La Piedad de los Dioses
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La Piedad de los Dioses
Tipo de rol: Coherente.
Lugar Principal: Olimpo / El Planeta Tierra.
Lugar Principal: Olimpo / El Planeta Tierra.
Personajes:
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Hades (Presley)
VS
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Zeus (Yue)
Yue- APRENDIZ
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Localización : Santuario
Re: La Piedad de los Dioses
**Era un día caluroso, en lo más alto del Monte Olimpo. El mitológico, claro, no el terrestre. A Zeus no le gustaba en absoluto que ambos fuesen comparados. El Monte Olimpo de los humanos era una alta montaña sobre la cual se podía ver parte de las grandes e inmensas nubles. Bueno, eso si la niebla bajaba sobre la Tierra. En cambio, el verdadero Olimpo era una pequeña ciudad (apenas un poblado) de casas doradas y cubiertas de toda clase de objetos preciosos sobre las nubes, desde el cual los Dioses observaban los movimientos de los humanos que habían sido creados por su interés y curiosidad. Gran parte de los Dioses detestaban a aquella raza mortal: eran fáciles de corromper, bipolares y además, si se les clavaba cualquier tipo de objeto punzante en el corazón, morían. Aquello no era más que la mayor de las debilidades. Como si fuera poco, los humanos plegaban a los Dioses súplicas, deseos y alabanzas, como si ellos fuesen a ayudarles en lo que fuese. Pf, menudo par de ingenuos... Ellos y los animales que eran sacrificados en honores a los Dioses. Sólo de pensarlo, al Dios del Olimpo Zeus le entraban náuseas. **
**Se giró y examinó el lugar en el que se encontraba: un largo pero estrecho balcón en su Templo. No era muy grande, pero Zeus se daba por satisfecho: era tranquilo y nadie lo molestaba ya que ni el su hermano Poseidón se atrevía a entrar sin permiso. Se levantó y sonrió: en aquel momento, le tocaba reunión con los demás Dioses. En el Olimpo, lo que los humanos llamaban "hora" no existía: un dios no necesitaba cifras para recordar cuándo ir a lo que se ha propuesto. Un Dios sabía dónde ir, y no lo olvidaba. Sopló: no le apetecía realmente ver a los demás. Los Dioses no solían faltar a las reuniones, y tampoco le gustaría que aquello sucediese, pero no le apetecía ver la cara de nadie. El único que todavía le placía era Poseidón y porque era su hermano. El Dios de los Mares, cargo que obtuvo de Zeus tras la caída de los Titanes, había ayudado a su hermano tanto como Hades lo había hecho, y aún así, se sentía culpable... Hades había recibido un mundo sin vida, pero tal vez aquello le gustase. Zeus conocía a su hermano mejor que nadie, y era alguien sádico. **
**Caminó: no solía hacerlo. Casi siempre, se limitaba a usar sus poderes para llegar al instante adonde fuese, pero en aquel instante, quería tardar en llegar. No le apetecía en absoluto charlar con tanta gente. Pero aún así, se obligó a continuar y, por fin, llegó a la extensa Sala Central. La Cima más alta del Monte Olimpo estaba compuesta por Tres Templos: uno a la izquierda, uno a la derecha y uno al centro. Detrás del del centro, liado con los otros dos por un camino de gemas, yacía un pequeño suelo cubierto por un techo. El pequeño iba en comparación con los tres templos, ya que, la Sala, en sí misma, era enorme: extensa, lo suficiente para formar un gran círculo de doce placas doradas sobre las cuales se sentaban los Dioses. Una de las placas era, en realidad, un trono dorado: el de Zeus. No le gustaba sentarse allí, pero al mismo tiempo, se veía obligado: sentarse en un lugar diferente a sus hermanos era arrogancia, pero sabía que estaba obligado. **
**Una vez se sentó sobre su trono, se apoyó sobre su mano derecha, la cual cerró para formar su poderoso puño. Dijo las típicas palabras que se dicen para abrir un Consejo o una Reunión Importante tal y como siempre se había hecho. Aunque no le apetecía estar allí, sabía que la situación urgía con sólo ver el rostro de los allí presentes: Helios estaba inquieto, y no paraba de acariciarse el cabello; Atenea sonreía a su padre, quien la había creado de su ojo, pero no dejaba de bajar