irte me vieras de ese modo..." {Acercándose a Kiki, Harbinger le ofreció su mano con una sonrisa.} - Pase lo que pase, siempre seremos amigos, ¿no es así? -


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- Claro, Harbinger, tú y yo siempre seremos amigos. -


** Un presentimiento terrible acompañó a este acto, Kiki tenía un desasosiego que no podía explicar, pero que le hacía pensar que esto era más bien una despedida. **


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- Sólo puedo prometerte una cosa Kiki, mi partida será honorable. Ahora no es momento de seguir hablando, tenemos que estar preparados para lo que pueda surgir. -


** Kiki supo entonces que Harbinger intuía la llegada de Pallas y recordó las palabras del Viejo Maestro, acerca del miedo y del valor. **


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- Harbinger, llegará el momento en esta batalla en que yo te necesite, tus compañeros, y hasta la misma Athena te necesite, en otras palabras, todos te necesitaremos. -


** Harbinger observó a Kiki y le sonrió. **


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- No, yo sólo sería un estorbo paa ustedes Kiki. - {Fue lo único que dijo finalmente.}


** El joven Santo de Aries supo que debía irse ya. Miró a Harbinger con duda y finalmente salió.


Harbinger observó a Kiki alejarse y con su cosmo se aseguró de su salida del Templo.


Se volvió hacia el ícono de Atenea y la miró con desesperación. **



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- Athena, no soy digno de estar aquí, tú lo sabes mejor que yo, en el pasado he luchado codo a codo con Marte, e incluso he intentado matar a tus mejores caballeros, los caballeros de la esperanza. ¿Cómo podría serte útil ahora que ni siquiera la armadura de Tauro me quiere cubrir? Creo que no tengo más utilidad para seguir aquí... -


** En ese instante los recuerdos invadieron la mente de Harbinger los mismos parecían cobrar vida nuevamente, los recuerdos de su llegada al santuario de Athena en Grecia y a las circunstancias que rodearan su primer encuentro con Kiki... **











Continuará...
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Saint Seiya Gaiden - Tomo 1 Empty Re: Saint Seiya Gaiden - Tomo 1

Mensaje por Apu Lun Nov 25 2013, 19:41

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** Era una noche clara en el santuario, Shiryu se encontraba en Star Hill cuando de pronto las estrellas se agolparon en el firmamento, hubo una de ellas que empezó a brillar con más intensidad. Shiryu que quedo azorado observando el firmamento, pues sabía por su pasada experiencia que algo iba a ocurrir.


Cada instante, la estrella que había empezado a brillar, resplandecía más y más, hasta casi superar el brillo de la osa mayor. El mensaje era claro, un nuevo santo había llegado a este mundo.


Luego, el cielo se puso completamente rojo, un rojo tan claro como la sangre, oscuro como la noche, al mismo tiempo que un gran cosmos surgía de las entrañas de la tierra. Shiryu se incorporó, se despojó de su vestimenta de patriarca, elevó su cosmos y su cuerpo fue cubierto por su armadura.


Esa misma noche abandonó el santuario. **








- A diferencia de otros yo siempre he aspirado a ser fuerte. Nací en el peor de los lugares, en la peor de las soledades, no recuerdo como sobreviví siendo bebé, sólo recuerdo de cuando tenía 3 años en adelante, para sobrevivir robaba y era robado, así era todos los días.

Un día después de ser golpeado por unos delincuentes, estaba entre la vida y la muerte, entonces experimente algo por primera vez, algo en mi interior despertó, mi sentimiento de impotencia se transformó en ira, mi voluntad en determinación y mis lágrimas en fuerza, me levante y rompí los huesos de mi oponente.
Ese sonido me pareció lo más hermoso del mundo, desde entonces me dedique a buscar esa melodía, peleando siempre.

Yo, que había vivido un incontable número de peleas, un día, me di cuenta de que escuchaba un sonido que no era el de los huesos al romperse, un sonido el cual la gente normal no podía escuchar, una melodía perfecta, el momento en que la gente muere y se quiebra su espíritu.

Comencé a poder escuchar esa melodía y también a sentir mi universo interior, entonces, entre tantas peleas conocí sobre la existencia de los caballeros.

Ellos, eran más fuertes de lo que imaginaba, y era difícil escuchar sus espíritus quebrarse, en una de aquellas peleas, estaba a punto de perder, pero pude escuchar mi propia melodía, escuche a mi propio universo interior y así pude ganar, cuando de pronto por fin pude escucharlo... ¡fue la mejor melodía de todas!, el resquebrajarse el alma de un caballero. Ellos estaban llenos de sueños, anhelos, esperanzas, aún más que cualquier otra persona con la que haya peleado, es por eso que al perecer y sus espíritus quebrarse producían la más maravillosas melodías jamás escuchadas.

Cada vez que vencía a un caballero... sentía como mi universo interior se volvía cada vez más fuerte.
Entonces... ese hombre apareció, un caballero dorado, Ionia de capricornio.

Él me presento a alguien, en ese instante, me sorprendí.

Yo que estaba convencido de que podía quebrar el espíritu de toda persona del planeta... y el sabia de ese instinto mío aun antes de pelear, antes incluso de que cualquiera de los dos dijera una sola palabra. Pude sentir que aquel hombre también poseía un universo interior como el mío, pero mucho más basto y poderoso. Me di cuenta que no podía quebrar ni los huesos ni el espíritu de ese hombre, el sólo dijo una frase: “La fuerza lo es todo”.

Me convertí en un caballero dorado... el caballero dorado de tauro.

Le juré lealtad, él me ha dicho que podré continuar quebrando el espíritu de la gente… -








** Apenas entró al santuario había sido visto con malos ojos por todos los aspirantes a caballero que había en el lugar, nadie entendía como un simple muchacho podía entrar dentro de aquel lugar cargando una cloth-stone de una armadura dorada en la mano, sin dudas el muchacho sería especial.


Para honrar su llegada, Ionia, santo dorado de Capricornio y Patriarca, en ausencia de Shiryu, llama a Harbinger hasta el templo del sumo pontífice.


Allí lo interioriza sobre los planes de Marte para poder controlar el santuario, Harbinger muy intrigado preguntó si había otros conspiradores como ellos, pero Ionia no respondió a pesar de las suplicas del joven caballero. Nadie excepto él conocía la verdadera identidad de los traidores, sus órdenes eran claras, todos debían mantener la apariencia hasta que llegara el momento oprtuno.


Ionia dirige su vista hacia un viejo cofre de madera, el cual parecía resquebrajarse de lo viejo que estaba, abre lentamente su tapa e inmediatamente un brillo dorado sale de aquel cofre llamando la atención del caballero de tauro.


Ionia no se inmuta, simplemente le hace un gesto al joven Harbinger para que se acerque, saca la copa de adentro del cofre, la coloca en las manos del joven caballero y lo incita a que beba el contenido de esta copa. Aquel líquido brillaba como la luz del sol, su color era como el oro, su olor era de poder, sí, poder. Harbinger sentía dudas, pero había jurado lealtad. Se lleva la copa a la boca con sus manos temblorosas haciendo que una gota de aquel líquido caiga sobre sus labios. Sus ojos se desorbitaron, una sonrisa maniática cubrió su rostro. Parecía que aquella sustancia era única, su sabor de poder hacía desear a su boca ya a todo su cuerpo querer más, desesperado se bebió sin dudarlo en contenido entero de aquella copa, al terminar, sintió una extraña sensación de vacío, de soledad, pero también sintió que su cuerpo cambiaba, sus músculos se le paralizaron, su cabeza parecía estallar, su visión se nubla y a los pocos instantes cayó rendido al suelo, sólo su sentido del oído funcionaba con cierta normalidad.


Ionia se acerca al joven caballero, le pide que no tema, que este estado ya pasará, aquel dolor era el precio que debía pagar por beber de la ambrosía de los dioses, pero que al despertar, si este sobrevivía, sería una nueva persona, y mucho más poderosa.


