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Orfeo de la Lira

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Orfeo de la Lira Empty Orfeo de la Lira

Mensaje por TuRco-SaMa Dom Feb 13 2011, 23:36

FICHA TECNICA

Nombre: Orfeo
Edad: 21 años
Estatura: 1,79 m
Peso: 63 Kg
Origen: Atenas,Grecia
Lugar de Entrenamiento: Santuario

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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 01:08




Aquel que dijo que “El arte de la música es el que más cercano se hallade las lágrimas y los recuerdos” estaba totalmente en lo cierto. A través de lamúsica, se puede expresar abiertamente lo que el corazón oculta, la música regocija el alma aunque esta esté quebrada en pedazos, es la música, lo que permite a los humanos liberarse de sus
penurias, apaciguando la tristeza, y llevando calma a cada uno de sus sentidos.

El protagonista del siguiente relato, es un joven niño, de unos aproximados seis años, que se encuentra solo en el cruel mundo de
los humanos. Miseria, hambre, tristeza, desolación son solo algunos de lossentimientos que invaden su pequeño ser. Refugiado en una diminuta estructura de palos y telas, ruega que la lluvia que helaba sus huesos se detenga.
Los suburbios desolados de la ciudad de Atenas eran el crudo paisaje de su sufrimiento, demostrado por las silenciosas lágrimas de rabia que recorrían suavemente sus mejillas y se confundían con aquella lluvia invernal. ¿Por qué? ¿Por qué sus padres lo habían abandonado a su suerte? ¿Por qué su estómago gruñía desesperadamente por comida? ¿Por qué siendo tan joven la vida lo había golpeado tan duro? Eran respuestas que no tenían una respuesta inmediata, el tiempo sería el único capaz de responderlas, o tal vez no.
Orfeo de la Lira LluviaCiudad



Su cuerpo no podía soportar más el frio, su tez pálida acentuaba aún más de lo normal, sus maravillosos y en aquel momento mojados, ojos azules. Ojos que nunca brillaron, que nunca habían reflejado felicidad, aunque sea por un pequeño instante. Una tibia melodía comenzó a rondar en su cabeza, no sabía que significaba, pero esa melodía era la que lo ayudaba en los
momentos difíciles desde que tuvo memoria, y lo empujaba a seguir a adelante.
Eran notas que danzaban en armonía y que llenaban su espíritu y le daban una inconfundible sensación de calidez y paz.
La cortina de lluvia no dejaba ver más allá de un par de centímetros, pero el pequeño pudo observar la sombra que se acercaba a su asentamiento era una figura encapuchada que enfilaba directamente hacia él, sus pasos no dudaban un solo momento, eran firmes y conscientes. El temor del niño crecía cada vez más, al mismo momento que la música lo tranquilizaba. Con
confianza la persona en frente de él se puso en cuclillas, a aquel hombre le dio mucha lastima ver a un niño en tal estado, mojado, llorando, atemorizado como un pequeño cachorro.
Levanto su capucha gris y dejo ver su rostro hermoso y amigable. Una abundante y rebelde cabellera castaña decorada por una
banda gastada y de color rojo decoraban su cabeza, unos ojos marrones que emanaban el brillo que los del niño habían perdido. Amistoso y risueño, sonrió al sufrido ser humano que tenía en frente

-No te la debes estar pasando muy bien aquí eh?,hace mucho frio. Mi nombre es Aioros, cómo te llamas hijo?

El niño solo se limitó a mirar a los ojos a aquel hombre, al verse reflejado en sus pupilas supo que esa persona no le haría
daño, que podía confiar en él, aunque solo hayan pasado unos segundos desde que había entrado en su vida. Tímido aún, tomo suavemente la mano extendida del muchacho que se la ofrecía con afecto.

-Está bien si no me quieres decir tu nombre, debes tener mucho hambre como para hablar, jeje. Te sacaré de aquí y nos iremos a un lugar cálido y con suficiente comida. ¿Te agrada la idea? Veo que sí. Anda,
vamos!-


Una tibia sonrisa se dibujó en los labios del niño de pelo azulado que con la ayuda del aquel hombre llamado Aioros, salió de su
pequeño refugio. Su mano se aferró a la de él y sus tristes ojos azules buscaban la mirada del hombre.

