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Peticion armadura de Pegaso (classic)

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Mensaje por Devil Vie Ene 24 2014, 18:31

Narración




** “¿Cuántos días han pasado?  No lo recuerdo… Parece toda una vida ya desde que todo comenzó… mi niñez fue un rápido suspiro de aprendizajes para el “mañana”. Mi adolescencia: el puente a cruzar para llegar a mi destino. ¿Mi adultez? Recién he llegado a esa fase… pero todavía no la entiendo… Se supone que, ahora, soy consciente de mi mismo, y de mis tareas, se que está bien y que está mal, que debo hacer a partir de ahora… Pero algo falla en mi interior, y por eso, he tenido que huir. Quizás fue demasiada presión que impuse sobre mi espalda, o quizás haya sido que no estuve preparado para mí mismo. Sé que pagare el precio, pero estoy preparado”



Termino de escribir en la pequeña hoja de papel que sostenía entre sus delgadas y blancas manos, y observo el final de su carta. Por instinto, no quiso releerla, sabiendo que encontraría fallas y querría volver a escribirla, pero no tenía tiempo de hacer eso. Busco entre sus pertenencias una pequeña botella de cristal, dejando la carta en el suelo, saco el corcho que sellaba a la pequeña, y observo el interior del cristal. Asegurándose de que estuviera totalmente seco, metió la carta, suavemente enrollada, dentro, y volvió a sellar el contenedor de su historia. Era la séptima u octava vez que hacia aquello, escribiendo retazos de su historia y escondiéndolos en distintos lugares… era una forma de sentirse contenido y comunicado con el hogar que había abandonado.

Dejo de lado los pensamientos cálidos, y se concentro en donde estaba. El prado que había elegido para descansar tenía un suave color verde. Un bosque de hermosos arboles se alcanzaba a ver hacia el Oeste, lugar por donde el sol ya estaba empezando a dejarse ir. Mientras que, por el Este, la dama luna quería empezar a dominar el mundo. Al Sur se veía una pequeña aldea por la cual había pasado, comprando algunos víveres a cambio de un poco de trabajo. Desde la colina en la que estaba, junto a un único árbol en lo alto de esta, podía observar un hermoso paisaje que recordaba al más perfecto de los cuadros dibujados por los dioses. Dejo el Norte a su espalda, sabiendo que, al momento de avanzar, lo vería durante bastante tiempo.



Se encontró divagando demasiado, y se sonrió a si mismo por su necedad… Todavía no había decidido donde dejar su historia, pero, rápidamente, resolvió el problema. Dejando la botella de lado, se arrodillo junto al árbol y empezó a cavar con las manos, haciendo un agujero no muy grande, pero lo suficiente para que entrara la botella. Sintió la suave y floja tierra entre sus manos, y se sorprendió de lo agradable que era aquella actividad. Quizás, al volver al hogar, podría dedicarse a la jardinería. Volvió a sonreír, había vuelto a divagar sobre cualquier cosa. Terminando el hoyo, puso la pequeña botella dentro, y la tapo con tierra, dejando un pequeño hueco marrón en la verde colina. No le importo que se notara, después de todo, la gracia de un secreto es que debe ser encontrado.




Miro el pueblo una vez más, y tomo su mochila, la coloco en su espalda y se acomodo la capa marrón que llevaba contra el viento y el frio. Con una última mirada de despedida, se volvió hacia el ansiado Norte, viendo, muy lejos, las montañas que ocultaban su hogar, el Santuario.

Antes de partir, había estado preocupado por las voces en su cabeza, por las pesadillas en mitad de la noche, y por los secretos que se ocultaban detrás de las armaduras. Ahora, Ral Zarek, antiguo caballero de Pegaso, había aclarado sus dudas interiores tras su viaje. Con un impulso de locura, había partido alejándose de su verdad. Con un golpe de dolor, se dio cuenta de que estaba mal. Tras recapacitar, intentaba volver a su hogar. ¿Cómo lo recibirían? ¿Lo perdonarían? ¿Sería merecedor del amor de Atena, el compañerismo de los demás Santos, y el terror del enemigo? Mientras caminaba, y la noche se cerraba sobre él, llego a una respuesta, la única que había encontrado en todo su viaje y escapada: No importaba que pasara al llegar, el haber llegado ya era suficiente.