Se cuenta que este néctar divino, era lo que en efecto, hacía de los dioses lo que son. La naturaleza de este alimento en verdad resultaba totalmente desconocida, en parámetros científicos. Lo único cierto es que, de manera misteriosa, unas cuantas dosis de esta substancia estaban escondidas dentro del santuario y sólo el patriarca y su mano derecha, conocían de su existencia.


Por alguna circunstancia, este alimento, no hacía ningún efecto en Harbinger, es más, parecía que le estaba arrebatando la vida, cada vez un poco más, como una sanguijuela. Ya parecía casi un cadáver, hasta que de pronto el joven caballero hace arder su cosmos. Al perder gran parte de sus sentidos, su energía cósmica era más poderosa que de costumbre, al hacer explotar todo su cosmos su cuerpo petrificado se envolvió en su propia energía formando un capullo a su alrededor que sólo duró unos instantes para luego disolverse.


Al desvanecerse la luz, Harbinger recuperó todos sus sentidos, pero su cuerpo había cambiado completamente, ya no era un muchacho con un aspecto normal, sino que su físico era el de un coloso, tal cual como los narraba la mitología griega, de gran tamaño y una gran musculatura.


El paso de una villa rústica llena de cabañas de bejuco y madera a una ciudad de belleza espectacular como lo era el Santuario tuvo un efecto grande en los ánimos del joven Tauro, el cual comenzó a soñar de manera más descarada.


La vida de un joven en el Santuario no era nada fácil. Con todos sus compañeros como potenciales rivales, en realidad, en ocasiones existían ciertas rencillas y rencores. Varios jóvenes entrenaban en aquellos días en que Harbinger tenía ya clara su misión de despertar el séptimo sentido para consolidarse como caballero dorado y vestir la armadura sagrada de tauro sin que esta le rechazara, era sólo una cuestión de tiempo.


Ese mismo día entró un joven al santuario, lo llamativo fue que la guardia no lo detectó, es más, no se dieron cuenta de su presencia hasta que este joven se disponía a ingresar al camino sagrado de las doce casas. Allí la guardia y algunos santos de bronce intentaron detenerlo, pero él simplemente se esfumó de las manos, sólo desapareció.


Nadie sabe cómo, pero el pequeño joven logró pasar por todas las casas del santuario sin combatir, es más, ningún caballero dorado sintió su presencia. Llegó a la recamara del patriarca y pidió una audiencia con el patriarca, los guardias al desconocerlo lo atacaron, pero aquel joven solamente los esquivó y abrió la gran puerta de la recamara sin siquiera hacer esfuerzo alguno. Al entrar el joven contempla a un maltrecho Harbinger y se dirige a ayu7darlo, era evidente que el cuerpo e aquel colosal hombre había pasado por un gran castigo.


El muchacho posó sus manos sobre Harbinger y sus heridas sanaron. Su cosmos siquiera se inmutó. El rostro de Harbinger no salía de asombro, pero fue Ionia quien se pidió al joven Tauro que se retirara sin decir palabra. Ionia increpó al joven tratando de averiguar su identidad, el mismo se presentó como Kiki el santo que rige la regeneración y el clima, discípulo de Mú, el caballero legendario de Aries y actual alumno del patriarca Shiryu. A Ionia no le quedó otra que permitirle el ingreso al santuario, a pesar de que este nuevo aspirante fue reacio a decirle a que constelación pertenecía, pero en un instante el caballero dorado se tranquilizó, pues cabía la posibilidad de que aquel joven no tuviera una armadura todavía.


Se hablaba del poder de los dos nuevos jóvenes dentro del santuario, pero también muchos hablaban con un dejo de rencor en sus voces, sobre todo del joven pequeño, según fueron pasando las horas se enteraron de que el provenía de Lemuria, a demás cuando Ionia lo presentó lo hizo tal cual como lo había hecho el muchacho, con lo cual todo el santuario ya sabía que él era discípulo de dos caballeros legendarios, uno de ellos, el patriarca del santuario, las causas y las suspicacias que rondaban al joven, el cual no era muy bien visto por todos.


Sin embargo, a algunos no les importaba en lo más mínimo, preocupados más en demostrar su propio talento para alcanzar el grado máximo, la excelencia.


Entre algunos alumnos había trascendido la noticia de que las Armaduras de Virgo y la de Géminis estaban ya entregadas, ambas, a jóvenes que eran respetados entre la comunidad y reconocidos como poderosos y honorables guerreros.


Ambos se trataban con amistad y eran, en muchos sentidos, los modelos a seguir dentro del Santuario... “¿quieres ser un Santo Dorado? Aspira a ser como Fudo o como Integra” era el dicho que tenían en boca la mayoría de los instructores de aquel recinto sagrado.


Fudo e Integra. Ambos nombres evocaban a la mente de quienes lo pronunciaban una fraternidad, una hermandad no de sangre pero si de ideales y de convicciones. Ambos contenderían para asumir el puesto de Patriarca en años venideros, lo que hablaba del nivel terrible de poder del que ambos eran poseedores, pero según los rumores, Fudo sería el favorito, pues se decía que este caballero era la misma reencarnación de buda, pero siempre peleaba solo, nadie nunca había sido testigo de su poder, lo único cierto de este misterioso caballero es que siempre estaba dentro de su templo, en el camino de las doce casas, meditando.


Ambos jóvenes eran el epítome de lo que los demás aspiraban a ser, pero algo enturbiaba el brillo de uno de ellos.


Poseedor del mismo rostro respetado del santo dorado de géminis, aspirante a dicho título inclusive, se paseaba por el Santuario una versión nada honorable de Integra.


Siempre siendo rivales y con una actitud agresiva, Paradox de géminis era el ejemplo de poder desenfrenado. Entre algunos, era vista como una influencia negativa dentro del Santuario, y se decía que en realidad, se le permitía su permanencia debido al gran poder del que era poseedora, así como por el hecho de ser hermana gemela de la respetada Integra.


Paradox era la guerrera más temida de todo el Santuario. Su actitud de rebelde se había acentuado ante la frustración de su pérdida de la Armadura de Géminis a manos de su propia hermana. Paradox no pudo tolerar este hecho. Acusó al Santuario de falta de visión, e incluso, tuvo la osadía de denunciar a su hermana de ser "malvada" e "hipócrita" cuyos actos heroicos no eran sino una fachada para cubrir sus propios motivos torcidos.


Por supuesto, nadie le creyó. ¿Quién podría pensar de esto más que viniendo de un hermana resentida ante la personalidad tan brillante y justa de Integra?


Integra recibió los insultos de parte de su hermana con un gesto de preocupación y pena. Sabía que dicha actitud no hacía más que deshonrar más a su hermana, y en un acto de nobleza, Integra intercedió por ella, pidiendo clemencia en su juicio, y su permanencia en el Santuario para adquirir cualquier otra armadura, dado que era evidente que Paradox era una guerrera poderosa, aunque con métodos poco usuales. El Patriarca Shiryu concedió la petición de Integra, que fue apoyada por Fudo. En vez de generar un sentimiento de gratitud en Paradox, generó más un sentimiento de rencor y de amargura.

Paradox permaneció dentro del Santuario durante los días siguientes, pero la gente no podía creer que fuera a obtener una armadura, aunque fuera de plata o bronce. En verdad, esta mujer era temida por muchos y repudiada por otros.

Sin embargo, su "filosofía" de combate y a la vez, un carisma similar al de su hermana gemela, no la dejó sola por mucho tiempo. Era común verle acompañada de algunos jóvenes aspirantes tanto a Armaduras de Bronce, como de Plata e incluso de Oro.


Durante aquellos días, su asociación con Schiller, un joven ligeramente mayor a Harbinger, fueron dolores de cabeza para los maestros de algunos de los estudiantes del Santuario.


Su rebeldía y su actitud irritaron a muchos, sobre todo, cuando lejos de desterrar a Paradox, el Patriarca, en una decisión para muchos incomprensible, simplemente se limitó a prohibir el uso de la explosión de cosmo en algunas secciones internas del Santuario, a menos que se concediera esto por parte de maestros con dicho grado, o por parte del propio Patriarca.


