Rol coherente: Crecer
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Rol coherente: Crecer
por Nerdko Jue Nov 28 2013, 20:07
"Coherente"
Personajes: Varios, no digo nombres para no spoilear la trama. Del foro, solo yo
Tiempo: Futuro, hablando del pasado, relato junto a una hoguera a mis discípulos.
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Última edición por Nerdko el Jue Nov 28 2013, 20:14, editado 1 vez
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Re: Rol coherente: Crecer
por Nerdko Jue Nov 28 2013, 20:12
**Hacía meses que mi entrenamiento con el Patriarca Ichann había tenido lugar en su terreno personal. Desde entonces tengo este trozo de papel, es un papiro sucio, pero tiene escrito con sangre una palabra en un idioma que no hablo. La forma de las letras me hace pensar en un idioma como el alemán o el ruso, pero mi situación actual me mantiene alejado de la gente. Parecerá raro, como un hombre capaz de controlar el fuego, con la fuerza para saltar dos o tres pisos y caer de cinco o seis puede sentirse derrotado, pero así estaba.
Sentía que en la frente cargaba la marca pesada del perdedor, en cada sombra me parecía escuchar a Falkon riéndose de mí. En sueños Daniela aparecía jugando conmigo cual muñeco de trapo, despedazándome con la mirada, diciendo lo patético que era. Despertaba gritando todas las noches, solo, sin el confort de mi esposa para nublar mi propia debilidad. Perdía los días uno tras otro postrado en cama, observando el techo de mármol opaco de mi habitación, en una pequeña cama matrimonial y con solo una cajonera para mis prendas de ropa. Junto a la cama descansaba la majestuosa caja de pandora que contiene la armadura de la llama; cubierta de polvo pues ni siquiera le dedico unos minutos a limpiarla.
Cuando me decidía a salir y tomar un baño, me dirigía al bosque del Santuario. Es un lugar muy bello, con árboles altos de copas amplias y hojas medianas que crean un espectáculo de luz hipnotizarte con el paso del astro solar por el cielo, como estrellas perforadas en el techo, danzando lentamente sobre la carpeta de césped fino y corto, con la ocasional participación de los animales silvestres; que otrora se convertirían en mi comida, pero mi depresión me tenía comiendo solo frutos y raíces. Matar conlleva usar mi fuerza, y eso conlleva quemar cosmos, aunque sea un poco… lo suficiente para traer los recuerdos. Mientras frotaba mi cuerpo en las cristalinas aguas del río próximo, sentía las marcas y cicatrices de los enfrentamientos, algunos de enemigos como Kals y Dinho, otros de aliados como Ral y Presley; la rabia se apoderaba de mi mente y el agua sufría las consecuencias, peces flotaban panza arriba, hervidos en el agua en la que viven, a causa de mi temperatura extrema, incontrolable. La gente de rodorio se quejaba conmigo por esa situación, pero el daño en mi alma no me permitía ni explicar las cosas, ni dejar de hacerlas.
Los desayunos se tornaron fríos, si intentaba usar fogatas, el sonido de la madera al quemarse traía el doloroso recuerdo de los huesos quebrándose, el calor de mis propios ataques y, por ende, las múltiples derrotas.
Apreciaba el entrenamiento con el maestro Ichann, y esperaba que eso fuese suficiente para mejorar, pero no era lo suficientemente rápido para mí, o por lo menos, en ese momento sentía que me alejaba más y más de la meta.**
Sentía que en la frente cargaba la marca pesada del perdedor, en cada sombra me parecía escuchar a Falkon riéndose de mí. En sueños Daniela aparecía jugando conmigo cual muñeco de trapo, despedazándome con la mirada, diciendo lo patético que era. Despertaba gritando todas las noches, solo, sin el confort de mi esposa para nublar mi propia debilidad. Perdía los días uno tras otro postrado en cama, observando el techo de mármol opaco de mi habitación, en una pequeña cama matrimonial y con solo una cajonera para mis prendas de ropa. Junto a la cama descansaba la majestuosa caja de pandora que contiene la armadura de la llama; cubierta de polvo pues ni siquiera le dedico unos minutos a limpiarla.