No se dio cuenta, sumido en sus pensamientos caóticos, que la noche había avanzado lo suficiente como para que el frió le calara los huesos. Altas en el cielo, las estrellas parecían mirar el viaje del vagabundo, alentándolo, o quizás desanimándolo, silenciosamente.



El viaje se hacía monótono. El paisaje había desaparecido, cubierto por la oscuridad. Solo la luna, en su cuarto menguante, dejaba caer su luz sobre el camino de Ral, pero no alcanzaba a iluminar el pasaje entero. Los ojos del antiguo caballero intentaron acostumbrarse a la oscuridad, pero solo alcanzaron a ver varios metros por delante de él. Se sentó en el suelo, y concentro sus sentidos… El aire a su alrededor pareció vibrar y calentarse. Un aura azulada se elevo desde el… y de pronto, se apago. Ral sonrió, y se levanto. Incrementando su cosmos, había podido extender sus sentidos, y ahora podía ver y sentir el camino mejor que antes. Se paro y estiro, volviendo a ponerse en marcha.

 

Al otro día, su viaje había parecido terminar: Las montañas que rodeaban la fortaleza de la vida en la tierra estaban frente a él. Mas, el camino secreto que llevaba al Santuario desde esa parte, no estaba donde debería… **


-este camino solo se abre a los caballeros… medidas de seguridad anti-intrusos… ¿significa que ya no soy un caballero?-



** Observo la gran pared rocosa que se elevaba frente a él. Era imponente el gris de las rocas ancestrales que formaban la imperiosa montaña. Y trato de encontrar algún indicio del camino que buscaba. Mas no encontró nada. El sol empezaba a quemarle la nuca, y su garganta sentía el escozor del verano. Saco su cantimplora y bebió un trago, luego, se quedo pensando cómo actuar… Tomar el camino principal, y llegar a la puerta del Santuario seria dar un rodeo enorme, de varios días, y, para colmo, los guardias no dejarían que pasase. Intentar llegar atravesando la montaña sería un suicidio sin una armadura que permitiese incrementar su cosmos al máximo… Ral no supo qué hacer en ese momento, y decidió sentarse a meditarlo, con la espalda apoyada en la pared, y su mochila a su lado.**
 
OFF: hable con el doctor milo, y me dijo que postee mi historia de porque me fui del santuario, y porque estoy volviendo, también me dijo que, cuando termine todo, postee la ficha completa y actualizada. Además, me mantiene el nivel 30. A quien me conteste (juez, apu,Ichann o turco ) le pido que siga el rol, y puedo terminar mi historia… gracias de antemano
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Mensaje por TuRco-SaMa Vie Ene 24 2014, 19:30

** Unos pasos pudieron sentirse en el suave césped. La brisa acariciaba el pasto mientras aquel hombre se acercaba al desolado viajero que descansaba contra la roca. Podia reconocer su cosmos a kilometros de distancia, esa esencia mística que solo poseen aquellos elegidos por el destino, aquellos grandes heroes de la historia. Llegó frente a él y lo miró fijo, tratando de intimidarlo.


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- Pensé que seguirías huyendo, cobarde.-
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Mensaje por Devil Vie Ene 24 2014, 20:26

** Ral Zarek estaba meditando, aun, envuelto en su capa. Todavía no podía encontrar ninguna respuesta a su duda de como volver al Santuario sin llamar la atención hasta llegar a Atena y los demás caballeros, y pedir disculpas, aceptando su castigo. El padre sol estaba ardiendo sobre su cabeza de manera fogosa, y, junto con una suave brisa que agitaba el pasto, constituían en la única compañía del vagabundo. Unas cuantas nubes daban detalles al pintoresco cuadro que se podía presenciar, ocultando, muy tenuemente, la luminosidad del astro rey. La pared de piedra empezaba a calentarse por el sol, y, como un espejo, empezaba a molestar a Ral con su calor... Sumado a su capa, se volvía un poco molesto el clima. Ral volvió a tomar su cantimplora y se la llevo a los labios, trago un poco de agua, y volvió a encerrarse en sus meditaciones.