Paradox y Schiller acataron algunas de estas órdenes, pero perder la Armadura de Géminis, desató en ella, una ola de actos violentos y provocativos, que cada vez eran mayores.


Era como si Paradox estuviera buscando su propia expulsión del Santuario. Como si fuera una suicida al que no le importa jugar con una pistola cargada o con el filo de una navaja al cuello.


Una tarde, ya siendo Harbinger entrenado para adquirir el séptimo sentido, se suscitó un hecho que sería trascendental en la vida de muchos aquellos envueltos en este.

Harbinger, sentado a la mesa, gozaba de su hora de comida tras el exhaustivo entrenamiento al que era sometido de manera diaria. El no prestaba atención a los comentarios que se hacían respecto al joven lemuriano, a Paradox, o Schiller, Harbinger era un despreocupado de estos eventos, se sentía demasiado lejano, nadie era lo suficientemente fuerte como él para llamar su atención. El destino tenía pensado que debía ser de manera diferente.


Esa tarde tuvo por primera vez la oportunidad de conocer al llamado lemuriano.


De rasgos muy finos y cabello castaño, el aprendiz del Patriarca era una presencia difícil de ignorar. Los dos grandes lunares violáceos en su frente, que denotaban su herencia lemuriana, lo delataban donde fuera. Sin embargo, contrario a lo que el propio Harbinger hubiera esperado, Kiki, como supo que se llamaba, era un niño dócil y más bien reservado. De mirada, casi asustadiza, parecía que el convivir con mucha gente era algo que de alguna manera, lo alteraba... Harbinger pensó que este muchacho parecía destinado a vivir algún día, por su actitud, en lo alto de una montaña de manera solitaria, el destino de todo ermitaño.


Los ojos alertas de Harbinger, notaron, que muchos de los comensales en el comedor de los aprendices, se apartaban del camino de Kiki, en una expresión franca de rechazo. Kiki era un solitario. Harbinger cerró los ojos sin inmutarse cuando el joven lemuriano, posó por instantes su triste mirada sobre el coloso. Harbinger no hizo nada más que empujar el resto del contenido de su tazón de sopa con una sonrisa despreocupada. Kiki prosiguió su camino, buscando la mesa más alejada en todo el corredor.


Harbinger tomó entonces el tazón que contenía la carne de sus alimentos cuando unas presencias hicieron que sintiera de manera familiar, recordando sus orígenes...


Todos lo notaron, a la entrada, la imponente Paradox y Schiller, habían entrado, haciendo arder su cosmo de manera agresiva en un área restringida. Fue esto lo que tomó a Harbinger (y a todos) más de sorpresa. Volviéndose hacia el origen de dichos cosmos, Harbinger y los demás fueron testigos de otra más de las acciones que hicieran de Paradox un ser tan rechazado por los demás.



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- Miren nada más a quién tenemos aquí... - {dijo con voz burlona Schiller, mientras bloqueaba el camino del joven Kiki con su cuerpo mientras esbozaba una sonrisa.}


** Kiki bajó la vista y se sonrojó. Harbinger observó todo esto con interés. Kiki tenía miedo. **


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- Nada más y nada menos a 'otro' favorito de Su Santidad... El Patriarca... - {dijo Paradox con tono burlón.} - ¿Cómo va tú entrenamiento para ser Santo Dorado, niño? - {Preguntó Paradox con el mismo tono burlón empleado al comienzo.}


** El niño de cabellos castaños no respondió nada. Ni siquiera levantó la vista. Permanecía firme con la idea de pasar justo en el momento en que aquellos dos muchachos se lo permitieran. **


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- ¿Por qué no hablas? - {preguntó Schiller con tono zalamero.} - ¿No escuchaste que Paradox te hizo una pregunta? -


** No hubo respuesta ante la mirada inquisidora y cuestionante de ambos muchachos. Ante la aparente indiferencia de Kiki, la indignación del ridículo apareció en ambos bravucones. **


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- ¡Parece que eres un sordo! - {dijo Schiller una vez más agitando su mano y tirando la charola del joven, la cual cayó con estrépito al suelo. Sin embargo, Kiki, no hizo nada. }


** Parece un cordero a punto de ser sacrificado pensó Harbinger. Volviéndose para ver a los demás, notó que algunos rostros estaban paralizados denotando diferentes emociones. En algunos, el reflejo del miedo de Kiki y de ser ellos las siguientes víctimas los hacían festejar la injusticia, mientras que en otros, había una especie de placer, por ver en aprietos a uno de los "favoritos" del Santuario. Harbinger no encontró simpatía por el joven en ninguno de ellos, sin embargo estaba ansioso por ver el gran poder de Paradox en el campo de batalla. **


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- ¿Por qué no respondes? - {preguntó Schiller cada vez más indignado al no lograr reacción en Kiki. Lo volvió hacia sí de manera brusca jalándolo de la ropa y lo levantó ligeramente del suelo.} - ¡Te estamos hablando! -


** Mientras decía esto, Schiller agitó a Kiki en el aire. **


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- ¡Déjalo, Schiller! - {dijo finalmente Paradox a su compañero. Schiller obedeció la orden con una expresión confusa.}


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- "¿Qué?, ¿Por qué?" -


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- Por qué no vale la pena cuestionar a un gusano como este... - {dijo Paradox al tiempo que propinaba una violenta bofetada en el rostro de Kiki.}


** El lemuriano cayó pesadamente al suelo, dejando jirones de su camisa en las manos de Schiller, el cual, al ver lo hecho, se sonrió lanzando lejos de sí, como con asco, los pedazos de tela de la ropa del lemuriano. **

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{Acercándose a Kiki, que permanecía con su vista gacha.} - Es despreciable aquel que tiene el poder y lo guarda... pero este gusano es peor, porque no posee ningún poder, ni es nada especial... ¡es tan inútil como el viejo que le enseña! -


** Y por primera vez, Kiki reaccionó. Volvió su mirada enojada hacia Paradox, y en ella, se reflejaba un profundo disgusto. **


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- ¿Qué? - {preguntó Paradox al percibir la reacción de Kiki con exagerado interés.} - ¿Qué te molesta, niñito? ¿Qué diga que no tienes poder o que tú maestro es un inútil anciano? -


** Kiki apretó su mandíbula. Hubiera querido levantarse, pelear de vuelta, pero Paradox era muy poderosa, y él, él no lo era... ¡Tenía miedo! Siempre solo no podía contar con la ayuda de nadie, solo pudo sostener su mirada desafiante ante Paradox, expresando en ella una ira ardiente. **


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- ¡No me veas así, maldito! - {dijo Paradox abofeteando de nueva cuenta el bello rostro de Kiki.}


** El sonido de la bofetada resonó por todo el salón. Hubo algunas risas entre todos. Pero en Harbinger esto fue un detonante, ella presumía un gran poder, pero al mismo tiempo no hacia absolutamente nada, lo único que había hecho era sólo encender su cosmos y alardear, pero no hizo ninguna demostración seria de poder. Harbinger pensó que ya era hora que enfrente a un enemigo en serio, así él podría quebrar su espíritu y volver a escuchar esa maravillosa música.


Sobre el salón que es el comedor de aprendices del Santuario, se alza un balcón que proviene de otra sala, donde se sientan a observar a sus educandos, los Maestros de la Orden. Justo en ese momento, desde detrás, Ionia, Integra y Fudo salían. Al tiempo que ellos entraban, Harbinger se ponía de pie. **


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- ¿Por qué no lo dejas ya en paz y mides tus fuerzas con un oponente en serio? Me encantaría hacerte trizas en el campo de batalla y oír la melodía de tus huesos al romperse. -


** Los ojos de todos fueron de sorpresa, pero no tanto como los de Schiller. Por su parte, Paradox se volvió hacia el joven gigante con una sonrisa. **


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- ¿Qué es esto? - {preguntó con tono burlón.} - ¿Los gusanos se unen? - {Y soltó una carcajada.} - ¡Déjanos en paz, gordo! Métete en tus propios asuntos si no quieres arrepentirte. -


** Hubo más risas de parte de los comensales al escuchar la ofensa de Paradox a Harbinger. Todos dentro de la sala, no habían advertido que estaban siendo observados por los Maestros de la Orden desde detrás de la puerta del balcón. **


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[Paradox...] {pensó para sus adentros Integra apenado.} [¿Hasta cuándo seguirás comportándote de esta manera?]


