Elpidios del Altar
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Elpidios del Altar
Bueno, como ya ven voy a ser el caballero de Plata del Altar. Si bien este caballero aparece en mi fic y lucha contra Deimos, no se sabe practicamente nada de su pasado y eso es en lo que me enfocaré
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Re: Elpidios del Altar
Elpidios, Caballero de Plata del Altar |
Nombre:Elpidios Fecha de nacimiento*: 17 de julio de1976Edad al tiempo de mi fic: 18 años Lugar de nacimiento: Argentina Altura: 1,81 m Peso: 53 Kg Grupo sanguíneo: A Lugar de entrenamiento: Santuario de Atenas, Grecia Maestro: Shiryu, caballero dorado de Libra Ataques: "Golpe de las siete estrellas" , "Celestial Offering" (Ofrenda celestial) "Seiki SHiki Mekai Ha" (Ondas infernales)ExcaliburDescripcion Fisica: |
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Re: Elpidios del Altar
El olor a carne asada impreganaba la cocina del pequeño departamento.. La lluvia y el viento golpeaban ruidosamente las ventanas creando una extraña melodía. La madre se alejo del horno frotando sus manos en el delantal blanco mate, y se asomó a la ventana.
Un escalofrio la recorrio desde la cabeza hasta la punta de los pies al ver como un Ford Falcon color verde oscuro se estacionaba en la puerta del edificio donde vivian. Al ver bajar a un uniformado del coche, el pánico la apresó y en lo unico que alcanzo a pensar fue en sus dos hijos. Corrió hacia la habitacion de los niños y los miró con ternura. Sabía que era la última vez que vería a sus hijos de cinco y dos años.
Los abrazó y los beso con la dulzura que solo una madre puede dar, mientras las lágrimas se derramaban de sus ojos.
Madre: Chicos, vamos a jugar un juego. Ahora vienen unos amigos de mamá, escóndanse hasta que no escuchen más ruidos. Entonces ustedes salen y los sorprenden si? Los amo.
Elpidios: Si mamá! Nosotros también te queremos!!
Madre: Ahora escondanse bajo la cama y no salgan hasta que no escuchan mas ruidos.
Los pequeños se metieron bajo la cama y la madre comenzó a acumular juguetes, zapatillas y ropa para tratar de ocultar la presencia de los infantes.
Madre: recuerden, no salgan!.
Un ruido seco indicó que la puerta principal había sido violentada. El caos reinó en el pequeño departamento durante más de media hora, pero para los niños, todo era parte del juego. Una vez que dejaron de escuchar voces, Elpidios decidió salir de su escondite. Abrió la puerta de la habitacion y corrio por el pasillo que conectaba el sector de habitaciones con la cocina.
La situacion era impactante, y a pesar de su corta edad, Elpidios pudo darse cuenta de lo que sucedía. Los muebles corridos, papeles en el suelo, vasos rotos y esporádicas manchas de sangre le hicieron comprender que no vería a su madre nunca mas. No pudo aguantar y comenzó a llorar desconsoladamente. Su pequeño hermano, Osis, llegó al lugar dando tumbos debido a que aún no sabía caminar muy bien.
Osis tironeó suavemente de la remera gris de Elpidios y preguntó
Osis: mamá?
Elpidios(secandose las lágrimas): Mama ya viene...
Se dispusieron a comer la carne que había quedado en el horno que estaba a medio cocinar. Parecian dos animales abandonados, ya que ni siquiera podían cortar la carne con un cuchillo. Eran dos cachorros abandonados, el nefasto sistema les había arrebatado a su madre.
Esa tarde lluviosa, Elpidios la pasó jugando con su hermano, tratando de que no note la ausencia de su madre, pero era cada vez mas dificil hacerlo debido a las preguntas constantes del pequeño Osis.
De pronto, alguien llegó. El corazon de Elpidios se paralizó del miedo: ¿Acaso serían los mismo hombres que secuestraron a su madre y venían por ellos?¿Serán ladrones que vieron salir a su madre y venían a robar sus pertenencias?
Sea quien sea, ahora el era el hombre de la casa y debía proteger a toda costa a su hermanito menor, quien jugaba contento con los autos de madera que su padre le había hecho.
Elpidios salió con temor de su cuarto y al ver a aquel hombre solo corrio a abrazarlo. No pudo evitar el llanto desconsolado al estar en contacto con el hermano de su madre. El pequeño de largos cabellos no podía articular palabras.