-Estamos un poco lejos para que ambos vayamos caminando, seguramente en mi brazos, el viaje para ti será más que tranquilo- Sonrió el joven Aioros al pequeño que, con los brazos estirados, demostraba la falta de afecto que tenía. El muchacho lo envolvió en sus brazos y lo tapó con parte de su capa, y así emprendió su rumbo bajo la tormenta. Lentamente los ojos del
infante se cerraban, y arropado por el calor del pecho de Aioros, se sumió en un sueño reparador.
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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 01:49




El sonido de la puerta lo despertó de aquel hermoso
sueño, una liviana sabana de seda cubría su cuerpo y una gran frazada de lana
lo abrigaba del frio. Levanto el cuerpo de un movimiento rápido y se quedó
sentado sobre el suave colchón, observando detenidamente todo a su alrededor.
La rusticidad del ambiente le daba cierto aire de familiaridad y calidez, los
muebles de madera, claramente hechos a mano sin barnizar; unas pocas pinturas
que cubrían parte de la pared de adoquines; al costado de su cama una pequeña
mesa de luz desvencijada, con una vela cansada de arder toda la noche.



Se levantó de la cama y sus piernas dejaron atrás
el calor de las sabanas. Un pequeño resplandor dorado apartó su vista de la
ventana, que mostraba un cielo gris y con aroma a lluvia. Sobre la cajonera se
encontraba algo, camino hacia ella, haciendo crujir las maderas del suelo tras
cada paso. Se detuvo y la observo fijamente: era una flecha dorada, la tomo
tímidamente entre sus manos, y al entrar en contacto con ella, lo invadió la
paz y la misma sensación que lo invadían cada vez que escuchaba la melodía de
su cabeza.



De repente la puerta se abrió, y el niño dejo caer
la flecha al suelo atemorizado. Quien había entrado en la habitación, era
Aioros, pero se veía diferente desde la última vez que lo había visto.





Orfeo de la Lira 05
Una pechera de cuero cubría su pecho, finalizando
en un cinturón negro con incrustaciones de color plata, pantalones gastados de
algodón azul y botas ceñidas completaban su atuendo, sin mencionar las
hombreras y los protectores. Toda esta vestimenta le daba un aspecto rudo y
salvaje, diferente a la de aquel hombre que había conocido el día anterior. Se
mostraba transpirado, salvaje, con signos de cansancio, pero sin embargo, sonrió
y le hablo de la mejor forma al niño.



-No deberías jugar con eso, es algo peligroso para
un niño como tú. Recién vengo de entrenar y estoy cansado, creo que un desayuno
no nos vendría mal a ninguno de los dos-



Aioros recogió la flecha del suelo y la coloco de
nuevo en su lugar, revolvió los azulados cabellos del pequeño, que con una tímida
sonrisa acepto la invitación del dueño de casa.



Caminaron hacia la cocina, donde un viejo
refrigerador se destacaba por encima de los demás elementos. Tanto como por su imponente
altura como por el engorroso ruido que producía. El joven Aioros tomo dos
piezas de carne, cebollas y demás cosas y se puso a cocinar en la destartalada
cocina bajo la mirada curiosa de su pequeño invitado.



El niño no recordaba la última vez que un alimento
caliente había pasado por su boca, con rapidez y regocijo, devoró su porción en
muy poco tiempo.



-Pensé que te habían comido la lengua los ratones,
pero por como atacaste esa carne, veo que estaba equivocado jaja. Eres muy tímido,
crees que algún día podrás decirme al menos tu nombre?- sonrió el joven de
cabello castaño al niño



El muchachito desvió la mirada hacía el enorme
plato de loza vacío, el cual poseía un grabado que mostraba doce templos
alrededor del borde, y en el centro, la estatua de una mujer con un escudo en
la mano izquierda y una mujer amas pequeña en la alma se du mano derecha.



-Veo que no hay respuesta, pero sabes algo? La
voluntad de los humanos, es la fuerza más grande que puede existir en esta
Tierra. Cuando una persona se propone algo, no importa las veces que falle,
algún día lo logrará. Mi propósito será que algún día me hables! Jajaja Pero si
no quieres hablar conmigo, puedes hacerlo con mi hermano Aioria que tiene tu
misma edad, al menos eso creo.-



El niño seguía aun sin contestar, y así siguió por
un largo tiempo. Cada tanto, Aioros lo llevaba a recorrer el Santuario de
Athena, donde muchos jóvenes entrenaban para volverse caballeros. Sangre y
sudor eran moneda corriente en aquellos días, combates constantes ponían a
prueba el físico y la mente de los adolescentes que peleaban salvajemente por
una armadura.