** Las quejas eran ya demasiadas. Paradox se estaba convirtiendo en un problema incontrolable. Tenía que poner un remedio ya. Fudo e Integra se observaron entre sí. Como si pensasen lo mismo, ambos asintieron mientras se disponían a brincar en el comedor y detener la pelea. Pero fueron detenidos por la voz de Ionia que negó con su cabeza al ser observado de manera curiosa por ambos Santos de Oro. **


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- No lo hagan, quiero ver qué ocurre. -


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- ¡Pero Maestro, Kiki puede resultar gravemente herido! Sin contar con ese muchacho que ahora lo defiende. -


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- Kiki necesita aprender las lecciones del mundo, Fudo. Esta es una valiosa lección la que debe de aprender... a enfrentar las peleas, y que en ocasiones, una decisión mal tomada, no puede solamente degenerar en un daño para uno, sino en un daño en otros. -


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- Pero Maestro... - {interrumpió Integra con tono preocupado.} - Mi hermana no hace sino deshonrarme... ya no puedo más. -


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- Tendrás todo el tiempo del mundo para tratar con ella después, Integra... no planeo dejar que esos niños resulten heridos gravemente. - {Y observando de manera directa al caballero, concluyó.} - Después de todo, nosotros somos santos de oro, pueden detener que ocurra cualquier circunstancia peligrosa aquí dentro. -


** Fudo e Integra se observaron preocupados. Quizá Schiller, Kiki o ese joven alto pudieran ser simples aprendices, pero Paradox era un guerrero con la capacidad de ser un santo de oro...


Mientras esto se desarrollaba de manera no percibida por nadie, debajo Harbinger detenía el puño de Paradox que disponía a descargar sobre Kiki. **



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- ¿Cómo te atreves a detenerme? - {preguntó Paradox observando a Harbinger fuera de sí.} - ¡No me toques! -


** Explotando su cosmo, Paradox lanzó lejos a Harbinger el cuál, sin embargo permaneció de pie. Los platos y vasos se movieron ligeramente en todo el salón. Paradox observó con sorpresa que Harbinger seguía de pie ante su pequeña explosión de poder. **


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- ¡Vaya! - {dijo sonriendo y ahora olvidando a Kiki, el cual se volvió hacia Harbinger sorprendido.} - Parece ser que después de todo no eres tan insignificante. -


** Paradox caminó hacia Harbinger. **


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- Claro, esto que he hecho no ha sido sino una muy, pero muy mínima exposición de mi poder. -


** Harbinger miró a Paradox con una sonrisa. **


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- Puede ser cierto... pero sabes que está prohibido explotar el cosmos en algunas secciones del Santuario... ¡y esta es una de ellas! - {Una gota de sudor recorrió la frente de Harbinger, bajó por su rostro y se detuvo en su sonrisa sarcástica.}


** Paradox se detuvo y se sonrió con sorpresa. Su sonrisa se volvió una carcajada burlona. **


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- ¿No me digas qué estás dependiendo de ello para salir de este problema? - {Dijo finalmente tras reír un rato.}


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- Son órdenes del Patriarca, Paradox. Y desde que entraste no estás haciendo sino más que pasar por alto esa ley. Afuera está el coliseo, allí ajustaremos cuentas… - {Respondió Harbinger intentando evitar una confrontación desventajosa.}


** Una vez más Paradox rio fuertemente. **


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- Yo solo sigo las órdenes que quiero... ¡las mías! -


** Ahora fue Harbinger el que sonrió. **


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- ¿No me digas? Pues espero que por sentido común no sigas adelante... en cualquier momento pueden llegar los maestros a observar nuestro almuerzo. -


** Moviéndose a la velocidad de la luz, Paradox llegó hasta estar frente a Harbinger, quien no logró verle, y sorprendido sólo acertó a abrir sus ojos y su boca. **


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- No seas idiota, niño. - {Dijo Paradox con fastidio.} - Yo no necesito de quemar ni siquiera una fracción de mi cosmo para acabar con un bicho tan insignificante como tú... -


** Paradox golpeó a Harbinger lanzándole en efecto, contra el comedor y rompiendo la mesa y algunos platos. Fríamente, Paradox se aproximó hasta Harbinger y continuó con su palabrería. **


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- Hubieras hecho caso a mi advertencia de permanecer ajeno a este asunto, ahora tendré que lastimarte... y lo peor es, ¡que de todas maneras seguiré con Kiki! -


** Kiki observó a Paradox comenzar a golpear a Harbinger mientras yacía en el suelo con su pie. **


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- ¡Déjalo! - {gritó Kiki con angustia.}


** Schiller le puso el pie en la espalda y negó con su cabeza. **


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"No te desesperes, lemuriano, ahora viene a prestarte atención a ti."


** Tirado, Harbinger sintió con dolor algunas de las potentes patadas que Paradox propinara. En actitud defensiva, rechazó algunos golpes, se sintió alentado, pues aparentemente había encontrado a una rival que sería digno de su talla.


Arriba, Integra y Fudo se disponían a interrumpir la golpiza, pero Ionia volvió a negar con la cabeza.


Quedando inerte Harbinger, Paradox asumió que había perdido el sentido. **



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- ¿Tan pronto?- {preguntó Paradox con desilusión.} - ¡Qué lástima! Realmente creo que entonces te sobreestimé... - {volviéndose a Kiki} - Parece que tienes la virtud de atraer solo a otros seres patéticos alrededor tuyo... -


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- ¿Qué pasa, Paradox? - {se escuchó la voz de Harbinger mientras se ponía pesadamente de pie.} - ¿Por qué molestas a Kiki? - {dijo ahora con voz burlona.} - ¿Quizá porque has perdido la armadura de Géminis? -


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"¿Qué?"


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"¿O quizá porque te gustaría tener la suerte de no tener a un rival mejor que tú que te la quite?"


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- ¡Te arrepentirás de lo que has dicho! - {Dijo Paradox indignado volviéndose violentamente hacia el bronceado joven.} - Había sido hasta ahora piadosa contigo, pero ahora sufrirás por quererme ofender! -


** Harbinger cruzó los brazos con confianza y sonrió. **


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- ¿Tú? - {dijo sonriendo.} - ¿Qué me puede hacer una rechazada y perdedora como lo eres? -


** Paradox no pudiendo soportar más las palabras del joven, comenzó a correr contra de Harbinger, tan rápido como la velocidad de la luz. Pero ocurrió algo...


Harbinger logró observar los movimientos de Paradox como si se estuviera moviendo a una velocidad normal y haciendo arder su cosmo, Harbinger, rechazó a Paradox con una ráfaga de energía dorada que lo mandó al otro extremo del Salón Comedor, al tiempo que por un instante muy breve, la figura de un imponente toro se viera respaldándole. Fudo e Integra se observaron con sorpresa uno al otro... ¡es un caballero dorado!


Todos vieron a Harbinger con sorpresa, salvo él mismo. Tenía una sonrisa burlona en su rostro, aunque su mirada seguía siendo fría y poderosa, Paradox había caído en su trampa, y él le estaba ganando. **



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- ¿Qué... qué pasó, te has caído? - {preguntó irónicamente en voz alta.}


** Paradox, en apariencia, había perdido su sentido antes del golpe. Schiller acudió corriendo hasta donde esta había caído para auxiliarla, pero se detuvo al ver que Harbinger se movía.


