Peticiòn de armadura: Pegaso Negro

HISTORIA:



Crixus nació en un pequeño pueblo de Francia solamente conocido por haber dado al mundo algunos grandes guerreros en épocas muy lejanas, de las cuales el tiempo había sido capaz de borrar los recuerdos más reales, dejando únicamente historias fantasiosas de antaño, sin embargo era costumbre para los nacidos en aquel lugar ser criados como guerreros y tomar la espada desde muy temprana edad, lo cual hacia natural en ellos el crecer con un espíritu desafiante. Su padre era un gran guerrero y pronto Crixus siguió sus pasos ganando gran habilidad con la espada gracias a la instrucción de su progenitor y de este modo fueron pasando los años durante los cuales se hizo cada vez más fuerte, veloz, alto y valiente.

Por otra parte estaba su hermano Nícola quien tenía cinco años menos que él y no había sido adiestrado en las artes bélicas por orden directa de su mismo padre a fin de resguardarlo de una vida tormentosa y darle un mejor futuro. En cambio, era instruido en otras artes referentes a las estrellas y la lectura de las mismas. Aun en contra de aquella orden, Crixus entrenaba a Nícola en secreto con la idea de fortalecerlo y erradicar de su ser tan vulnerable apariencia, con lo que se creó entre ellos un fuerte lazo de hermandad y amistad difíciles de ver en la actualidad.

Una noche, a la edad de 19 años, Crixus entrenaba en el bosque junto con su hermano cuando un grupo de lo que parecieron guerreros apareció de la nada y comenzó a destruir su pueblo natal incendiándolo todo y masacrando a todos y cada uno de los que se iban interponiendo en su camino. No importó cuanta ferocidad mostraron para defenderse, las espadas no lograban superar aquella terrible fuerza con la que había llegado el enemigo. Parecía que iban tras de algo, pero era imposible entender lo que decían. Fue entonces que Crixus ocultó a su hermano en el bosque con la intensión de ir a enfrentarlos, pero esa decisión cambiaría su vida para siempre...

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-Mirándolo a los ojos mientras lo abandonaba en aquel bosque, las únicas palabras que salieron de mi boca fueron "Juro que volveré a buscarte", pero era evidente que ambos dudábamos que eso fuera a suceder. Nícola era bastante más listo que yo y sin embargo solo sonrió mientras las lágrimas caían por sus mejillas tratando de engañar a la razón en busca de una fe ciega en su hermano mayor. En el fondo ambos sabíamos que sería imposible regresar, pero se lo había jurado y nunca había faltado a mi palabra.-

-Apartando de él mi mirada, corrí tan rápido que mis pies parecían guiados por la ligereza de un intrépido lobo, como ese que llevaba en mi brazo por ser esta la marca de mi familia. Era muy corta la distancia entre el bosque y la entrada del pueblo, pero justo al llegar, quise que el trayecto hubiera sido eterno. Mis ojos no daban fe a la imagen frente a ellos. Mi padre, el mejor guerrero que había conocido, estaba postrado de rodillas frente a un enemigo cuya túnica impedía ver claramente su rostro. Los otros junto a él parecían demonios venidos del mismísimo infierno con ropajes extraños que atemorizarían al más temerario luchador. Estaba a punto de ser decapitado y aunque quise blandir mi espada contra ellos, una sensación de miedo indescriptible se apoderó de mi al punto de mantenerme totalmente inmovilizado para ver cómo era arrancada la vida de su ser. Junto a él mi madre lloraba desconsolada pero en un simple segundo su llanto se vio detenido por un ligero movimiento de uno de esos individuos. Claramente no era rival para ellos, pero al ver tan horrible suceso mi cuerpo comenzó a moverse con la furia de una bestia deseosa de sangre. Una serie de golpes erráticos precedieron a una ráfaga de golpes más precisos, hasta que uno de ellos acertó impactando el objetivo. Una leve sonrisa apareció en mi rostro, pero tan rápido como llegó se desvaneció al ver mi espada quebrarse al contacto con aquellos oscuros ropajes. Ya no quedaba nada y sus golpes en mi cuerpo fueron la respuesta a tal ofensa. Huesos rotos y sangre por doquier hacían del escenario un lugar dantesco, pero no tendría la suerte de morir para acortar mi agonía. Fui apresado y torturado día tras noche en un lugar desconocido. Pronto perdí la cuenta de los meses y así pasarían tal vez años sin que se me permitiera ver la luz del sol, pero ese tiempo me permitió saber el motivo de su llegada a mi pueblo y qué era eso que buscaban tan desesperadamente. Buscaban a un joven destinado a guiar una legión de guerreros bendecidos por las llamas infernales, capaz de llevar la tierra a su destrucción y aunque su sangre era casualmente la misma que la mía, rápidamente supieron que no era yo a quien necesitaban. Ese descubrimiento lo hicieron casi a la semana de mi llegada, pero al perder la pista del joven prodigio y saber que yo era desechable, no tuvieron mejor diversión que atormentarme hasta superar límites insospechados. -

-Mi cuerpo era ya perseguido por los buitres quien ni siquiera tenían la decencia de esperar a que fuera exhalado mi último aliento y entonces pasó lo más inesperado. Me ofrecieron un trato, pero no cualquier trato. Mi vida dependía de ello y mi misión era traer a ese que portaba mi misma sangre como último miembro vivo de mi familia. -

-Yo ya no sentía ser yo, pero el recuerdo de mi hermano aun yacía dentro de mi latente en una promesa sin cumplir. Tendría la oportunidad de volverlo a ver pero sería solamente para entregarlo a nuestros enemigos, de lo contrario yo moriría y aunque miles de ideas cruzaron por mi mente, creo que hice la elección correcta. Pedí una espada como condición principal para dar captura a mi hermano, pero fue muy corto el tiempo que pude sostenerla entre mis manos, ya que el frío acero atravesó mi propia carne en un acto suicida. Mi estómago había sido perforado y de mi boca brotaba tanta sangre como de la de ellos injurias. Nunca esperaron eso y ahora ya no tenían nada que hacer en ese lugar, por lo que desaparecieron casi al instante dejandome a mi suerte. Una que ya estaba escrita...-

-Mis ojos ya no tenían claridad y mi cuerpo permanecía en el suelo ya falto de dolor por la gran pérdida de sangre. Era un muerto que no sabía que lo estaba y entre mis desvaríos un lobo negro de ojos grises se acercaba lentamente. Tal vez era solo una ilusión, pero lo siguiente que recuerdo es despertar en este lugar...-

Un anciano se levantó de una silla y mirando al joven que narraba con tristeza su aventura dijo suavemente -Debes ser especial para alguien chico. La persona que te trajo y te dejó a mi cuidado es alguien importante. - El anciano se paró junto a la ventana y su incompleta dentadura dejó ver lo que parecía ser una sonrisa. Era él quien había cuidado de las graves heridas de Crixus, pero su verdadera historia no había hecho más que comenzar...