la mirada, así dejando claro que algo no iba bien; en cambio, Ares, Dios de la Guerra, y Hermes, el Mensajero del Olimpo que se había creado una gran *Prostituta*ón en el lugar, parecían bastante tranquilos y, de hecho, contentos. Resumiendo: la situación no era en absoluto buena. **
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Aunque no os guste aceptarlo, Dioses del Olimpo, sabéis muy bien qué es lo que sucede: muchos estarán de acuerdo conmigo en que la Humanidad necesita ayuda ahora. Otros, estarán de acuerdo con el hecho de que la Tierra debe ser devastada. Y es hoy cuando decidiremos si ayudarlos o no: sabéis quién ha invadido la Tierra, ¿verdad? -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Los Titanes han regresado, ¿me equivoco? Eso lo sabemos todos. ¿O tal vez mi buen amigo Zeus no estuviese al corriente todavía? -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - No tolero ningún tipo de burlas, Apolo, aunque seas tú. Ni a mi propio hermano. ¡Y mucho menos nos conviene comenzar *Prostituta* ahora! ¡Tenemos que decidir el futuro de la humanidad! ¡Si no los ayudamos, los Titanes vendrán al Olimpo con mayor poder! ¡Pueden fortalecerse allí! ¿Qué haremos?... -
**Se giró y examinó el lugar en el que se encontraba: un largo pero estrecho balcón en su Templo. No era muy grande, pero Zeus se daba por satisfecho: era tranquilo y nadie lo molestaba ya que ni el su hermano Poseidón se atrevía a entrar sin permiso. Se levantó y sonrió: en aquel momento, le tocaba reunión con los demás Dioses. En el Olimpo, lo que los humanos llamaban "hora" no existía: un dios no necesitaba cifras para recordar cuándo ir a lo que se ha propuesto. Un Dios sabía dónde ir, y no lo olvidaba. Sopló: no le apetecía realmente ver a los demás. Los Dioses no solían faltar a las reuniones, y tampoco le gustaría que aquello sucediese, pero no le apetecía ver la cara de nadie. El único que todavía le placía era Poseidón y porque era su hermano. El Dios de los Mares, cargo que obtuvo de Zeus tras la caída de los Titanes, había ayudado a su hermano tanto como Hades lo había hecho, y aún así, se sentía culpable... Hades había recibido un mundo sin vida, pero tal vez aquello le gustase. Zeus conocía a su hermano mejor que nadie, y era alguien sádico. **
**Caminó: no solía hacerlo. Casi siempre, se limitaba a usar sus poderes para llegar al instante adonde fuese, pero en aquel instante, quería tardar en llegar. No le apetecía en absoluto charlar con tanta gente. Pero aún así, se obligó a continuar y, por fin, llegó a la extensa Sala Central. La Cima más alta del Monte Olimpo estaba compuesta por Tres Templos: uno a la izquierda, uno a la derecha y uno al centro. Detrás del del centro, liado con los otros dos por un camino de gemas, yacía un pequeño suelo cubierto por un techo. El pequeño iba en comparación con los tres templos, ya que, la Sala, en sí misma, era enorme: extensa, lo suficiente para formar un gran círculo de doce placas doradas sobre las cuales se sentaban los Dioses. Una de las placas era, en realidad, un trono dorado: el de Zeus. No le gustaba sentarse allí, pero al mismo tiempo, se veía obligado: sentarse en un lugar diferente a sus hermanos era arrogancia, pero sabía que estaba obligado. **
**Una vez se sentó sobre su trono, se apoyó sobre su mano derecha, la cual cerró para formar su poderoso puño. Dijo las típicas palabras que se dicen para abrir un Consejo o una Reunión Importante tal y como siempre se había hecho. Aunque no le apetecía estar allí, sabía que la situación urgía con sólo ver el rostro de los allí presentes: Helios estaba inquieto, y no paraba de acariciarse el cabello; Atenea sonreía a su padre, quien la había creado de su ojo, pero no dejaba de bajar la mirada, así dejando claro que algo no iba bien; en cambio, Ares, Dios de la Guerra, y Hermes, el Mensajero del Olimpo que se había creado una gran *Prostituta*ón en el lugar, parecían bastante tranquilos y, de hecho, contentos. Resumiendo: la situación no era en absoluto buena. **
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Yue- APRENDIZ
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