Llegando hasta Kiki, que lo observaba asombrado, Harbinger ofreció su mano con una sonrisa y le ayudó a ponerse de pie. **



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- Ven, Kiki - {dijo mientras el niño se ponía de pie.} - Nunca, nunca, nunca dejes que nadie te pisoteé, la fuerza es el poder. - {Dijo con confianza.} - El buen guerrero no es que el recibe los golpes en el suelo, sino el que levanta su mirada con orgullo y enfrenta las circunstancias. -


** Kiki sonrió. **


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- Muchas gracias. -


** Harbinger acarició la cabeza del joven que tuviera su misma edad, pero al cual no podía evitar ahora ver con un poco de afecto protector... Con una sonrisa generosa, Harbinger le sacudió el polvo, aún mientras se volvía hacia donde Paradox cayera. **


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"Ahora si me lo permites..." dijo Harbinger con decisión. "No he terminado." La sonrisa de Harbinger cambió a una de determinación y decisión.


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- ¿Qué vas a hacer? - {preguntó Kiki mientras veía que el gigante caminaba hacia el sitio donde Paradox yacía.}


** Deteniéndose frente a Paradox, la gemela de Integra observó a Harbinger. Harbinger observó a Paradox y le dio una bofetada. **


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- ¡Discúlpate con Kiki, ahora mismo! - {dijo mientras sonreía.} - Tú, te creías muy poderosa, te has confiado demasiado, ahora deberás someterte a mí, ya que según tus propias reglas, la fuerza el poder, y el poder es voluntad. Vamos, ¡hazlo! -


** Paradox se incorpora sin dejar de observar a Harbinger en ningún momento, su mirada era de temer. Ira, rabia, odio, la mirada de Paradox estaba cargada de múltiples emociones. **


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- ¿En verdad? - {dijo Paradox con sorpresa...} - ¡No lo creo! - {Paradox azotó al gigante mientras hacía brillar su cosmo con descontrol.} - ¡Jamás te perdonaré esta humillación! -


** Extendiendo sus manos, Paradox encendió fuertemente su cosmos, el espacio y el tiempo a su alrededor se empezaban a distorsionar, primero lentamente para luego tomar mayor rapidez, la tierra así como todo el edificio comenzó a templar, su cosmos era poderosamente temible... **


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- Ahora sentirás el terror correr por tu sangre, el poder infinito que aplasta tu maltrecho cuerpo, sentirás que ya nada puedes hacer salvo morir, probarás una de las más grandes sapiencias de géminis… ¡Galaxian Explo...! -


** Pero fue interrumpida por un fuerte golpe en el estómago que lo obligó a callar y arrodillarse, un súbito torrente de sangre ahogó sus palabras. **


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- ¿Qué? - {preguntó Paradox con sorpresa.}

** Al mirar hacia arriba, un hombre con su mismo rostro lo observaba severamente, ataviado con una magnífica armadura dorada... Integra de Géminis la había detenido. **


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- Estoy cansada de tú comportamiento deshonroso, Paradox. - {Dijo en voz alta Integra que hizo temblar a algunos.} - Esta humillación no te la ha dado ni este joven ni yo... tú te has hecho objeto de ella por tus acciones poco honorables. -


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{Escupiendo sangre, Paradox preguntó.} - ¿Qué hermana? ¿Me vas a decir que le dé la mano y me disculpe? -


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- No. - {Respondió Integra con un gesto de dolor que se tornó frío posteriormente.} - La que se disculpará seré yo, pero después, ahora yo tengo algo que hacer contigo. - {Caminando hacia la puerta del comedor, Integra volvió su rostro hacia Paradox y le dijo de manera retadora y autoritaria.} - ¡Ven! -


** Paradox se sonrió tras un estremecimiento. **


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{Se volvió hacia Schiller y sonriéndole le dijo.} - El poder es justicia, Schiller. Los débiles, no merecen compasión. -


** Paradox salió del Comedor ignorando a los demás.


Mientras tanto, Harbinger notó que una mano fuerte le ofrecía ayuda para levantarse, tomándola con confianza, el joven se quedó sin habla al observar el noble rostro que le sonreía. **



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- ¡Señor Fudo! - {dijo con sorpresa Harbinger.} - ¡Gracias, Maestro, gracias! -


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{Fudo sonriendo.} - Lo vimos todo, joven guerrero. -


** Harbinger escuchó esas palabras con sorpresa preguntándose a quién hacía referencia Fudo aparte de sí mismo, volviéndose observó que Ionia se aproximaba al tiempo que todos se levantaba mostrando su respeto hacia el más poderoso y respetado de todos los caballeros dorados. **


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"Así es, Harbinger, te agradezco por haber dado una lección no solamente a Kiki, sino a todos los que presenciábamos este encuentro."


** Harbinger con cara de sorpresa evidente, bajó su mirada al tiempo que se disculpaba. **


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- ¡Maestro! Sé que esa explosión de cosmos no estaba permitida, pero Paradox en principio parecía una simple habladora, nada más, una brabucona cualquiera, pero al ver su poder, me vi obligado a usar mi cosmos... -


** Fudo detuvo la charla nerviosa de Harbinger poniendo su mano en el hombro del joven. **


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- No te disculpes, Harbinger, como te lo dije, hemos visto todo. Despertaste el 7° Sentido de una manera asombrosa, lo has hecho a tu modo, sin seguir las reglas, encontraste tu propio camino, como un verdadero caballero... ¡en verdad eso es una gran hazaña! -


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- Gracias por tus palabras maestro, procuraré desarrollarlo como es debido, esto es algo que me volverá aún más fuerte. -


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- Generalmente, un santo dorado despierta este sentido en aras de obtener su armadura, pero tú lo hiciste por ti mismo, por tus convicciones y a demás defendiendo a un inocente. - {Y observando a todos, Ionia habló con los demás.} - El comportamiento de honor y de defensa del débil son principios que los santos de atenea deben observar... no es la búsqueda del poder lo que nos debe de guiar, ni el vano placer de una pelea sin sentido, sino la búsqueda de la justicia. -


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- En efecto... - {agregó Fudo a las palabras de Ionia.} - Permanecer impasible ante una injusticia es una comodidad que no podemos darnos, pero en este joven, es un signo de su compromiso y de su bondad, en verdad, todo un gran y honorable guerrero. - {Y volviéndose hacia Harbinger, Fudo preguntó.} - ¿Tu ya tienes tu armadura, verdad muchacho? -


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Sí, soy Harbinger de tauro.


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- ¿Tauro? - {preguntó Fudo observando el aspecto de Harbinger y explicándose su tamaño.} - A partir de ahora serás conocido como Harbinger de Tauro, quien rige la Fuerza y la Destrucción. Yo te guiaré en tú entrenamiento futuro, si me lo permites. -


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- ¡Será un honor! - {Dijo a esto Harbinger haciendo una reverencia.}


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- Tú destino es claro, Harbinger, deber ser como Al…. -


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{Interrumpiendo a Ionia.} - Nadie sabe qué día es el día en que tú destino te pone en camino, cada evento en nuestras vidas es una lección que no debemos de olvidar.- {Agregó Ionia con una sonrisa.} - Hoy hemos aprendido de ti una lección de justicia y de honor difícil de olvidar... no dejar que nada ni nadie nos pisoteé haciendo olvidar nuestro orgullo, sino levantarnos siempre y encarar nuestro miedo... -


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{Las palabras de Ionia resonaron en la mente de Harbinger en sus recuerdos. Volviéndose hacia el ícono de Atenea, el Santo Dorado de Tauro habló.} - ¡Mi diosa! ¿Acaso estás haciéndome recordar esto como mensaje de que debo levantarme y pelear? -


** Viendo hacia la figura de la diosa que parecía sonreír siempre, Harbinger reflexionó unos minutos. **


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- ¿Es que acaso todavía puedo serte útil? -


** Un cosmo interrumpió la meditación de Harbinger. **


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- ¡Harbinger! - {escuchó el santo de tauro en su mente.} - Harbinger ¿estás allí? -


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- ¡Esa voz! - {exclamó para sus adentros Harbinger.} - ¡Es la voz del Viejo Maestro! -