La armadura es el ropaje que visten los guerreros
de la diosa Athena, diosa de la guerra y la sabiduría. Cada uno de estos
ropajes, representa una de las 88 constelaciones que se alzan en el firmamento,
y se clasifican en diferentes rangos: oro, plata y bronce. Aquellos dignos de
vestir una armadura de oro, eran los 12 elegidos, los 12 caballeros mas fuertes
de todo el ejercito y custodiaban los templos aledaños a al templo de Athena.



Aioria, el hermano pequeño de Aioros, estaba
entrenando duramente para convertirse en el caballero dorado de Leo, poseía un
maestro con una fuerza tan grande como su corazón. El pequeño leoncillo y el
niño de la calle no se llevaban del todo bien, a pesar del esfuerzo de Aioros
para que el niño socialice, este no pronunciaba palabra; esto desilusionaba la
pequeño Aioria que se sentía burlado cada vez que hablaba con aquel extraño y
no recibía contestación alguna



-Deberías de sacártelo de encima hermano, no habla,
solo vagabundea por el santuario y vive de flojo todo el día. Por qué lo tienes
con nosotros?-



- Porque he visto gran poder en él, solo hace falta
que lo despierte, se que tarde o temprano se convertirá en un caballero. Además
necesita un poco de afecto, no tiene a nadie en el mundo, nosotros al menos nos
tenemos el uno al otro, pero él no tiene a nadie-



A veces Aioros salía a caminar por las noches con
el niño, y charlaba con el, contándole sobre su vida, sobre como era vivir en
el santuario y las responsabilidades que eso conlleva. A menudo se topaban con
un hombre robusto, de tez morena y cabellos blancos, que era bastante divertido
y grande como un oso. El niño disfrutaba sentarse sobre los amplios hombros de
Aldebarán y recorrer el santuario junto a quien lo rescato del pequeño infierno
que estaba viviendo. Había cambiado mucho en seis meses, sentía que había
encontrado su lugar, donde lo trataban bien y les caía simpático a la mayoría,
ya que cuando andaba en solitario siempre era saludado por algún caballero o algún
aprendiz escurridizo de su entrenamiento. Sin embargo, seguía sin hablar por
motivos que su propia razón no podía comprender.
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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 13:45

Orfeo de la Lira Ydipksnz-1271545270-bg
Cierto día el niño se encontraba sentado en la puerta de la precaria pero confortable casa de adobe. El sol de la siesta golpeaba su cara y la suave ventisca lo refrescaba, se encontraba muy a gusto. La casa se encontraba a unos escasos metros de un camino de tierra zigzagueante que conducía a Rodorio, un pueblo cercano al santuario. A lo lejos consiguió ver cuatro sombras que se acercaban pero no les presto demasiada atención, y siguió inmerso en sus pensamientos, hasta que una vocecilla lo despertó de ese pequeño trance.

-Hola! No sabes si esta es la casa del señor Aioros?-


El joven de ojos azules levanto la vista y vio a tres mujeres, todas llevaban vestidos cortos, propios de la primavera, sus cabellos estaban adornados con flores, y sus piernas delicadas eran acariciadas por el sol. Dos de ellas tenían una cabellera color castaño, larga hasta la cintura, y la que le había hablado era rubia, un rubio esplendido que brillaba con fulgor bajo el toque del astro rey; también llevaba un paquete en las manos, envuelto en papel celofán color rojo y con un moño celeste hecho a mano y que denotaba mucho trabajo. Pero la muchacha no tenía solamente eso, una niña estaba escondida a sus espaldas y se aferraba fuertemente de su vestido. Movió la cabeza levemente lo suficiente para ver al niño, y rápidamente y con las mejillas ruborizadas volvió a esconderse tras la espalda de su hermana.

El gesto del niño le indico a la joven rubia que en efecto, ese era el hogar del caballero de Sagitario. La muchacha sonrió y le entregó el paquete que era un poco pesado y tenía el tamaño de un pequeño jarrón. La cabecilla rubia de la niña volvió a asomarse y a esconderse por la cadera de su hermana.

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-Pareces alguien de confianza, si te dejo este paquete se lo entregas al señor Aioros?
Es un regalo de parte de sus admiradoras, lo hemos visto entrar muchas veces
aquí- al pronunciar estas palabras, las demás chicas del grupo esbozaron una
sonrisa picaresca.