No paso demasiado tiempo, quizás una hora al sol, cuando un cosmos suave y letal se acerco a el sorpresivamente. Unos suaves pasos en el césped le indicaron, finalmente, que lo habían descubierto.  Un hombre de contextura mediana, pelo suelto y despeina, rasgos grandes y finos, lo observaba parado frente a el. Su mirada intento intimidarlo, pero Ral estallo en risas.**

-No se como haces, Dohko... pero siempre terminas encontrándome cuando me meto en problemas, y estas ahí para cuando te necesito... fuiste tu, quien me dio mi armadura, lo recuerdo... Es verdad que soy un traidor, y un cobarde. Hui como lo que soy, un débil bueno para nada... y un demente. En un acto de cansancio... ¿puedo llamarlo así? hui del santuario, buscando respuestas a mi vida, sin darme cuenta de que estaba abandonando el lugar al que pertenezco...-


**Ral dejo de observar el rostro de Dohko, y bajo la vista, un poco avergonzado, se saco la capucha y respiro hondo.**


-¿sabes, Dohko? me da igual ya ser alguien servible o no... abandone a mis compañeros, a mi familia... no merezco mas que sufrir por hacer eso. Y he vuelto para eso. Ya no quiero ser fuerte, ya no quiero ser un caballero... solo quiero ser lo suficientemente fuerte como para ayudar a mis compañeros, y para no volver a abandonarlos jamas... incluso si tengo que dar la vida por ellos, haré lo imposible para recuperar su confianza perdida... así tenga que dejar mi dignidad atrás-


** El vagabundo dejo de mirar el suelo, y volvió su vista hacia Dohko otra vez. No pudo llegar a leer nada en los sabios ojos del tigre, pero siguió con la ultima parte de su discurso**

-supongo que me descubriste cuando, hoy a la madrugada, encendí mi cosmos para poder guiarme en la oscuridad... supongo, también, que una parte de mi quiso que me encontraran... ya que este es un lugar prohibido para los humanos comunes, merezco un castigo ¿cierto? Creo que, es tu momento de decidir mi castigo, como mi mentor, compañero y amigo-


**Ral le sonrió a Dohko, demostrándole que su mente y espíritu ya no tenían dudas de su camino a seguir.**
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Mensaje por TuRco-SaMa Vie Ene 24 2014, 22:09

**El semblante del caballero de Libra se mostraba duro y severo. Jamás se lo había visto en esa actitud más que frente a un enemigo. Miraba de arriba a abajo a Ral, y mientras escuchaba sus palabras pensó su castigo.


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- No sé de que te ríes pues no me hace ninguna gracia lo que estás diciendo. ¿Crees que ese poder te da el permiso de abandonar el Santuario cuando se te dé la gana? No eres más que un chimpancé al cual el destino le dio una muy peligrosa arma como es la armadura de Pegaso. Has traído más dolores de cabeza que cualquier otro aprendiz en muchos años, y vienes pidiendo que te perdonen? Por si no lo sabes, Athena está muerta y desde la época del mito, el caballero de Pegaso fue el encargado de salvarla de casi todo peligro. Si hay alguien que deba perdonarte, no soy yo. Yo solo me encargaré de tu castigo. Te llevaré a las rastras por todo el Santuario hasta Cabo Sunion, para que vean lo patético que eres, y allí quedarás encerrado hasta quien sabe cuando. Cualquier resistencia que opongas, será suficiente para que te arranque la cabeza...-


