Peticion armadura dorada de cancer

Nombre: Deucalion

Edad: 21

Sexo: Masculino

Nacionalidad:: Grecia

Signo: Cancer

Aspecto: Este joven de más o menos 20 años, su cabello es de color rubio y largo a su vez es lacio y le tapa uno de sus ojos concretamente el ojo derecho,subre su frente lleva una bandana de color rojo que llega hasta la parte mas baja de su espalda,sus ojos al menos el que se puede apreciar es de un color azul mar,y rasgado como los gatos,lleva una bufanda de color azul que llega mas o menos hasta los tobillos,lleva un colgante en su cuello,su camiseta es de color rojo y de manga corta con algunas rayas de color blanca,lleva un par de muñequeras con forma de correas en color negra en sus muñecas,lleva unos pantalones de color blanco que cubre sus piernas,sus zapatillas son de color marron con un par de adornos


Perfil sicológico: En principio parece un ser desequilibrado que sólo busca combates por pura diversión, sin embargo posteriormente se ve en él cierta profundidad, a pesar de su carácter se preocupa por sus subordinados, con los que tiene una buena relación. Es un gran amante de la lucha hasta el punto de que se divierte buscando enemigos fuertes


HISTORIA:¿Contarte mi historia? ¿Por qué debería, que te has creído para saberla?.. Bien, supongo que no dejarás de molestar por más que me niegue y no tengo tanto tiempo libre como para gastarlo en ti, así que siéntate y será mejor que pongas la suficiente atención, porque es en serio… no pienso repetir absolutamente nada de lo que diga ¿Estamos de acuerdo? Bien más vale que así sea… ¿Por dónde empezar?

Fue hace mucho tiempo… bueno no, no tanto, no soy tan viejo como podrás ver… como sea, nací en un pequeño poblado, aquí, en Grecia, lejos del santuario… y de las grandes ciudades, una localidad de muy pocos habitantes en donde rara vez se pasaba algún forastero, estábamos algo escondidos ciertamente y eso tenía tanto ventajas como desventajas, no éramos blanco de ataques o algo parecido, pero tampoco prosperábamos demasiado en cuanto al comercio y como se sabrá, esto suele ser la base de la economía, éramos bastante pobres. Trabajosamente teníamos algo para comer cada día, las enfermedades arrasaban debido a la falta de medicina y doctores y al llegar el invierno, el frio cobraba muchas vidas, de a poco íbamos desapareciendo sin que nadie se diese cuenta, pero pese a todo… yo era un niño feliz. Mi padre me crio solo, pues mi madre había muerto al momento de nacer yo y a pesar de todas las dificultades, él siempre me enseñó que debía ser fuerte y afrontar las cosas con el rostro alzado. Realmente era un buen padre, aprendí diversas formas de supervivencia como encontrar refugio y comida en lugares poco esperados así como a defenderme de otros, pues en un lugar donde las carencias abundan, tienes que aprender a cuidar lo que es tuyo a toda costa, constantes eran los enfrentamientos que teníamos con otras personas, pero gracias a la fortaleza de mi padre, siempre salíamos lo mejor librados posible de todo aquello. Sin embargo, si esta historia tuviese un curso lleno de felicidad yo no estaría aquí, como podrás imaginar… A los 12 años, mi padre cayó víctima de una enfermedad del corazón, un mal de cual no me habló pero que finalmente terminó por consumirlo, una noche de tormenta y relámpagos, por más cliché que eso suene, murió de un paro cardiaco y yo terminé quedándome solo completamente. La gente, al enterarse que ese gran hombre había muerto se abalanzó sobre lo que él había dejado atrás, incluido yo, muchos peleaban por ser mis “dueños” sabían que quizás podrían sacar dinero de diversas formas conmigo, pero yo no estaba dispuesto a ello, así que simplemente escapé del lugar que fue mi hogar por toda mi vida. Si te preguntas si llegué al santuario después de aquello, te diré que no, pasé por diversos lugares, pueblos más grandes que el mío, siempre pasando dificultades, pues nadie quería contratar a un niño como yo para darle trabajo, tampoco había mucha gente caritativa o que se interesaba por un pequeño que andaba por las calles, todo el tiempo solo, nunca me quedaba en un solo sitio por mucho tiempo, en parte porque nunca sentí pertenecer a ningún lugar y otro poco más debido a que de nada servía quedarme en un lugar que no me daba nada para sobrevivir, aprendí el estilo de la calle, robar para comer, pelear para sobrevivir, nada muy diferente a donde vivía antes, pero la única diferencia era que ya no tenía nadie para cuidarme, vivir sin mi padre fue muy duro, demasiado al principio, ademas de su muerte era algo que dolía bastante, por su simple naturaleza y por el hecho de que ni siquiera había podido darle una sepultura decente a su cuerpo, me sentía bastante derrotado día a día y eso empezaba a derrumbar mi espíritu de lucha, pese a que trataba con todas mis fuerzas mantener la frente en alto, cada día que pasaba me daba cuenta de que no tenía nada a lo cual aferrarme, el solo hecho de sobrevivir ya no era razón suficiente para seguir luchando… Odio admitirlo, pero sí, me estaba dando por vencido, era bastante difícil para un niño de 12 años encontrar un soporte del cual sostenerse para seguir caminando.