-Dile que es de parte de sus admiradoras de Rodorio, para el caballero más hermoso del
santuario. Creo que tú serás hermoso como el cuando pasen un poco los años jiji eres muy bonito. Tenemos que irnos antes de que nos pillen los guardias, espero que el caballero reciba nuestro obsequio! Adiós!-

A las apuradas, las cuatro muchachas se fueron alejando por el camino mientras el niño quedo algo sorprendió con el paquete en sus manos. Al llegar Aioros a su hogar, observo el bulto sobre la pequeña mesa de la cocina. Inútil fue que pregunte al niño de donde había salido eso, ya que no recibió respuesta. Algo ansioso, como un niño en su cumpleaños, se dispuso a abrir el paquete. Una hermosa lira roja salió de él, la tomo entre sus manos y la examino detalladamente. Los ojos del niño se abrieron en sorpresa al ver el instrumento, qedó maravillado, su forma, su color intenso, el brillo de las cuerdas, lo habían enamorado

-Una lira! Y se ve que es de muy buena calidad, el lutier que hizo esto, estuvo bastante tiempo seguro. Es una lástima que no sepa tocarla, pero como dicen, nunca es tarde para aprender jeje!- Dijo Aioros observando su regalo. Giró la cabeza y vio la expresión de deseo en la cara del niño, y extendió el instrumento hacia el con una gran sonrisa.

-Puedo prestártela si quieres, no tengo problemas. Si quieres aprender a tocar, un dia de estos podríamos conseguir algún músico en la ciudad para que te enseñe-

El niño tomo con admiración el instrumento, lo sostuvo entre sus manos unos segundos con una alegría enorme, luego se sentó sobre la cama y comenzó a tocar.


Una danza totalmente armónica de notas se alzó desde la lira interpretada por el niño quien con los ojos cerrados solo tocaba y contagiaba su paz a su alrededor. La música era digna del paraíso, Aioros atónito observaba como su protegido interpretaba con tanta maestría aquellas melodías. La música comenzaba a crecer y ramificarse por todo el santuario, al mismo tiempo que un aura azul comenzaba a rodear el cuerpo del pequeño. Desde los campos de entrenamiento hasta las doce casas, desde la zona residencial hasta el pueblo cercano de Rodorio. Todos detuvieron sus actividades para apreciar la suave melodía ejecutada por el niño.

-Aioros..- el niño abrió los ojos azules que brillaban con fulgor y miró al joven frente a el.
- Te agradezco mucho lo que has hecho por mí, mi nombre es Orfeo-
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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 13:54



Luego de aquel suceso Orfeo ya no se comportaba como antes, caminaba por el santuario tocando la lira y conversando con algún que otro santo o aprendiz que se cruzara en su camino. Era sabido por todos, que aquel niño poseia un don indiscutible, ya que con solo seis años podía ejecutar melodías perfectas que
aun a los mejores músicos les daban algún que otro dolor de cabeza, sin haber tenido experiencia antes. No había duda de que el era el elegido para portar la armadura de la lira.

El tocar la lira no solo lo reconfortaba a el y a sus oyentes, sino que despertaba el enorme cosmo residente en el, que era grande como el de los caballeros dorados y con un potencial gigantesco digno de admirar. Cada dai el cosmo del pequeño Orfeo crecía mas y su música maravillaba a santos, aprendices y ciudadanos por igual.
Cuando la reencarnación de Athena llego por fin al santuario, fue el en persona quien se
encargo de recibirla a pura música junto con los once caballeros dorados y el
sumo Pontífice.

Orfeo era el ser mas feliz que podía encontrarse en el santuario, y contagiaba su alegría
a todos aquellos que lo rodeaban. Sin embargo, aquella nefasta noche cambio su vida.

El revuelo en el santuario era tremendo, las estrellas brillaban de un modo mas
opaco, como anunciándole la tragedia que se avecinaba. Orfeo no había visto a
Aioros desde las cinco de la tarde cuando se retiró a su entrenamiento. Ya
habían pasado seis horas, el y Aioria se encontraban en la pequeña casa. Era
tal la preocupación del niño por aquel hombre, que con todo afecto y bondad lo
acogió como alguien mas de la familia, que en medio de la oscura noche salio a
buscarlo.