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- En efecto, mi joven amigo. - {Respondió Shiryu con simpatía.} - Estoy haciéndote un llamado por que la diosa Athena y yo necesitamos de tus servicios. -


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- ¿La diosa? ¿Usted? - {preguntó Harbinger abriendo sus ojos con sorpresa.} - ¿Qué desea usted, Maestro? -


** Harbinger se levantó con presteza. Shiryu observaba todo a través de su cosmos. **


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- La guerra con Pallas está a punto de comenzar, amigo mío. - {Respondió tras un silencio breve Shiryu.} - Y Atenea necesita tener la seguridad de que sus fuerzas no serán distraídas. -


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- ¿Distraídas? - {preguntó sin entender Harbinger ante las palabras de Shiryu.} - ¿Por qué? -


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- Con vestigios de una guerra que no se realizó pero que le quita tranquilidad a Atenea, mi joven santo de Tauro. -


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- ¿Qué me quiere decir, Maestro? -


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- Qué no sólo es la amenaza de Pallas la que está poniendo en peligro la paz del mundo, Harbinger... hay otra en la Tierra en estos momentos, una que creíamos que ya no estaba sobre esta. -


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- ¿Una que se creía no estaba sobre éste? ¿De quién se trata, Maestro? ¡Dígame! -


** Harbinger observó hacia el techo de su habitación esperando una respuesta. ¿Una amenaza tan grave como para distraer a Atenea antes de su encuentro con Pallas? ¿De quién se podía tratar? **


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- ¿Maestro? - {preguntó Harbinger ansioso esperando la respuesta del anciano. }


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- Se trata de... Eris. - {Respondió Shiryu con acento grave.}






Continuará...
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Saint Seiya Gaiden - Tomo 1 Empty Re: Saint Seiya Gaiden - Tomo 1

Mensaje por Apu Miér Nov 27 2013, 00:22

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** La mención de ese nombre por parte de Shiryu causó un estremecimiento en Harbinger que lo recorrió desde la médula... ¡Eris, la diosa de la discordia, el caos y la destrucción! **


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- ¿E...Eris? - { preguntó Harbinger incrédulo.} - ¿La diosa? -


** Shiryu afirmó con aparente tono frío sus propias palabras. **


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- Así es, Harbinger - { prosiguió con su tono grave} - No encuentro una explicación lógica a lo que está ocurriendo pero aparentemente, tras no concretar su movimiento contra Atenea en esta generación, el dios ha decidido volver a ser un obstáculo en el camino de nuestra diosa. -


** Pero Harbinger escuchaba todo esto como ausente atormentado en sus propias dudas y miedos. **


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- ¿Un dios? - {El sudor bañó al gigante, un fino rocío cubrió su frente.} - ¿Yo? ¿Cómo podría hacerlo? -


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- Athena ha ordenado la salida de los caballeros de bronce del Santuario y ha prohibido su involucramiento en peleas en lo consiguiente, Harbinger... - {comentó Shiryu sin variar su tono. } - Es la voluntad de Athena que los caballeros dorados sean los que lleven a cabo esta misión. Athena no quiere que nadie sufra innecesariamente. A demás ustedes con su poder pueden hacer frente a cualquier problema. -


** Las palabras del venerado patriarca fueron interrumpidas por un súbito comentario de Harbinger. **


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- Pero Maestro... ¡yo! - {Dijo Harbinger al tiempo que hablaba como al aire y levantaba su mano como queriendo tocar algo que no estaba allí.}


** Shiryu calló esperando las palabras de Harbinger, pero este mismo interrumpió su frase.

¿Qué diría? ¿Qué no podía realizar esta misión? ¿Qué sería inútil ahora ante cualquiera ahora que su armadura ni siquiera parecía querer protegerlo?

Un sombrío silencio cayó entre los dos poderosos guerreros, no había que decir por parte de Harbinger, no al menos, sin admitir su propia deshonra, su propio miedo, y la vergüenza lo impedía. **



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- Yo confío en ti. -


** Esta frase vino como una caricia en medio del dolor más grande. Como si un rayo de luz de sol se abriera paso entre la oscuridad y el frío, un cosmo poderosísimo invadió la casa de tauro. Era como si se abriera por primera vez los ojos al nacer, tan cálido como el abrazo de una madre, y reconfortable. **


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- ¡Este Cosmos! - {exclamó Harbinger levantando la vista con la esperanza dibujada en ella, las lágrimas que una vez más sin invitación parecían querer brotar...} - ¡Athena! -


** Como si una estrella hubiese surgido de la nada en medio de la Casa de Tauro, una aparición hizo efecto. Envuelta en luz divina, Athena, apareció bañada en toda su gloria ante el desconsolado y perdido Santo del Toro. **


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- ¡Mi Señora! - {exclamó Harbinger arrebatado en felicidad y consuelo.} - No... No mi señora, no me mires ahora... no soy digno de ti... -


** Finalmente las lágrimas fueron liberadas por Harbinger y su cara se llenó del torrente de lágrimas, único testimonio de los sentimientos reprimidos y expresados por el Santo Dorado del Toro. **


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- He faltado a tí y a tus preceptos, Señora mía... tú sabes lo que hice, lo que he sentido, lo que pienso, discúlpame por no estar a la altura de esta misión sagrada... -


** Athena avanzó hasta Harbinger y sonriendo le levantó el rostro, el cual había escondido entre sus manos tras caer arrodillado delante de Athena. Harbinger cedió al gentil pero firme gesto y observó la hermosa cara de Saori.

Lo que encontró allí fue un rostro hermoso envuelto en la misma luz sagrada que la acompañaba, una mirada llena de amor y una sonrisa amplia y sincera. **



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- Mi Caballero Dorado de Tauro... - {dijo Athena con voz calma} - En efecto, sé lo que sientes y piensas, no tienes por qué esconder tú rostro ante mí, no has hecho nada de lo que debas avergonzarte... -


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- ¡Pero mi diosa! ¡Soy tan insignificante... tan inútil! -


** Harbinger volvió a llevarse las manos al rostro escondiéndolo, no, no podía más. Había buscado tan desesperadamente el consuelo de su diosa en las últimas noches que finalmente al tenerla frente de sí, no acertaba a hacer nada, sino a llorar como un niño. **


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- No soy digno de verte ni estar parado de frente a ti, Señora... he fallado. -


** Athena vio al joven Harbinger desahogar su vergüenza en medio del llanto y sintió un dolor inmenso ante las palabras de su guerrero. No, no era dolor por que él no se hubiera levantado cuando ella lo invitaba a hacerlo, todo lo contrario, era el dolor que el hombre delante de ella tenía en esos momentos: el peso de su supuesta derrota, lo inexorable de su juicio a sí mismo. **


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- ¿No eres digno de estar de pie delante de mí, dices? - {preguntó Athena a Harbinger anticipando su respuesta.}


** Sin quitar sus manos del rostro, Harbinger negó con la cabeza fervientemente.

Avanzando, majestuosamente, Saori hizo algo que provocó que los ojos de Shiryu se abrieran sorprendidos... ¡ella se arrodilló ante Harbinger! **



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- ¿Y piensas tú que yo soy lo suficientemente digna para arrodillarme junto a ti? -


** La voz de ella irradiaba ternura y comprensión... no había piedad, solo un infinito amor que era casi visible. **


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- ¿Me permitirías estar aquí junto contigo? -


** Harbinger quitó sus manos del rostro con sorpresa y observó a Athena allí, arrodillada junto a él... ¡su diosa! **


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- ¡Señora!... ¿qué haces? - {preguntó al punto del paroxismo.}


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{Athena escuchó a Harbinger con atención y respondió.} - Pidiéndote perdón, Harbinger. -


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- ¿Qué? - {preguntó Harbinger lleno de sorpresa.}