Enojado, el caballero de Libra tomó de la capa a Ral Zarek, mientras que en la montaña comenzaba a abrirse el camino que llevaba al Santuario.
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Mensaje por Devil Sáb Ene 25 2014, 16:04

**La dura mirada de Dohko no se apaciguo ni un segundo durante la explicación de Ral, siendo dura e inflexible hasta cuando el pidió perdón por su huida. Más aun, lo miro casi con desprecio. Lanzo palabras agudas, como cuchillas, que atravesaron a Ral y lo dejaron paralizado. Atena estaba muerta, y, probablemente, fuera su culpa… No solo había abandonado a sus compañeros, si no, que había dejado morir a su diosa. La vergüenza y el dolor cruzaron su mente, dejándole marcada una cicatriz de hielo y fuego que jamás podría olvidar. La mirada de Dohko se endureció aun mas, mostrándole el desprecio y rencor que debían guardarle el Santuario todo.

Dohko no aguardo la respuesta inexistente de Ral, solo lo tomo de la capa y empezó a arrastrarlo a través del camino que se abría en la montaña. Las gigantescas paredes de gris piedra no dejaban pasar la luz solar, y las sombras amenazadoras estaban en todos lados. Pero Dohko estaba demasiado furioso como para observar aquellas minucias, y Ral no podía más que estar paralizado, sin pensar en su alrededor… Las rocas lastimaron el cuerpo de Ral, pero este no lo noto.

Después de quince minutos, el sol deslumbro la vista de Ral. Habían llegado al final del extenso pasadizo. Se encontraban a la altura de la casa de libra. Sin esperar a que sus ojos se acostumbren a la luz, Dohko siguió caminando, arrastrando al vagabundo Ral Zarek por las escaleras. Cada paso que daban lastimaba un poco más el cuerpo de Ral, y también su voluntad. Pasaron por la casa de Tauro, en la cual no había nadie, pero, aun, se podía sentir el cosmos de su anterior propietario… Tras dejar atrás la misteriosa casa de columnas derruidas y cosmos misterioso atrás, siguieron atravesando las escalinatas de las doce casas.

Llegaron así, a la primera casa zodiacal, Aries, totalmente deshabitada hacia años, incluso desde antes que Ral se convirtiera en el fallido caballero de Pegaso. La atravesaron aun en silencio, pero, a mitad de esa, Ral intento incorporarse. Dohko freno, sin siquiera mirarlo, y espero unos segundos, Ral logro incorporarse, y hablo por última vez hacia Dohko. **

-No merezco ningún tipo de favor de tu parte, no soy más que un traidor y un cobarde. Tienes razón, no soy más que un chimpancé con navaja… Pero quiero ir a mi castigo por mi propio pie. No es para mantener mi honor, ni nada por el estilo. Es para castigarme a mí mismo-

** Dohko ni siquiera contesto, solo siguió avanzando en dirección a la salida de la casa de Aries, Ral tan solo lo siguió lentamente, manteniéndose algo alejado del legendario caballero de Libra. Terminaron de atravesar la antigua casa zodiacal, silenciosa presencia en tantas batallas por proteger a Atena. Ese pensamiento lastimo a Ral, sabiéndose un apestoso insulto por tocar el Santuario de vuelta. Dejando detrás la casa de Aries, volvieron a atravesar las escalinatas zodiacales… Ral iba observando el suelo, ya que no se atrevía a levantar la vista. Envuelto en su capa, veía pasar los gastados escalones de blanca piedra antigua. Llegaron, por fin, al final de las 12 casas zodiacales. En el centro del Santuario había una gran cantidad de movimiento: varios aspirantes a Santos estaban caminando, algunos caballeros y soldados haciendo sus quehaceres diarios también pasaban por esa parte, y todos y cada uno de ellos se frenaron en su lugar, observando como el traidor que había ocasionado tanto escándalo en el Santuario, volvía caminando, muy plácidamente, detrás de Dohko de Libra. Los murmullos de rencor, odio y sorpresa se elevaron entre los que observaban la escena. Hubo una corrida y un golpe. Ral sintió como su mejilla era golpeada  por un puño fuerte, entrenado, y cayó al suelo. Sin levantar la vista, supo quien había sido… y lamento haber encontrado a su amigo, Tezzeret, en aquel momento. **


