"El Juls" (Ulquiorra) VS "El Turco" (Libra)[PELEA DE ROL]

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#2 'Dado de Furia' :

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Turno de Rol

El sismo proveniente del bestial ataque de Dhoko había revolucionado la zona por completo. Los pastos y pequeñas plantas habían sido arrancados desde la raíz, y la tierra que antes rellenaba el cráter que se podía obsevar, convertía en barro el cause de la cascada. El agua se había calmado, y corría con su curso natural hasta la altura de las rodillas del caballero de Libra, que se mostraba agitado no solo por el esfuerzo físico, sino también por la polvareda levantada luego de ello.

Ulquiorra había desaparecido. No podía sentir el rastro de su cosmos luego de un ataque de tal magnitud destructiva. Sin embargo, luego de unos segundos, pudo ver con sus ojos algo que no quería creer con su mente. Sus sentidos comenzaron a divisar de nuevo el cosmos de Ulquiorra, esta vez más poderoso, más irasible, con tintes de una tristeza que por primera vez demostraba. El demonio se irguió casi ileso desde una roca donde reposaba su cuerpo luego de la embestida. Parecía de no creer, que al recibir un ataque de esas características a tan corta distancia, su existencia no hubiera acabado, o lo que era más insólito aún, que no mostrara ninguna herida visible. Sus alas desplegadas al aire de manera furiosa lo hacían más imponente de lo que ya era. La bestia se había enfurecido, y pocos eran los métodos para poder frenarla.



¿Alabar a Hades dices? No me hagas reír, si hasta hace un momento querías destrozar a todos los olímpicos, justificando que tu servidumbre era solo el pago de una deuda. ¿Qué ha pasado con eso? Tu discurso anterior queda en la nada misma, eres una mentira ambulante sin otro propósito que reclutar gente para tus fines egoístas. Humanos sin armas dices? Podemos tener cientos de armas, pero no hay nada más poderoso que el amor.

El amor es el sentimiento de los humanos que nos lleva a crear milagros, el amor por la justicia, por la humanidad y por todas las cosas bellas de nuestra creación. No conozco fuerza mayor que esa, el amor nos hace elevar nuestro cosmos hasta el infinito, más allá de los límites de nuestro cuerpo, y eso, estimado Ulquiorra, es algo que tú no tienes.

He visto morir a muchos de mis camaradas, en la lucha, a traición y hasta algunos que han pasado a mejor vida justo en mis brazos, pero es por ello que quiero seguir adelante. Es por ellos, que han dejado su vida para tratar de hacer un mundo mejor que hoy me enfrento a muerte contigo. Para seguir su legado, acorde a la lealtad, a mi integridad moral y a la gran amistad que hemos forjado a través de los años. Mi espíritu quedará redimiento, cuando nuestras almas vuelvan a encontrarse, y pueda decirles con satisfacción, que cumplí en nombre de ellos su mayor deseo...

El recuerdo aún vivo de muchos caballeros que habían caído en batalla inundaba la mente del caballero de Libra, e iba empañando tibiamente sus ojos con lágrimas. Ojos que a pesar de la emoción habían sabdio observar aquel lugar que le había indicado el demonio, donde según él, reposaba el cuerpo del espía que había sentido segundos antes. Sin embargo, nada había en ese lugar, el cuerpo del espectro había desaparecido por alguna extraña causa. Sin darle importancia a aquel suceso, Dohko elevó su cosmos y se preparó para ejecutar el golpe secreto, aquel golpe que dejaba a la vista su punto débil por milésimas de segundo, el golpe del dragón Naciente. No era de su interés evitar riesgos, sabiendo que eran necesarios para aniquilar a aquel demonio frente a él.

Sin más mediaciones de palabras, Ulquirra se abalanzó sobre el caballero de Libra a enorme velocidad, acompañado del batido de sus gigantescas alas y el impulso de su malévolo cosmos sombrío. El feroz puño de demonio que surcaba los cielos fue a parar a la quijada de Dohko. Cualquiera habría salido despedido ante tamaño impacto, pero sin embargo, las facciones del caballero de Libra, así como todo su cuerpo permanecieron en el mismo estado, como si nada hubiese pasado. Ante la incredulidad del demonio que flotaba frente a él, tomó su muñeca derecha, alejando el puño de su cara. Cerró los ojos para una última concentración, y casi a la velocidad de la luz, fue capaz de liberar su antiguo golpe totalmente perfeccionado, el dragón Naciente.