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- Tantas veces me has dicho esta noche que no eres digno de mí, mi valiente y amado Harbinger, que me he llegado a dar cuenta de que yo para ti no soy más que un ícono, una imagen y un ideal, y eso yo no quiero ser, nunca lo he pretendido... - {ahora Athena bajó la cabeza haciéndola de un lado al tiempo que sus ojos se estremecían cercanos al llanto.} - Mi misión sobre esta Tierra es proteger a la Humanidad porque yo creo en ella y la amo, pero... ¡qué fracaso el mío al no inspirar un sentimiento más cálido en mis santos para que se sientan tan presionados! -


** Harbinger no salía de su asombro al ver a Athena allí, junto a él, arrodillada y pidiendo perdón. Shiryu se sentía asombrado... **


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- Mi valiente guerrero - {prosiguió la bella diosa con voz melodiosa} - ¿qué sería de mí sin ustedes y su nobleza? ¿Sin su valor y entrega? ¿Sin su honor y su dedicación? ¿De qué me sirve ser su diosa si el amor que me profesan es un amor que no sienten correspondido...? ¿Acaso soy tan egoísta? ¿Acaso soy esa imagen exigente y fría? -


** Los ojos de Shiryu se llenaron de lágrimas... era algo que nunca había anticipado, las palabras de su diosa le tocaron el alma... esto no era menos que un milagro que ocurría delante de él, el misterio de la encarnación de los dioses no era nada comparado a ver a un dios intentando alcanzar la humanidad. ¡Un milagro, no menos! **


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- Mi misión es proteger a la raza humana pero esta solo consecuencia de mi misión de amarla, lo cual es más importante... ¿es mucho de mi parte esperar un amor correspondido de su parte? ¿Es mucho de mi parte pedir que se me vea con otros ojos? - {preguntó Athena con un poco de angustia.} - Harbinger, yo estoy orgullosa de ti y de tú humanidad, yo no te juzgo indigno de mí, valiente guerrero, al contrario, tú humanidad y tú nacimiento son algo que agradezco a las estrellas, pues has de entender que no soy yo la causa de tú existencia, sino que son ustedes la causa de la mía - {Y tomando la cara de Harbinger con cariño, Athena prosiguió.} - Harbinger, no te juzgues tan terriblemente, no te atormentes, esto yo nunca lo he deseado a nadie ¡ustedes que son no sólo la esperanza de este mundo sino la mía propia! Juzgarse así es fallarse a sí mismo, mi querido guerrero, no a mí. - {La firmeza de estas palabras eran una caricia más que otra cosa en los valientes santos.} - Pero si acaso yo soy la que ha ocasionado este sentimiento, te pido perdón desde el fondo de mi alma... -


** Harbinger se sonrojó, las palabras de Athena estaban llenas de remordimiento y de un arrepentimiento sincero... ¿sólo un ícono? ¿Sólo un ideal? Lo que Harbinger tenía delante de sí estaba muy lejos de ser la Athena que el en ocasiones se imaginaba como ideal divino. Sin embargo, esa humanidad que demostraba conjugada con su condición celestial eran algo irresistible y algo nuevo... ¡Y pudo comprender el fervor de los santos de bronce! Esa diferencia en su calidad de lucha... ¡por eso ellos siempre lograban lo imposible! **


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- No, Señora... - {dijo Harbinger sonriendo hacia Athena con una nueva disposición.} - No has hecho nada sino mostrarme lo grandiosa que eres, no me pidas perdón... esto no es necesario... - {y sonriendo dijo.} - ¡Creo en ti y en tus palabras, y sobre todo, ahora también vuelvo a creer en mí mismo! -


** Levantándose y levantando al mismo tiempo de manera gentil a Athena, Harbinger la observó con una sonrisa de satisfacción. **


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- Yo soy… Yo soy… ¡Aldebarán…! - {proclamó con un fuerte grito en voz alta, su cosmo explotó cubriéndolo de un brillo dorado inigualable, la caja de pandora de Tauro brilló y se abrió al tiempo que la Armadura sagrada de oro cubría al gigante al tiempo que el terminaba su frase} - ¡… Caballero Dorado de Tauro! -


** Shiryu sonrió, el espíritu de Harbinger brillaba como una Aldebarán en el firmamento al tiempo que su propio espíritu se sintió reanimado.

En medio de la transfiguración, el Templo del Toro se iluminó por dentro, y sus velas se encendieron como por prodigio, como había sido reflejo de la oscuridad de su espíritu horas antes, la casa zodiacal mostró el brillo intenso de la esperanza renacida en el corazón del valiente caballero de Tauro.

Afuera, la noche daba poco a poco paso a la llegada de la aurora, amanecía al fin en el Santuario.

Athena observó a Harbinger llena de alegría. **



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- ¡Harbinger, ahora has renacido como Aldebarán, sigue a tu estrella, encuentra tu destino y peles por lo que dicte tu corazón! - {y poniéndose de puntas besó la mejilla del caballero al tiempo que le decía} - Y no olvido mi promesa hacia ti. -


** Aldebarán no acertó sino a abrir una vez más sus ojos llenos de sorpresa al tiempo que acariciaba la mejilla que recibiera el regalo de la diosa.

En ese momento, Kiki, santo dorado de Aries y Fudo, santo dorado de Virgo entraban a la habitación de Harbinger... sorprendidos ante la escena, y sobre todo de ver allí a la diosa, se arrodillaron prestos para demostrar su respeto y devoción. Athena sonriendo se acercó hasta ellos y los levantó ofreciéndoles a ambos sus manos. **



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- Yo confío en ustedes mis caballeros... son los mejores, no tengo dudas. - {Dijo ella regalando un poco de su calor a los espíritus de sus guerreros.}


** Athena dio un paso hacia atrás y cerrando los ojos, envuelta en su fulgor divino, abandonó la Casa de Tauro para volver a su propio Templo... y aunque su presencia física dejó de estar allí, su mensaje y su calor se quedaron en los corazones de los guerreros.

Todos observaron durante unos segundos el sitio donde la diosa desapareciera con una sonrisa en su rostro. Harbinger había renacido. **



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{Volviéndose hacia los recién llegados, preguntó con sorpresa.} - ¡Kiki! ¡Fudo! ¡Amigos! ¿Qué hacen aquí? -


** Ambos guerreros sonrieron al ver a Harbinger vestido con la armadura de Tauro, mirándose uno al otro se acercaron corriendo hasta él y lo rodearon con sonrisas y exclamaciones. Shiryu sonrió... ¡jóvenes! No eran más que eso... y esta relativa calma antes de la tempestad era algo que los guerreros tenían que disfrutar también. **


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- Hemos sido llamados por el Maestro hasta acá - {respondió Fudo por fin.} - ¡Pero jamás esperamos encontrarnos con esto! -


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- ¡Así es! - {agregó Kiki a la exclamación de Fudo.} - Hasta hace algunas horas que estuve aquí todo lucía tan diferente... - {Kiki observó a Harbinger y le sonrió.} - ¡No sabes cuánto me alegra verte así… Aldebarán! -


** Ambos amigos se sonrieron como en tantas ocasiones anteriores se sonrieran uno al otro celebrando un logro del otro. La amistad de estos dos santos era tan fuerte como los pilares de la Casa de Tauro, y tan bella como estos igualmente. **


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- En efecto, los he reunido para encomendarles una misión importante. - {Interrumpió Shiryu finalmente.}


** Los tres escucharon atentos a las palabras del Patriarca, cambiando sus gestos sonrientes por unos de atención y concentración. **


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- La amenaza de Pallas es grande, pero por ahora tenemos otra más inmediata y que requiere de nuestra atención. - {Prosiguió Shiryu con la explicación iniciada hacía ya horas.}

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- ¿Tan grave es como para llamarnos a los caballeros de oro, Maestro? - {preguntó Fudo asombrado.}


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- En efecto, la amenaza lo es... se trata de otro dios, Eris. - {Confirmó Shiryu a la inquietud de Fudo, que no era sino eco de los pensamientos de Kiki.}


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- ¡Eris! - {exclamó Kiki con un estremecimiento similar al sentido por Aldebarán momentos antes} - ¿Cómo es posible? -


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- ¿Está en La Tierra? - {preguntó Fudo asombrado.}