-¿Co-como te atreves a volver aquí, después de tanto tiempo, tan impunemente? ¿Crees que volviendo y sonriendo un poco se perdonaran tus pecados? Cuando más te necesitamos… no estuviste. ¿Qué clase de Santo eres tú? Das asco…-


**Tezzeret dejo de hablar, dominado por la rabia de ver a su otrora, mejor amigo. Los murmullos se callaron también… solo perduro una mirada de odio hacia el antiguo caballero de Pegaso. Dohko, aun sin decir una palabra ni intervenir, siguió caminando. Tezzeret se acerco a Ral y lo tomo del cuello, levantándolo del suelo. Levanto su mano derecha para golpearlo. Ral no hizo ningún movimiento para defenderse, aunque habría podido destrozar a Tezzeret en cualquier momento, dejo tan solo que los golpes de aquel muchacho lo lastimaran hasta el hartazgo. Pero Tezzeret solo a Ral inmediatamente.**


-¿Por qué no te defiendes? No tiene ninguna gracia, ni me hace sentir mejor golpear a alguien que no se defiende… supiste ser el mejor caballero de todos… pero ahora no eres más que escoria, Ral.-


**Tezzeret cayó al suelo, Ral quiso consolarlo, pero no encontró palabras que decirle a su amigo. ¿Cómo podía consolar, el, a cualquiera? No era más que una escoria en ese momento, y debía comportarse como tal. Se alejo de esa multitud, que aun lo miraba como a una basura, siguiendo los pasos de Dohko. Al alcanzarlo, se volvió a poner su capucha, y camino silenciosamente hacia su castigo.

Atravesaron, finalmente, lo que quedaba del Santuario, bajo la escrutadora y fría mirada de sus ex compañeros, prácticamente todos lo insultaron, o dijeron palabras dolientes en su contra. Ral acepto estas, una tras otra, sin defenderse… Sabía que, realmente,  todos esos insultos eran reales y tácitos en su ser. Llegaron a la puerta del Santuario, en donde los guardias los dejaron pasar sin mediar ni una palabra,

Emprendieron el camino hacia la última morada de Ral: Cabo Sunion, ubicado a unos sesenta kilómetros del Santuario. Alli había dos altares levantados para dos dioses distintos: Poseidon y Atena… y debajo de estos, estaba la prisión Sunion, lugar para los traidores al Santuario. Era un lugar horrible, donde, cuando la marea subía y la noche crecía, el agua inundaba la pequeña cueva enjaulada que servía para someter a los traidores, en medio de la oscuridad y con el agua del mar hasta el cuello… Ral pudo imaginar miles de castigos peores que ese para su traición. Tras tres horas de caminata, en las que Ral apenas levanto la vista de la espalda del tigre, y no observo el paisaje… su mente parecía dormida, y solo recobro la voluntad cuando llegaron a su último hogar.

Dohko abrió las rejas, y sin mediar palabra, Ral entro en la prisión de rocas… Tan solo unas rocas y la reja serian suficientes para evitar que Ral intentara cualquier evasión, ya que la culpa le impediría moverse de aquel lugar, Dohko se alejo, con una última mirada de desprecio, dejando al vagabundo, ex caballero de Atena, solo en el atardecer. Ral se quedo sentado en el suelo húmedo, solo con su culpa y sus pensamientos… esperando que la muerte le llegara.

Se quedo dormido, sumido en sus pensamientos caóticos, parado y con la espalda apoyada en la roca… Y no se despertó, cuando el agua empezó a subir, quizás removido por una culpa total, su cuerpo deseaba la muerte. El agua empezaba a subir, lentamente, tapando, primero, la cintura de Ral. El ex caballero se movió un poco en sus sueños, pero siguió dormido, sumido en sus penas. A medianoche, la luz de la luna iluminaba fuera de la cueva, y el agua le llegaba al pecho al joven Ral… Una muerte silenciosa para el traidor al Santuario.