Soldados y caballeros se encontraban a las corridas, en busca de un traidor que iban
gritando a viva voz. Buscó a su maestro durante toda la noche, desesperado con
su lira en la mano, hasta que luego de horas de intensa búsqueda pudo
encontrarlo.


Orfeo de la Lira Aioros2
Moribundo, cubierto de polvo y sangre, tirado entre las ruinas situadas a kilómetros del
santuario, se allaba el agonizante Aioros. Su armadura no se encontraba con el,
segurmanet hab{ia sido atacado entre muchos y a traición. Inevitable fue que
Orfeo se quiebre y comience a llorar desconsoladamente al saber que no podía
hacer anda por la persona que mas amaba.



-Orfeo… calmate por favor. Lo mio no tiene solución, estoy en mis últimos instantes. El
patriarca no es quien crees, es un ser vil y horrible que ha atentado contra
Athena, pero ella esta segura ahora.- la voz apenas audibles del caballero de
Sagitario se iba apgando a cada palabra producto del dolor.



- Athena? Donde está la bebé? Que pasa con el Patriarca?- pregunto Orfeo exaltado entre
sollozos



- No puedo responder a tantas preguntas, el tiempo
que me queda es poco, cuando crezcas te darás cuenta por ti mismo- Aioros giro
la cabeza y miro con ternura a su portegido, sus ojos vidriosos al borde del
llanto demostraban no solo su dolor físico sino solo su dolor emocional. Las
lagrimas silenciosas seguían corriendo a través de la mejilla de Orfeo, que
sentía como su mundo se venia abajo.



- Tengo fe en que serás un gran caballero, por eso mismo, quiero pedirte un favor. Este
dolor insoportable que quema mi cuerpo, quiero que con tu lira lo cures- El
joven caballero esbozo una sonrisa triste de dientes ensangrentados, y miró a
las estrellas del cielo con la mirada perdida.


Sin mediar palabras, Orfeo tomo su lira y comenzó a tocar una triste melodía “Death
Trip Serenate” que fue sumiendo al santo de oro en la muerte mas calma y
hermosa. El sonido de la lira inundo los sentidos de Aioros, y lo lleno de una
paz que suplanto el ardiente dolor que lo poseía, con un ultimo suspiro, el
caballero entregó su alma a la muerte.

-Gracias Orfeo..- fue el silbido del viento una vez que el niño completo su triste
melodía.

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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 14:08



Desde aquel hecho, todo fue diferente, el niño era solo una sombra de lo que antes había sido, y ahora se la pasaba vagabundeando por el pueblo, tocando melodías tristes con su lira que maravillaban y a la vez ensombrecían a las personas. A través de la música, expresaba a gritos lo que su alma callaba.
Los años fueron pasando y Orfeo crecio. Se convirtió en el caballero de la lira por el designio del destino, y hab{ia desarrollado un cosmo tan imponenete como el de los caballeros dorados. Su sombra apenas se veía en el santuario, excepto en aquellos días en que daba un pequeño concierto al patriarca y a los once santos guardianes de los templos.
Fue en un paseo solitario por Rodorio cuando diviso a aquella hermosa dama, de figura escultural, cabellos rubios y ojos negros sin comparación. Su sonrisa perfecta enamoró locamente al caballero de Plata, quien armado de coraje se animo a hablarle.
A partir de ese momento, Orfeo sintió que volvia a vivir, la muchacha llamada Euridice, había traido a legr{ia a su trste y ensombrecida vida, le había devuelto el alma al cuerpo. La voz dulce de ella y la música de el, hacían un duo perfecto digno de admirar. En poco tiempo se enamoraron perdidamente uno del otro, un amor puro y sin limites.
Solian pasar todo el dia y la noche juntos, a tal punto que Orfeo había olvidado su deber para con Athena y el santuario. El amor de Euridice embriago su corazón y se impregno en todo su cuerpo luego de tantas noches juntos a la luz de la luna y las estrellas. La tierna voz de Euridice, su amor y su calor, repararon el alma destruida de Orfeo debido a los golpes de la vida. Cada abrazo, cada beso, cada caricia los enamoraba mas, y al son de la lira de Plata se juraron amor eterno
-Orfeo quiero que siempre estes a mi lado, quiero maravillarme con el sonido de tu arpa por toda la eternidad…- a menudo era lo que Euridice decía a Orfeo, quien con todo el amor del mundo contestaba que diempre estar{ia a su lado, y tocaria las mejores melodías para ella, incluso mas alla de la muerte.