Cuando me decidía a salir y tomar un baño, me dirigía al bosque del Santuario. Es un lugar muy bello, con árboles altos de copas amplias y hojas medianas que crean un espectáculo de luz hipnotizarte con el paso del astro solar por el cielo, como estrellas perforadas en el techo, danzando lentamente sobre la carpeta de césped fino y corto, con la ocasional participación de los animales silvestres; que otrora se convertirían en mi comida, pero mi depresión me tenía comiendo solo frutos y raíces. Matar conlleva usar mi fuerza, y eso conlleva quemar cosmos, aunque sea un poco… lo suficiente para traer los recuerdos. Mientras frotaba mi cuerpo en las cristalinas aguas del río próximo, sentía las marcas y cicatrices de los enfrentamientos, algunos de enemigos como Kals y Dinho, otros de aliados como Ral y Presley; la rabia se apoderaba de mi mente y el agua sufría las consecuencias, peces flotaban panza arriba, hervidos en el agua en la que viven, a causa de mi temperatura extrema, incontrolable. La gente de rodorio se quejaba conmigo por esa situación, pero el daño en mi alma no me permitía ni explicar las cosas, ni dejar de hacerlas.
Los desayunos se tornaron fríos, si intentaba usar fogatas, el sonido de la madera al quemarse traía el doloroso recuerdo de los huesos quebrándose, el calor de mis propios ataques y, por ende, las múltiples derrotas.
Apreciaba el entrenamiento con el maestro Ichann, y esperaba que eso fuese suficiente para mejorar, pero no era lo suficientemente rápido para mí, o por lo menos, en ese momento sentía que me alejaba más y más de la meta.**
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Re: Rol coherente: Crecer
por Nerdko Jue Nov 28 2013, 20:19
**Una noche, cuando desperté de mis pesadillas habituales, encontré al pie de mi cama un mapa de Euro-Asia; al parecer, se había desprendido del atlas viejo que encontré perdido entre mis aposentos; en él, los nombres venían escritos en otro idioma, además del español. Lo levanté y doblé, colocándolo sobre la mesa y volviendo a la cama, sin darle mucha importancia. El dolor de cabeza perforaba mi ser, casi sentía como si el cráneo se abriese cual nuez en cascanueces. Intenté en vano volver a brazos de Morfeo, como si el mismo dios del sueño me lo prohibiese, permanecí con los ojos cerrados horas, sin dormir ni una sola vez, girando en mis aposentos una y otra vez hasta que abrí los ojos y me levanté de nuevo.
Un paso se sentía frío, con la textura normal del suelo de mi templo, el otro parecía estar sobe papel, pero no estaba de humor para revisarlo. Caminé hasta el inodoro, regué las margaritas y miré en el espejo sobre el lavabo. La barba crecida mostraba los rasgos inequívocos de tener espacios sin vello facial, como un muchacho de secundaria que entra en la pubertad. Se sentía como lija al tacto, no era tan larga, pues siempre me ah crecido poco. Mi cabello en cambio ya cubría mis ojos, no lo había arreglado desde que entré al santuario, me gustaba como cubría mis orejas en un estilo Beatles, pero daba una apariencia sucia incluso cuando lo peinaba. Volví a la cama, a seguir mi infructuosa lucha contra las sabanas.
En el primer movimiento la hoja se desprendió de mi pie, el sonido del papel deslizándose sobre piedra torturó mis oídos cual guitarra desafinada. Me levanté fúrico, dispuesto a levantar el papel eh incinerarlo por molestarme en mi precario estado, pero al sentirlo en la mano me di cuenta que se trataba de aquel papiro, el hallado dentro de la caja de mis cigarros. Las marcas se habían tornado oscuras y un olor fétido provenía de las mismas. La sangre se había podrido al fin.
Solo oler el tabaco y la sangre me recorría el sufrimiento y el dolor todos los nervios… La cuenta del hospital recortó mis fondos que ya eran precarios, dejándome con apenas suficiente para solventar el mantenimiento de mi hogar, dejé de enviar dinero a casa, del poco que conseguía haciendo pequeños trabajos en los pueblos cercanos. Reparaba electrónica, hacía algunos trabajos de electricidad y también me rentaba como guardaespaldas. Desde que me sumí en mi alcoba no había realizado ninguna de esas acciones, y mi cuerpo comenzaba a deteriorarse de la falta de ejercicio.