Un suave calor lo inundo de repente. Ral abrió los ojos y sintió el peso del agua en el cuerpo. Logro incorporarse, con algo de esfuerzo, y sintió el frio penetrante del agua y la noche. El agua siguió subiendo hasta su cuello, tuvo que levantar la cabeza y mirar el techo para seguir respirando… por más que quisiera morir y sintiera que su vida no valía nada, algo lo llamaba a la vida y lo obligaba a respirar aire, y no hundirse en el agua helada… así paso la noche Ral Zarek, debatiéndose entre sus sentimientos de culpa y su voluntad de vivir.

Al otro día, con el amanecer, las aguas empezaron a replegarse lentamente… Para el mediodía, Ral pudo sentarse en el piso de la caverna, y descansar unos momentos… pero no quiso dormir, por más que el hambre estrujara su estomago y el cansancio le cerrara los ojos. Sentía todo el cuerpo cortajeado por la sal del agua, y las lastimaduras del día anterior le ardían. Se regodeo en el dolor que le permitía no dormirse, y sintió que, ese dolor, no podía pagar ni un ápice lo que habían sufrido Atena y los santos. Paso todo el día sumido en sus pensamientos oscuros, lamentándose una y otra vez el rumbo de sus acciones.

Al llegar la noche, se repitió el suceso del día anterior… La marea empezó a subir, y mojo el cuerpo del vagabundo, sin que este hubiera tenido tiempo de secarse. Otra vez, su voluntad de vivir evitaba que se hundiera en el agua helada, otra vez sentía como el dolor del cuerpo no era nada comparado al del corazón…

El tercer día fue igual, entre el hambre que lo atenazaba, su mente que lo torturaba, el dolor de las heridas de su cuerpo, el frio del agua que le helaba la sangre… y la sensación de calor que sentía cuando todo parecía perderse, y la voluntad que lo obligaba a levantar la cabeza y no dejarse llevar por el agua…

Pero algo fue diferente, la tercera noche, sintió un cosmos que provenía del fondo de la caverna, una parte a la que, siquiera, había mirado. Algo lo llamaba desde ahí, en medio de la oscuridad y el agua… Avanzo tocando la pared por debajo del agua, con la cabeza levantada, hasta que toco un borde que se abría hacia la derecha… Encontró una abertura, y supo porque la cueva no se inundaba del todo. Tanteo con la mano izquierda por el agua, y encontró la otra pared, siguiéndola, encontró el borde de ese pared, el otro extremo de la abertura, y calculo que alcanzaría a pasar de costado… Respirando hondo, y preguntándose qué habría del otro lado, Ral atravesó la oscura abertura.

Se encontró en una sala tenuemente iluminada. No supo de donde provenía la luz, pero encontró una escalinata debajo del agua que subía hasta llegar a una especie de altar tallado en la roca. Las paredes de la caverna se perdían en la altura… Ral no había escuchado jamás de semejante lugar en cabo Sunion. Empezó a subir, costosamente por el agua, la escalinata que llevaba al altar. Al llegar a la parte seca y sin agua, pudo observar que la roca no tenia marcas de erosión, ni parecía tallada por el hombre…

Al llegar al altar, tuvo la sensación de haber llegado a un lugar conocido… pero, lo que vio, fue lo que más lo sorprendió: la armadura de Pegaso descansaba en su caja de Pandora, justo en el medio de aquel “altar”. Ral cayó de rodillas. No soportaba la visión de su armadura, aquella por la cual había jurado proteger a Atena…

Sintió, una vez más, aquella sensación de calidez… y grito. **


-¿Por qué me haces esto, Atena? ¡He pecado de cobarde e idiota! ¡Te he abandonado a ti y a mis compañeros cuando más me necesitaban! ¿Porque sigues protegiéndome? ¿Por qué envías tu cosmos a reconfortarme? ¿Por qué pones frente a mí la armadura que me perteneció y por la cual jure protegerte con mi vida?-


