Entrenamiento básico para obtener la armadura de Cerbero

**Una vez que se vió liberado de su prisión de tierra, Jesenoma comenzó a correr. La dirección a seguir era incierta, se dejaba llevar por su instinto. Atravesó el campamento en ruinas y siguió adelante. Le quedaban menos de 24 horas para encontrar el campamento y reunirse con Nachi.

El camino le llevó a atravesar un bosque. Su aspecto era tenebroso aún a la luz del día. Los árboles, altos y frondosos, no permitian ver mucho mas allá, por no mencionar la gran cantidad de caminos que albergaba, el bosque era un auténtico laberinto.

De repente notó algo... su instinto le decía que cerca había algo peligroso, aunque eso no detuvo su carrera. Conforme avanzaba, esa sensación aumentaba, estaba convencido de que algo iba a pasar... y así fue.

Dos figuras aparecieron de la nada y comenzaron a correr detrás de él. No decían nada, pero no le hacía falta hablar con ellos para saber que sus intenciones no eran buenas. Jesenoma aumentó el ritmo de carrera. Lo hizo por prudencia, no por miedo, quería elegir un lugar adecuado para burlarlos o enfrentarse a ellos si fuera preciso.

Algo inesperado sucedió, una tercera figura apareció de la nada, a menos de 5 metros, situándose enfrente de Jesenoma y cerrándole el paso. Sin dudarlo y sin frenar su carrera, Jesenoma descargó un potente directo a la cara del desdichado, que cayó al suelo en redondo. Este golpe fue el detonante de una explosión de adrenalina en su interior. Se sentía seguro y confiado para enfrentarse a sus dos perseguidores.

Se frenó y se dió la vuelta. Observó que el hombre al que le había asestado el golpe aún permanecía en el suelo. Los otros dos parecieron pensárselo, pero no se detuvieron. Uno de ellos, el mas alto, sacó un largo cuchillo de su espalda y se encaró a Jesenoma.

-Dame todo lo que lleves... no tendrías que haber atravesado nuetro territorio, !!pagarás caro lo que le has hecho a mi hermano, hijo de una hiena¡¡-

Jesenoma observó a su interlocutor, sin perder de vista al otro, que ya se estaba posicionando a su espalda. No solía meterse en peleas, pero no iba a permitir que tres bandidos de poca monta le frenasen. Reflexiono unos segundos y llegó a la conclusión de que si su cometido era defender a la Diosa Athena, este era uno de los menores retos a los que se tendría que enfrentar. No estaba mal para empezar. Recordó la sensación que había experimentado cuando logró salir del domo de tierra, aunque no fue capaz de volver a concentrar su aura en su puño. No le preocupó. Se dió la vuelta encarando al bandido que estaba desarmado y se avalanzó contra él. Al parecer este no era un sanguinario asesino como pretendía aparentar, ya que se acongojó ante el ataque de Jesenoma. Tal vez no estuvieran acostumbrados a que sus víctimas les plantasen cara.

Jesenoma se avalanzó contra su agresor y le asestó una potente patada en su entrepierna. Con el letal golpe hizo que se desplomase. Acto seguido, percibió que el otro bandido se avalanzaba contra él. No le hizo falta girarse para percibirlo. Jesenoma se tiró al suelo, para la sorpresa de su atacante, dándole una patada desde esa posición en la boca del estómago que lo frenó en seco. El golpe fue muy potente, mucho mas de lo que Jesenoma se imaginaba.

Con los tres bandidos en el suelo, Jesenoma se relajó. Algo iba mal, la sensación que le había alertado del peligro no cesaba... y por suerte no la ignoró. Otros tres bandisos, esta vez armados hasta los dientes aparecieron. Todo sucedió muy rápido. Uno de ellos se avalanzó contra el esgrimiendo un hacha de grandes dimensiones. Logró esquivarlo por los pelos saltando hacia un lado. Inmediatamente después, otro que portaba un martillo lanzó un potente golpe que le rozó. Se tiró al suelo rodando como pudo, por lo que no pudo evitar el potente golpe del tercero de los bandido, que golpeó su espalda con un potente golpe propinado con un bate.