Sostenía el papelillo mientras daba pequeños pasos en círculo, decidiendo el destino de aquel objeto manchado. Estudiaba su significado, desconocía lo que estaba escrito en él, para mí bien podría ser un dibujo o un insulto. Lo giré en muchas direcciones intentando que creara alguna figura entendible, sin resultado.
Froté mis dedos, generando algo de calor, para ver si aparecía mas texto, nada. Una marca oscura se formó bajo mis yemas, mas no creó ninguna reacción aparente. Volví a la cama, dejando el papiro dentro de la cajetilla, sobre la mesa de noche. Continué mi batalla personal contra el insomnio, hasta entradas las 3 de la mañana, cuando entre quejidos y azotes de sábana escuché junto a mi cama.**
-¿Acaso tengo que sacaros a patadas de la cama pequeño?-
**No estaba seguro si la voz estaba en mi cabeza o en mis oídos, pero su tono grave y solemne me dejó estupefacto, sin aliento, simplemente escudriñé con la vista cada rincón, buscando quién sería aquel que hablaba, al no ver nada, me envolví de nuevo entre sábanas.**
-¡Levantad os digo!-
Un paso se sentía frío, con la textura normal del suelo de mi templo, el otro parecía estar sobe papel, pero no estaba de humor para revisarlo. Caminé hasta el inodoro, regué las margaritas y miré en el espejo sobre el lavabo. La barba crecida mostraba los rasgos inequívocos de tener espacios sin vello facial, como un muchacho de secundaria que entra en la pubertad. Se sentía como lija al tacto, no era tan larga, pues siempre me ah crecido poco. Mi cabello en cambio ya cubría mis ojos, no lo había arreglado desde que entré al santuario, me gustaba como cubría mis orejas en un estilo Beatles, pero daba una apariencia sucia incluso cuando lo peinaba. Volví a la cama, a seguir mi infructuosa lucha contra las sabanas.
En el primer movimiento la hoja se desprendió de mi pie, el sonido del papel deslizándose sobre piedra torturó mis oídos cual guitarra desafinada. Me levanté fúrico, dispuesto a levantar el papel eh incinerarlo por molestarme en mi precario estado, pero al sentirlo en la mano me di cuenta que se trataba de aquel papiro, el hallado dentro de la caja de mis cigarros. Las marcas se habían tornado oscuras y un olor fétido provenía de las mismas. La sangre se había podrido al fin.
Solo oler el tabaco y la sangre me recorría el sufrimiento y el dolor todos los nervios… La cuenta del hospital recortó mis fondos que ya eran precarios, dejándome con apenas suficiente para solventar el mantenimiento de mi hogar, dejé de enviar dinero a casa, del poco que conseguía haciendo pequeños trabajos en los pueblos cercanos. Reparaba electrónica, hacía algunos trabajos de electricidad y también me rentaba como guardaespaldas. Desde que me sumí en mi alcoba no había realizado ninguna de esas acciones, y mi cuerpo comenzaba a deteriorarse de la falta de ejercicio.
Sostenía el papelillo mientras daba pequeños pasos en círculo, decidiendo el destino de aquel objeto manchado. Estudiaba su significado, desconocía lo que estaba escrito en él, para mí bien podría ser un dibujo o un insulto. Lo giré en muchas direcciones intentando que creara alguna figura entendible, sin resultado.
Froté mis dedos, generando algo de calor, para ver si aparecía mas texto, nada. Una marca oscura se formó bajo mis yemas, mas no creó ninguna reacción aparente. Volví a la cama, dejando el papiro dentro de la cajetilla, sobre la mesa de noche. Continué mi batalla personal contra el insomnio, hasta entradas las 3 de la mañana, cuando entre quejidos y azotes de sábana escuché junto a mi cama.**
-¿Acaso tengo que sacaros a patadas de la cama pequeño?-
**No estaba seguro si la voz estaba en mi cabeza o en mis oídos, pero su tono grave y solemne me dejó estupefacto, sin aliento, simplemente escudriñé con la vista cada rincón, buscando quién sería aquel que hablaba, al no ver nada, me envolví de nuevo entre sábanas.**
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