**Ral estallo en lagrimas, y siguió gritándole a los dioses.**


-¡Soy un traidor que no merece nada más que la muerte! ¡Y si merezco otra cosa, es poder pedirle a mis compañeros perdón, y a ti, Atena, más que a nadie! He fallado… pero quiero poder protegerlos a todos… y no huir nunca más… o morir en nombre de ellos, por lo menos…-


** El silencio reino en el lugar… solo los sollozos ahogados del ex Santo se escucharon rompiendo la calma del santuario escondido.

Hubo un tintineo, y un halo de luz. De pronto, la armadura de Pegaso se acoplaba al cuerpo de Ral Zarek una vez más, mostrándole el perdón de su constelación, y rechazando sus palabras que buscaban la muerte. Ral, sorprendido, hablo una vez más para su diosa.**

-¿Por qué me sigues perdonando? ¿Acaso quieres que combata en tu nombre otra vez, protegiendo la tierra? Yo no puedo perdonarme tu muerte, Atena, no puedo aceptar esta oportunidad… Temo volver a fallar…-

** Ral solo pudo quedarse ahí, de rodillas sobre la cima del santuario subterráneo, con su cloth equipado,  escuchando el silencio y combatiendo con su corazón.**
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Mensaje por TuRco-SaMa Sáb Ene 25 2014, 16:33

**Desde el otro lado de la sala, un cosmos cálido pudo sentirse. Otra vez el Santo de Libra volvía a aparecer en escena, su mirada no había cambiado mucho de la que le había dedicado apenas el joven regresó al Santuario. Observó a Ral con la armadura de Pegaso y envuelto en lágrimas


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- Si algo faltaba ver de tí, era esto, llorando como una niña pequeña cuando ya has obtenido el perdón de Athena. Parece que tu armadura te sigue aceptando como su portador, veamos cuanto tiempo sigues en ese estado. Solo te advierto una cosa, si vuelves a hacer lo mismo que antes, ni te molestes en regresar, piérdete en el olvido donde te devoren tus fantasmas. Ahora solo queda que demuestres tu lealtad con acciones y no meras palabras. Buenas noches, Ral de Pegaso...-


Dando media vuelta, el caballero de Libra volvió por donde había venido, dejando al nuevo caballero de Bronce abiertas las puertas de su libertad.

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Peticion armadura de Pegaso (classic) Empty Re: Peticion armadura de Pegaso (classic)

Mensaje por Devil Sáb Ene 25 2014, 18:23

**Del otro lado del a caverna, un cosmos letal hizo acto de presencia: Dohko de Libra volvía para increpar, una vez más, la actuación de Pegaso. Tras increparle que era un llorón, aparte de un traidor al Santuario, el anciano tigre se alejo, dándole la espalda a Ral y alejándose por el pasadizo por el cual había llegado. No le ofreció perdón alguno, ni le dio una sola palabra de consuelo, tan solo le advirtió que esta sería su última oportunidad. Y lo dejo envuelto en tinieblas.

Ral tardo unos segundos en darse cuenta de que Dohko se estaba alejando. Cuando levanto la vista, no encontró al tigre. Se levanto suavemente, y se dirigió al pasillo por el cual Dohko había abandonado el recinto, pero, tras un momento de duda, tomo otra decisión... y se encamino hacia la abertura por la cual había entrado en un principio: No caminaría por el Santuario hasta hacerse merecedor de ser llamado "Caballero". Viviría en las afueras, protegiendo la entrada del Santuario de cualquier enemigo, y cumpliendo las misiones que le encarguen, aun a coste de su vida.

Fuera del cabo Sunion, se encamino hacia el bosque vecino al Santuario, dispuesto a iniciar su vida de nuevo, intentando, no olvidar sus pecados pasados, si no, curar las heridas que dejo con su huida**


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