Ignorando el dolor debido al subidón de adrenalina se levantó. Le dolía la espalda, pero estaba seguro de que algo había absorbido la potencia del devastador golpe. Si no, no se hubiera podido levantar con tanta facilidad, estaba seguro de ello.

Volvió a correr con todas sus fuerzas. Cuando miró atrás, cinco de los seis bandidos le perseguían. Podía notar la furia de sus adversarios. Jesenoma no escapaba por miedo, buscaba el lugar idoneo donde plantar cara a sus adversarios. Notaba que la energía volvía a invadir su cuerpo, podía notar que algo extraño envolvía cada uno de sus músculos. Se frenó en seco y golpeo con el puño cerrado a modo de maza a su espalda sin volver la vista. Fue el instinto el que le hizo asestar ese potente golpe que destrozó literalmente la mandíbula de uno de los bandidos que ya se le hechaba encima.

Continuó con el ataque asestando otro potente golpe circular a otro de los bandidos que seguía, que corrió una suerte parecida al primero. Esos dos ya no volverían a levantarse, pero aun quedaban tres.

Dos de ellos se lanzaron en plancha a sus piernas, logrando tumbarlo al suelo. Lo agarraban con fuerza, manteniéndolo inmovilizado. El tercero, que aún se dolía del golpe recibido en el estómago se tiró encima de Jesenoma y comenzó a golpearle con furia en la cara. La sangre de Jesenoma salpicaba su cara, estaba recibiendo una brutal paliza. Por un momento, pareció desvanecerse... estaba tirado en el suelo, sangrando por la nariz y la boca. Sus tres agresores, de pie frente a él, le rodeaban, parecían debatir que hacer con él, si rematarle o dejarle allí tirado...
Algo raro pasaba, Jesenoma notaba como se recuperaba de su dolor gradualmente, sentía una energía, esta vez mas intensa que la que había sentido al salir del domo, le rodeaba, casi hasta hacerle levitar. Un fuerte pinchazo en su vientre le hizo reaccionar. No se trataba de una puñalada ni de un golpe traicionero, se trataba de una explosión de fuerza que nacía en su estómago, expandiéndose por todo su cuerpo. Un aura, esta vez algo mas intensa que la que le había cubierto en el domo de tierra se manifestó, rodeando sus dos puños y sus piernas. Si eso era su energía cósmica, realmente estaba empezando a sentirla y a familiarizarse con ella. No podía controlarla a voluntad, pero aparecía cuando realmente la necesitaba. Tal vez con la ayuda de Nachi lograse controlarla... pero primero tenía que encontrarlo.

Ante la mirada atónita de sus tres atacantes, se incorporó. No parecía haber recibido la brutal paliza que hacía unos segundos le había tumbado en el suelo. Con la velocidad del rayo, asesto tres certeros golpes a los incautos bandidos, que no habían tenido la prudencia de alejarse al ver que su víctima se levantaba. Fueron tres golpes letales, devastadores, rápidos y fulminantes, cargados de energía cósmica, imposibles de esquivar para tres bandidos, cuya única ventaja había sido la numérica y el miedo que imponían en sus víctimas. Fue muy rápido, incluso vergonzosos. Acababa de eliminar a tres hombres en cuestión de segundos. Su potencial comenzaba a aflorar y Jesenoma estaba contento con lo que veía.

Sin mirar atrás, continúo con su carrera. Había gastado mucho tiempo con los bandidos, pero aun no estaba todo perdido. Corrió durante horas, sin detenerse a descansar, no había tiempo para ello. Atravesó el bosque y le siguió la montaña. Los valles y los rios parecían extenderse hasta el fin del mundo, pero su ritmo de decaía. El agotamiento llamaba a su puerta, sobre todo al llegar la noche, pero contra todo pronóstico, no desfalleció. Esa noche, su constelación brillaba con un color rojo fuego intenso. Parecía arder con furia, tratando de indicarle el camino hasta el campamento. Una última ráfaga de energía brotó de su interior, lo justo para llegar ante lo que parecía la entrada a una vieja ciudad. Realmente estaba oculta, de no ser por la ayuda de sus estrellas para guiarle, no lo hubiera encontrado. Al llegar a la entrada del recinto, se sentó en una roca a tomar aire y a descansar. Había llegado al campamento y podía Sentir a la energía de Nachi muy cerca... tanto que lo tenía justo delante.**