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{Shiryu se dispuso a responder las preguntas de los jóvenes caballeros.} - Aparentemente, pero les diré lo que sabemos... -


** Harbinger, Kiki y Fudo cerraron los ojos al tiempo en que en sus mentes, imágenes de un lugar parecido al Santuario se formaban. **


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- Lo que ustedes están viendo es la Villa de Égida - {se escuchó la voz de Shiryu al fin.} - Dicho sitio está ubicado a los pies del Monte Idhi Oros en la Isla de Creta. -


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- ¿Villa Égida? - {se preguntó Kiki buscando en su memoria mención anterior de este sitio.}


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- ¿Por qué se parece tanto al Santuario? - {preguntó Aldebarán al Maestro, aun estudiando las imágenes que ellos veían en sus mentes.}


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- Porque es parte del Santuario de Athena. - {Respondió Shiryu con determinación.} - A lo largo del globo, Athena tiene repartidas Villas, cuya misión es siempre la misma, la protección siempre de la humanidad. La Villa de Égida está poblada por gente que ha huido de sus hogares... -


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- ¿Huido? - {preguntó Kiki extrañado.} - ¿De qué o de quién? -


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- Por diferentes motivos, mi joven Kiki, por diferentes motivos." {Respondió Shiryu con paciencia.} - En Égida se encuentran refugiados políticos o religiosos, aquella gente que sufre intolerancia en sus hogares y que recurren a nuestra diosa en busca de su ayuda. - {El Anciano Maestro hablaba de esto con orgullo... la búsqueda de la justicia era algo que el propio Shiryu admiraba y que personalmente, como santo había perseguido.} - La Villa de Égida está allí desde hace ya muchos eones. Athena siempre ha sido compasiva y protectora de sus creyentes, su misión comenzó desde hace ya mucho tiempo, así pues, ahora conocen que la Villa en efecto es parte del Santuario y como parte de éste, se rige por las mismas reglas. La Villa es invisible a los ojos del mundo, y no solo se protege a la Villa sino a toda la Isla, la cual, por esta circunstancia, se ha salvado de diversas catástrofes que la amenazaron en el pasado. -


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- ¿Existe un Patriarca allí? ¿O alguien que canalice la energía de Athena para efectuar la protección de la Isla? - {preguntó Fudo tras unos segundos de meditar las palabras del Anciano Maestro.}


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- Existen tres templos ocultos en los picos de las montañas de Creta - {dijo éste proyectando las imágenes de los tres templos de la Isla de Creta.} - En ella, tres sacerdotisas canalizan el cosmo de la diosa, sin embargo... - {calló finalmente en su explicación Shiryu con tono grave} - En los últimos días la presencia de estas tres sacerdotisas no puede ser captada por el Santuario... ¡la isla por vez primera en milenios está fuera de la protección de la diosa y ella se encuentra preocupada por esta causa! -


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- ¡Invasores en el Santuario! - {pensó Aldebarán indignado.} - ¡No lo permitiremos! -


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- Pero ¿cómo saben que es Eris la causante de esto? - {preguntó Fudo a Shiryu.} - ¿No será acaso una estrategia de Pallas para dejar desprotegido el Santuario? -


** Shiryu consideró lo que Fudo dijo. En efecto, si Kiki, Harbinger y Fudo salían, las casas del zodiaco del Santuario que seguían ocupadas (y que servían como primera defensa) quedaban desprotegidas. **


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- Sabia observación, Fudo - {respondió Shiryu satisfecho, la sabiduría y la visión de este joven siempre causaban una grata sorpresa en el anciano.} - Pero Athena ha notado un incremento en la actividad en el mar, una afluente cerca de la isla de Hokaido, lugar de residencia de Eris desde la era del mito, por ello pensamos que es ella y no Pallas la responsable de lo que está ocurriendo. -


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- En cualquier caso... - {dijo Aldebarán preocupado} - No me agrada pensar que nos vamos dejando desprotegido el Santuario -


** Shiryu escuchó a Aldebarán y comprendió que su hablar irreflexivo no se originaba en una desconfianza que sintiera por sus compañeros, sino fruto de su preocupación y su propia ansia de lucha. **


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- Seiya, Gembu y yo estaremos atentos a proteger el Santuario, igualmente he mandado a llamar al resto de los 10 santos legendarios, con quienes combatí en el pasado, Aldebarán, confía en nosotros. - {Los tres santos dorados se avergonzaron un poco ante la posibilidad de que se hubiese interpretado sus palabras como desconfianza, pero ninguno dijo nada. La voz de Shiryu se escuchó de nueva cuenta concluyendo la frase iniciada.} - No tenemos otra alternativa. -


** Kiki y Fudo bajaron la vista a disgusto, sentían que se dirigían a una trampa por propia elección y regalar la mitad del camino tan adentro como Virgo al Santuario no les satisfacía de ninguna manera. De pronto una carcajada interrumpió sus pensamientos. **


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- ¡Amigos! - {exclamó Harbinger quien era quien reía.} - ¡Sí tenemos otra alternativa! -


** Kiki y Fudo observaron al joven Tauro asombrados y preguntándose ¿qué opción ofrecería Harbinger que no hubiera ofrecido el Viejo Maestro? **


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- ¡La alternativa es regresar lo más rápido posible! - {Irradiando confianza, Aldebarán se sonrió nuevamente.}


** Shiryu abrió los ojos con sorpresa y se sonrió. Fudo observó a Harbinger y se sonrió junto con el sintiendo que su cosmo se empapaba de la confianza que derrochaba el Santo de Tauro. **


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- ¡Somos los Santos de Athena, y podemos lograr lo imposible! - {Exclamó Kiki haciendo brillar su cosmo.}


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- ¡Vamos a mitigar la amenaza! - {dijo Harbinger lleno de confianza y tomando la iniciativa de comenzar su recorrido hacia la salida del Templo del Toro.}


** Los Santos dorados de Aries y Virgo lo siguieron, al tiempo que el cosmo de Shiryu desaparecía. Pero Kiki pensó que se enfrentaría quizá con un dios y que esa no era una misión tan fácil como se antojaba aún y con la confianza que Harbinger y Fudo sentían.

Los tres Santos Dorados caminaron hasta la explanada exterior del Templo de Tauro, la cual ya estaba totalmente iluminada por el sol de la mañana, y usando sus cosmos, los tres dieron un salto hacia el cielo encaminándose hacia la isla de Creta... **





Continuará...
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Mensaje por hellkevin Lun Mar 30 2015, 04:58

bueno apu, sere el jues de este rol por encomienda de los dioses



Like a Star @ heaven introducción Like a Star @ heaven

comenzaste bien dándole a la historia la ambientación de un conflicto al estilo saint seya! la preocupación de kiki, la determinacion de Shiryu, el protagonista y su carga de frustracion le dio el toque perfecto para provocar esa sensacion de conflicto. 8

Like a Star @ heaven cuerpo Like a Star @ heaven

sin duda en lo que mejor te has destacado fue en los diálogos, los personajes sabían interpretar al pie de la letra su personalidad, ademas de la amplia variedad de personajes. por otro lado, los caballeros de oro que protagonizaron este rol, si bien están acorde a la serie, tenes que considerar que el lector puede "no tener en cuenta estos recursos" 7


Like a Star @ heaven Desenlace Like a Star @ heaven

bastante impresionante como definiste los detalles de cada movimiento, los enfrentamientos eran efectuados de forma tal que parecia como si lo viera en la tv, sin embargo abusas mucho de  oraciones y hasta incluso párrafos irrelevantes que terminan perjudicando la historia.7


Exclamation valoración

En términos generales esta moderadamente bien, ya que tan solo la mitad del rol posee ese fuerte carácter de intriga y emoción, hay párrafos que si bien cumplen una función detallada de la escena, podría sintetizarse. un consejo es que no te fíes por la cantidad de palabras en un rol, sino mas bien por la calidad con la que te desenvuelvas en el. mas alla de eso se ven errores de ortografía muy frecuente, algunas palabras que terminan desorientando el sentido de la oración .7


la nota es de 7
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