Spoiler:

Daño: 12400

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#1 'Dado del éxito' :

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#2 'Dado de Furia' :

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Turno de Rol

El golpe del Santo de Libra había tomado de lleno a Ulquiorra, quien se elevó por los aires en el turbulento halo de cosmos del Dragón Naciente. Hubiera sido suficiente para liquidar a la mayoría de los seres sobre este mundo un golpe de tamaño poderío, pero sin embargo, Ulquiorra volvío a levantarse. Parecía algo inmortal, más allá de la comprensión del caballero de Libra que no salía de su asombro. No podía dimensionar a qué clase de bestia se estaba enfrentado a muerte, sería posible que Hades le hubiera dado el don de la Inmortalidad? O quizás, el rosario de las 108 cuentas había sido destruído, permitiendo que los espectros renazcan una y otra vez tras su muerte. No, era imposible, el rosario había sido escondido por la misma Athena en el jardín de las salas gemelas, donde solo élla y los caballeros dorados tienen acceso. Si el rosario no era la respuesta, ¿qué era lo que le permitía a Ulquirra volver a incorporarse tras cada ataque?¿Acaso eran tales sus convicciones egoístas, que llegaban a nivelar el combate por la justicia del caballero de Libra?. De ser esto posible, la solución era que ambos murieran en ese instante, debido a la total equidad de sus fuerzas, era el momento de probar uno de sus movimientos más arriesgados.


- Realmente me asombra tu resistencia guerrero, pero no te sientas especial por tener un alma inmortal, pues para todos los seres humanos es así, especialmente los caballero de Athena, que velamos por la paz y la justicia en este planeta Tierra! No está en mis intenciones arrebatar tu alma, pues me sería imposible, solo me puedo limitar extinguir tu vida terrenal, que es justo lo que estoy intentando hacer. Eres un rival más que fuerte, y se ve que das la talla para integrar el nefasto ejército de Hades. Podemos ser menores en número, puede que algunos no tengan la capacidad siquiera de llegar al Inframundo, pero hay algo que nos sobra, y es la esperanza de un mundo mejor. Eso nos moviliza a no rendirnos nunca, ni aunque estemos en una pelea de cien a uno. Después de cada caída, es obligación volvernos a levantar, no importa cuán maltrechos estén nuestros cuerpos, nuestro cosmos, es inmortal. Si la muerte es lo que me aguarda luego de este enfrentamiento, la aceptaré con gusto, porque siempre estoy preparado para morir. Pienso que he dejado buenas semillas en este mundo como para que den frutos útiles a la humanidad. Sin embargo, no moriré sólo, como mínimo e indispensable requisito para mi partida, ¡está el hecho de que tú perezcas conmigo!-

En ese momento, Ulquiorra extendió uno de sus dedos, formando una bola de sombras que guardaba un enorme parecido al ataque anterior, solo que esta vez, era quizás, cinco o seis veces más grande, indicando que era una de sus técnicas supremas. El rayo luminoso de cosmos se dirigió a toda velocidad hacia el Santo de Libra, que, rodeandose a sí mismo con su cosmos, logró contener la embestida del demonio.

La presión del ataque lo había arrastrado un par de metros hacia atrás, sus facciones comenzaban a desfigurarce por la desmaterialización del espacio que provocaba el maligno ataque. La armadura de Libra comenzaba a ceder, agrietándose rápidamente con el pasar de los segundos, y desprendiendo algunos brillos dorados. Sus brazos estaban a punto de flanquear, y ese ataque bastaría para borrarlo del mapa. El Santo de Libra había tomado una descisión. Utilizaría toda la energía de las celulas de su cuerpo, potenciadas por su cosmos para devolver el ataque a quien lo había efectuado. Esto podía significar su muerte al despojar a sus células masivamente de su energía, sin que tengan algún tipo de reserva para poder continuar con sus funciones básicas. No podía soportar más, un poco más de retraso y moriría consumido por el ataque.



Es hora de deshacerme de tí de una vez por todas Ulquiorra!Vamos cosmos, elévate al infinito! Si he de abandonar este mundo, te llevaré conmigo Ulquiorra! Amigos, pronto quizás estaré con ustedes de nuevo! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

En un esfuerzo sobre humano el caballero de Libra utilizó todo su cosmos y energía para devolver el ataque a su oponente. La devolución dio lugar a una enorme explosión que terminó de destruir gran parte del lugar donde se encontraban.