Solicito entrega de beneficios para Crixus del Dragón

-¿Por qué la lluvia golpeaba con tal intensidad en las últimas noches?-, se preguntaba el joven guerrero, mientras en una taberna de Grecia permanecía sentado sobre una vieja silla de madera con un vaso de whisky en la mano y su mirada fija en las labores de un viejo y achacoso cantinero. El techo parecía querer levantarse y aunque Crixus aun no terminaba de acomodarse, ya podía notar como la gente del lugar comenzaba a retirarse. Curiosamente todos a sus casas corrían para refugiarse mientras el guerrero del dragón, que en ese momento no llevaba consigo su armazón, se aferraba a su vaso licor aun intacto como si planeara emborracharse.

Las horas pasaron y aunque para ese entonces su sangre debería estar cargada de alcohol, el joven no parecía ni siquiera estar cerca de perder el control. El vaso frente a él podría bien ser el quinto o sexto de la noche, pero seguía siendo el primero, que ya sin hielo comenzaba a calentarse por el contacto con la piel del caballero. El cantinero  se acercó secandose las manos con una pequeña toalla y cruzando con él una mirada de complicidad, preguntó como solía hacerlo cada que Crixus aparecía por su cantina en un tono de total amabilidad. - ¿Tienes alguna historia para contar? -. El joven sonrió ligeramente descargando con suavidad su vaso sobre la mesa pero no pronunció palabra alguna hasta que el viejo se atrevió a agrergar - Cuentame más historias acerca de los caballeros. Puede que yo sea un viejo tonto, pero me gustan tus historias y a veces quisiera creer que son ciertas... Que hay guerreros que sin ser vistos, luchan por mantener el equilibrio en la tierra siguiendo los designios de las estrellas y las ordenes de la diosa que sobresale por ser la artífice de las mejores estrategias. Cómo quisiera que la mitología fuese real, tanto como tu y como yo en este triste lugar... Por favor... Tus historias son las que me devuelven la vida antes de que me enfrente a mi amargo final. -. Crixus colocó ambas manos sobre el vaso e inclinandose hacia adelante dejó que sus codos se apoyaran sobre la madera para comenzar. - Hoy no he venido a contarte ninguna historia, pero la pregunta que tengo que hacerte puede ayudar a que una de estas tenga lugar. -. El viejo sorprendido contestó - ¿Qué podra ser? - a lo que Crixus respondió inmediatamente - ¿Cuál es la razón de ser de un guerrero? -. El cantinero quedó silenciado por la inesperada pregunta, pero rápidamente leyó entre líneas encontrando el verdadero significado de aquellas palabras y pudo resolver la inquietud de Crixus de la forma en que lo haría un padre con su hijo. - El guerrero no debe regocijarse en los triunfos, ni en la sangre que hace derramar a sus enemigos, sino buscar la verdad y procurar que su causa nunca sea vacía. Un guerrero que pierde el horizonte, tendría que volver a sus raíces recordando el motivo que lo impulsó a combatir y evaluar si este se mantiene todavía. Cuando lo haya hecho, sabrá si sigue siendo lo que era y podrá seguir la máxima que debe guiar a todo guerrero...  Semper constans et fidelis. -. Un "gracias" recibió el cantinero en respuesta y acto seguido vio cómo el joven se levantaba dirigiendose a la puerta. - Espero que cuando regreses tengas una buena historia para compartir.- y girando un poco su cabeza Crixus lanzó una atenta mirada mientras decía - Todo depende de lo que de aquí en adelante pueda ocurrir. -.

Crixus salió sin prisa caminando por varias horas aunque la lluvia arreciaba y sus pasos lo llevaron a un punto desde donde el templo de Athena apenas se divisaba. Muchos contaban que ese era un buen sitio para ofrecer oraciones a la diosa en busca de milagros y que en ocasiones ella respondía a esos llamados, sin embargo para ello se requería de un corazón puro o de otra manera jamás serían escuchados. Solo existía una manera de saberlo y por ello el valiente Dragón elevó su cabeza y alzó la voz para que ni siquiera los cielos con su potente rugido lograran opacar las plegarias que saldrían de su interior y que entonaría con enorme fervor.

-Diosa Athena, donde quiera que se encuentre espero que pueda escucharme. Acudo a usted buscando ser acogido y que me sea restaurada la fuerza de voluntad que las batallas han mermado con el paso de los días. He dejado de lado mi pasado en su nombre y luchado a su servicio por un largo tiempo, arriesgando mi vida ante oponentes de enorme calibre e incluso espectros y dioses con los cuales he puesto a prueba no solo mi valor, sino mi suerte y mis estratégias y aunque no todas han sido victorias, esto se ha compensado con un gran esfuerzo y dedicación. Mis aventuras me han llevado a luchar junto al que hoy por hoy se ha convertido en mi maestro y gracias a él he mejorado en muchos aspectos escenciales para ser un mejor guerrero. Hubo un tiempo en que mis ojos sufrieron en la batalla y me vi obligado a desaparecer para recuperarme, pero ahora estoy en perfecto estado físico y dispuesto a combatir. Quiero que sepa que los mejores días están por venir y que mi lealtad ante usted sigue intacta aunque mi espíritu en ocasiones flaquee. Juro que no descansaré hasta alcanzar mi destino y obtener una de las doce armaduras doradas. Solo le pido una señal para saber que voy por el camino correcto... -

Crixus concluyó bajando su cabeza en silencio y se agachó hasta el suelo húmedo para dejar unas palabras que simbolizaban el significado de su estancia dentro del Santuario escribiendo "Semper constans et fidelis".