Aramos y Hoteshi vs. Lurevir

Otro día se iba en el Santuario. Un día más. El fresco del anochecer y las escasas nubes que cubrían las estrellas que comenzaban a aparecer hacían de esta, una oscasión ideal para la meditación. Era, tal vez, uno de los días más pacíficos de los que Aramos había vivido en el Santuario. Hasta ahora.

Se había dirigido al Santuario del Santo Hoteshi con intención de compartir horas de meditación. Ambos santos se encontraban en completo silencio, en la posición de loto de meditación. Sin saber por qué, y sin comprender como, Aramos creía que entre ellos se había creado una especie de afinidad, una especie de destino común. Aquellos pensamientos aún cruzaban la mente del santo de Equulus cuando sintió un cosmos oscuros que crecía con cada segundo que pasaba... En pocos segundos, las nubes adoptaron un color oscuro antinatural, mientras aquella presencia foránea al Santuario marchitaba todo lo que tocaba.

Vaya, vaya. Murmuró Aramos por lo bajo, mientras se ponía de pie. ¿Qué tenemos aquí?