Orfeo de la Lira 269qs3
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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 14:28








Cierta
mañana, cuando Orfeo se dirigía dar su concierto habitual al Patriarca, llego
mas temprano de lo esperado. A través del enorme pasillo, donde sus pasos
retumbaban pudo escuchar una discusión. Alguien estaba en la recamara del
Patriarca. Nadie se encontraba allí más que Orfeo, que tratando de no hacer
ruido, se dispuso a escuchar la agitada conversación



- Eres un inútil, no pudiste
deshacerte de Athena en su momento, en un par de años Hades despertará y
volveremos a estar en guerra!-



- El que no supo deshacerse
de Athena eres tú, no soporto más vivir así! Quiero terminar con esta vida
inmunda, en mis manos se encuentra la sangre de mucha gente inocente que por tu
culpa he pisoteado hasta llegar a aquí!-



- No es mi problema, tu
fuerza de voluntad es patética, sabes que siempre he sido el lado más fuerte!
Ahora estas débil, puedo destrozar tu subconsciente!-



Al
escuchar tales palabras, Orfeo se apresuró en la habitación para salvar al sumo
Pontifice de aquella persona que pretendía asesinarlo



-No
permitiré que dañes al Patriar…- el grito de Orfeo se vio cortado por su misma
sorpresa, en la recamara solo se encontraba el pontífice, de rodillas en el
suelo, agarrando su cabeza. Ya no portaba el casco característico, y dejaba ver
una melena azulada que cambiaba constantemente su color a gris.


Orfeo de la Lira Image17%5B1%5D



Al ver su
rostro, Orfeo lo reconoció al instante y un escalofrío recorrió su espalda.



-Tu
eres.. el caballero de Géminis! Saga! Eres un traidor, has asesinado al
Patriarca! No mereces el honor de ser un santo de Athena!- Un cosmo blanco
comenzó a rodear al santo de Plata.



El
caballero de Geminis se irguió y agitando su melena gris, contesto desafiante
al joven Orfeo



-Solo al
Patriarca? Varios santos en tu misma posición, que han descubierto la verdad,
han muerto en mis manos directa o indirectamente. También casi tomo la vida de
Athena, pero, no me fue posible, sin embargo tome otra a cambio! Jajajajajaja-



Una
rápida conexión en la mente de Orfeo le permitió darse cuenta sobre quien
cargaba el peso de la muerte de Aioros. Arles, el lado malvado del caballero de
Geminis había gobernado el santuario durante ocho años, engañando a todos. La
ira de Orfeo era incomparable, y empezó a tocar la lira al tiempo en que su
cosmo se encendía hasta el séptimo sentido.



-Con eso
no me asustas! Tu música puede ser muy bella y tu cosmo muy potente pero no podrás
ganarle al poder de un santo dorado.- Exclamo Arles. Un aura dorada y maligna
ilumino la habitación al momento en que se confundía con nebulosas que se
parecían al espacio exterior.



- Viaja
al otro mundo con la explosión de Galaxias!-



- Musical
Defense!- Una melodía hermosa anulo por completo el ataque de Arles, evaporando
las esferas de energía en suavemente en el aire. Hilos finos de cosmo
semejantes a las cuerdas de la lira se apresuraron sobre el falso Pontífice.


Orfeo de la Lira Concentrarssrpg09


- Ahora,
cobraré venganza sobre la muerte de Aioros, del Patriarca, y de todos los
nobles que han muerto por tu causa diabólica!- La voz de Orfeo, su música y su
cosmo demostraban el odio que sentía en esos momentos.



Con una
rápida maniobra, Arles deshizo sus ataduras, menos una, y con un movimiento de
su mano se transporto a un lugar lejano. Lo que el caballero de géminis no
noto, fue que aun quedaba una de las cuerdas en su cintura, por ende Orfeo fue
transportado en el remolino de luz.



Ambos,
traidor y caballero, aparecieron frente a Euridice, quien se encontraba en las
ruinas esperando a observar las estrellas con su amado. Una ráfaga de luz
dorada, seguida de un grito de dolor anunciaron la violenta muerte de la
muchacha. Al ver a la persona que tanto amaba Orfeo estallo en ira y libero su
cosmo más allá del séptimo sentido. Al ver el poder de fuerza que poseía Orfeo,
Arles no dudo en actuar. Señaló con su dedo índice al joven santo e plata y un rayo
finísimo color dorado los unió.