Fue una tarde… lo recuerdo bien, había llegado a la ciudad de Atenas por la voluntad de sabe quién, estaba tirado en el calle, hacía días que no comía nada, de nuevo a nadie le interesaba un moribundo chiquillo, mis brazos y piernas estaban golpeados y adoloridos y había un moretón en mi mejilla derecha, recientemente había tenido una pelea con un grupo de chicos... querían arrebatarme un pedazo de pan que había conseguido, después de mucho tiempo, como producto de mi trabajo y no del vandalismo, Karma quizás, no lo sé, los muy cobardes me habían atacado conjuntamente y como era de esperarse, me dieron una paliza, de alguna forma, más que mi cuerpo, mi espíritu estaba derrotado y no tenía ya fuerzas para levantarme, estaba dispuesto a solo dejarme llevar, ir hasta donde mis padres me esperaban, pero la mano de una persona me retuvo en este mundo, quizás la persona a la que debo más que mi propia vida. No recuerdo su rostro, el brillo en su armadura me impedía verlo, me extendió un pedazo de pan y me dijo, con tranquilidad, que había algo más que aún podía hacer. Entre la línea de la consciencia y el sueño escuché sus palabras, aquellas que hablaban de un santuario en esa misma ciudad, una diosa a la cual seguir y una causa por la cual luchar… también dijo que me había estado observando, que tenía la habilidad suficiente para formar parte de aquel lugar… tener un sitio al cual pertenecer. Desperté cuando ya era de noche, aquel sujeto ya no estaba, la comida se encontraba a mi lado, milagrosamente, todo aquello me había parecido un sueño, pero aquella pieza de pan me indicaba que fue completamente real. Toda la noche me la pasé pensando en aquello, debatiendo entre tomar el riesgo o desistir de la idea, después de todo, para ese entonces creía que ya no había nada para mí, absolutamente ningún lugar al cual llamar “mi sitio” pero la sola idea de que ese santuario me llenaba de una esperanza que creía perdida…

La decisión que tomé, bueno, creo que fue obvia, mis años de experiencia en pelea cuerpo a cuerpo me ayudaron mucho en los entrenamientos y me permitieron enfocarme en desarrollar mi cosmo, con el paso de los años, ese niño sin un propósito encontró un camino por el cual seguir… Obtuvo una armadura y hasta ahora, sigue avanzando, con el único propósito de volverse cada día mejor que el anterior…

Y bueno, hasta aquí el “cuento de hadas” no tengo más tiempo que perder, así que fuera de mí vista de una vez…