Lobo ♠ v/s ♠ León Menor

TURNO NARRATIVO
El destino era una terrible fuerza inamovible. Aramos, que había sido presa de dicha fuerza por tantos años, lo sabía mejor que nadie. Ello no significaba que el devenir de los acontecimientos no le importara o aún, que no sintiera una terrible opresión en el corazón por lo que estaba sucediendo. Pero sabía que debía escapar, dejando al caballero Crixus de Lobo trás de sí, para enfrentarse a su propio destino. De nada más estaba seguro Aramos, pero poco importaba. Si deseaba salvar al Santuario y aún más, honrar la vida y el valor del caballero de Lobo, tenía que escapar. Era la única manera. La única posible. Con ello, su nombre se convertiría en un cuento. Su destino, una historia.

Aramos creía firmemente en aquello. Y con cada segundo que pasaba de aquella larga, largísima caída, se convencía aún más de que era la decisión correcta. Los santos de Athena luchaban por Athena. Pero aún más morían por la paz y el orden, sin importar quien fuera el dios al que servían... Crixus tendría que saber que un final así era posible. Y Aramos no estaba dispuesto a subestimar a su amigo. Aún así, el dolor que sintió cuando su cuerpo cruzó la ventana hacia la libertad, fue tal, que dejó escapar unas pocas lágrimas por su amigo.

Por supuesto, hubiera sido imposible que alguien lo notara, pues cuando Aramos logró salir del salón, lo hizo acompañado por un enorme resplandor de luz, producto de las increíbles energías desplegadas por el santo de Lobo en la simulación del ataque. Aquel combate llegaba a su final, y en el último momento, Crixus había logrado escapar del control del Patriarca falso, pero solo para sacrifircarse y permitirle escapar. Que sería de su amigo luego de su partida, Aramos no podía saberlo, pero se imaginaba lo peor...

Varios pedazos rotos de vidrios cayeron junto al cuerpo del santo de León Menor y causaron daños adicionales a su cuerpo, pero a esa altura, ya no importaba. Se encontraba al borde de la muerte, pero aún así había logrado parte de su objetivo. Ahora sabía contra lo que se enfrentaba, o al menos contra quien se enfrentaba. Y su poder era tal que no podría deternerlo sólo. Requeriría ayuda de poderosas criaturas, dioses. Pero solo había una persona en el Santuario en el que Aramos confiara. Y la estaba dejando atrás. No podía siquiera acercarse a Athena y los santos dorados no confiarían en su palabra por sobre la del Patriarca. Tendría que encontrar a alguien que se beneficiara de la caída del Patriarca tanto como él, y queestuviera dispuesto a ayudarle. Y tenía una buena idea de quien podía ser esa persona. Aunque con eso terminaría por vender su alma y traicionar al Santuario definitivamente.

Pero debía apurarse. Pronto el lugar estaría lleno de guardias del Santuario, y otros caballeros. Si perdía más tiempo, lo capturarían y estaba seguro, el Patriarca lo asesinaría antes de la llegada del nuevo día. Con ello, el sacrificio de su amigo el caballero de Lobo habría sido en vano. Reuniendo las escasas fuerzas que aún le quedaban, el santo de León Menor se levantó lentamente. Sus rodillas temblaban y su rostro estaba manchado de sangre. Tenía profundas heridas y cortes en otras partes de su cuerpo y al menos dos costillas estaban rotas. También su brazo derecho estaba roto y torcido de una manera antinatural. Pero nada le dolía. No había tiempo para el dolor. No aún.

Tenía una tarea que llevar adelante. Un mundo al que salvar. Y comenzaría por el lugar menos pensado. Comenzaría con su propia alma...

TURNO DEFENSIVO
250-3800= 0 DERROTADO

Nivel 8
HP: 0 DERROTADO
Cosmo: 10200
Energía: 780
Fuerza: 3
Velocidad: 5
Habilidad: 3
Armadura: Cubre: 150 Durabilidad: 0 DESTRUIDA
EXP: 50/100

**Off: La verdad, Crixus, la batalla quedó MUY linda. De hecho es la mejor que he tenido.**