Orfeo de la Lira Satan+imperial


El cosmo
de Orfeo ceso, y cayó de rodillas al suelo, junto al cadáver de su amada, con
la mirada perdida en el infinito.



-Estas
bajo mi satán imperial, Orfeo de la Lira, Santo de Athena. Euridice ha sido
picada por una serpiente venenosa, y la mas demasiado como para dejarla ir! Levántate
caballero de la Lira! Tu mente ha olvidado todo lo que paso! Debes ir a buscar
el alma de tu amada Euridice en el inframundo, donde reina el señor Hades. Si
tocas la lira para él, seguramente cederá y como soy una persona bondadosa te
facilitare el camino-




Preso de una ceguera infundida por el satán imperial, Orfeo
levanto su cosmo despertando el octavo sentido de su conciencia, y luego fue
enviado hacia el infierno a través de la otra dimensión.



Orfeo de la Lira Tech-Saga-AnotherDimension
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Mensaje por TuRco-SaMa Mar Feb 15 2011, 14:42

Orfeo de la Lira Giudecca

Luego de
esto, Orfeo despertó en el inframundo, a las puertas de un enorme castillo
blanco. Una inscripción en letras griegas mostraba el nombre de aquel lúgubre
lugar: Giudecca.



Estaba
nada más y nada menos que ante el palacio del rey del Inframundo, la octava
prisión. Un solo objetivo se ubicaba en la cabeza del caballero de Plata, qe
estaba varado en aquel valle de sufrimiento sin luz del sol.



Se adentró
en el oscuro palacio y llego hasta el vestíbulo, pudo sentir la presencia de
Hades, maligna y fría. Peor esto no le importó, estaba dispuesto a llevarse a
Euridice consigo hacia la superficie.



Se
arrodillo sobre la enorme escalinata que daba al aposento de Hades, y comenzó a
tocar una melodía hermosamente triste, al mismo tiempo en el que le solicitaba volver
a tener el alma de su amada. Su cuerpo no le importaba, al menos deseaba tener
el espíritu de Eurdice para que lo acompañe durante su vida.



El rey Hades,
al escuchar tales notas impregnadas en belleza y tristeza, cedió a entregarle
el alma de la joven al caballero de plata. Enseguida, dentro del vestíbulo, apareció
la muchacha de cabello rubio, gritando el nombre de Orfeo, y ambos se sumieron
en un abrazo lleno de felicidad.



Pandora,
sirviente fiel de Hades que observaba desde la oscuridad detuvo a Orfeo antes
de que se vaya.



-Orfeo,
tienes una condición para llevarte a Euridice. En el camino desde la octava prisión
hacia la superficie, no deberás mirar hacia atrás, sino tu deseo no volverá a
ser concedido nunca mas-



Orfeo
aceptó el trato y juro que nunca olvidaría la bondad del Señor Hdes, y junto
con su amada marcharon fuera del castillo hacia el mundo de los humanos.



El corazón
de Orfeo latía con fuerza, la felicidad lo desbordaba, por fin iba a cumplir
con su más grande anhelo; tener a su amada junto a él por toda la eternidad.
Luego de caminar un par de horas a través del inframundo, un gran resplandor
semejante a la luz del sol se elevó en el cielo rojo del infierno. Ilusionado,
Orfeo confundió este con la salida hacia la superficie, y por instinto, dio
vuelta su cabeza para mirar a Euridice.
Orfeo de la Lira ORFEO_LYRA_by_goforwardgenjyo


Las
facciones de su rostro se transformaron y su corazón se quebró de tristeza, al
ver a su amada petrificada por debajo de los hombros, con una mirada triste y
desolada. Había perdido su única oportunidad, y no puedo evitar que se le cayeran
un par de lágrimas. A pesar de la adversidad, Orfeo prometió a Euridice estar
con ella por toda la eternidad.



Elevando
su cosmo, llevo la pseudo estatua de su esposa hacia un campo de flores cercano
a la segunda prisión, y allí fue donde Orfeo se quedó, haciendo compañía a la
persona que más amó en este mundo, deleitándola con el sonido de su lira.



Muchos
años pasaron hasta aquel día en que el cosmo cálido de su niñez lo envolvió de
nuevo, era el inconfundible cosmo de la diosa Athena que lo incitó a investigar
que estaba sucediendo en la segunda prisión del inframundo…



Orfeo de la Lira Orfeo-Eurydice11



FINALIZACION



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