Se sorprendio al sentir una gota cayendo sobre su cabeza, levantó la vista y vio por primera vez en su vida, como aquel hombre rudo estaba llorando.
*****************************
Dos dias mas tarde, Elpidios, Osis y su tío estaban en el puerto de Buenos Aires. Los pequeños estaba tan abrigados con camperas, bufandas, gorros y guantes que solo se podian ver sus ojos. Cada uno cargaba una pequeña mochila roja bastante sucia y en mal estado, al igual que la mayoria de sus ropas.
Su tío, Eduardo no era muy alto. Apenas medía un metro setenta, pero tenia un cuerpo casi escultural que se encontraba en perfecto estado. Su edad oscilaba entre los 30 y 40 años, pero parecía mucho mas viejo debido a varias cicatrices que tenia en su rostro.
Si bien era hermano de la madre de los pequeños, no se parecía en nada a ella, solamente en los hermosos ojos color miel que ambos poseían.
Lentamente el precario barco pesquero llegó al puerto y los tres ingresaron. Elpidios y Osis oían a su tio hablar con uno de los hombres del barco, pero no podían entender en que idioma hablaban.
Dando una última vista a su ciudad natal, los pequeños emprendieron un viaje hacia un destino incierto.
Grandes tormentas y vendavales azotaron la embarcacion mientras esta navegaba en las aguas del Atántico. Hambre, sueño y sed reinaban en los pequeños tripulantes. Mientras el tiempo corria, las provisiones iban disminuyendo drásticamente, haciendo que las peleas a la hora de la cena fueran muy frecuentes. Elpidios y Osis psaban sus dias bastante alegres, aprendiendo griego de uno de los marineros llamado Nimat, jugando a los piratas con palos de escoba, aprendiendo a cocinar comidas exquisitas con pocos ingredientes junto al cocinero, aprendiendo a hacer trampas en los juegos de cartas y tambien ayudando a mantener el orden del barco. Pero durante las noches, es era casi imposible conciliar el sueño, extrañaban el dulce beso de las buenas noches, al igual que el bello canto de su madre al despertarlos.
Luego de dos semanas, finalemnte llegaron a destino: Grecia.
Eduardo, Elpidios y Osis emprendieron una larga caminata hacia un pequeño pueblo cerca del santuario de Athena, un pueblo donde el tiempo parece haberse detenido y las tecnologias post revolucion industrial no había llegado. Ni siquiera había electricidad, y los habitantes vestían ropas que hace siglos habían dejado de usarse, pero le daba un cierto aspecto encantador a esa pequeña comarca.
Se establecieron en una casa un tanto precaria al igual que las demas que la rodeaban. Una pequeña huerta se ubicaba en el patio rodeado.
Asi los tres comenzaron una vida tranquila, olvidandose de los problemas que tenía el país donde vivieron toda su vida, tratando de edejar su pasado atrás.
Los años pasaron y los niños se habían vuelto jóvenes apuestos y atléticos gracias al trabajo diario que hacían llevando grandes cantidades de verduras y frutas a los mercados de la ciudad. Cada mañana se levantaban y se alistaban para cargar pilas y pilas de cajones de madera sobre sus hombros y caminar mas de tres kilómetros hacia la ciudad.
Los ojos de Elpidios se maravillaban al ver a la hermosa muchacha que vivia tres calles hacia el norte. Cada dia que pasaban frente a su casa, ella estaba regando las flores que adornaban el frente de su vivienda. El resplandor del sol le daba un brillo incomparable a sus castaños cabellos, asi como también hacia resaltar sus ojos color miel.
Osis: Esperas que ella venga a hablarte? Sentate, porque vas a quedarte toda tu vida esperando...
Elpidios: Callate y segui caminando que no llegamos más...
Uy no pará pará...
Elpidios bajo al suelo los tres cajones de madera que llevaba bajo el hombro, dejando al descubierto ungran manchon de sangre en su remera. Esa semana habían doblegado sus esfuerzos, ya que su tio estaba enfermo y encesitaban mas dinero para poder comprarle medicamentos. El esfuerzo había dejado en malas condiciones a Elpidios. Una idea se cruzó por la mente del joven de larga cabellera.
Elpidios(con una mirada complice): Mirá esto...
El argentino se despojo de su remera dejando al descubierto la horrenda herida en su hombro derecho, y se dirigó hacia donde estaba la muchacha pidiendole un poco de agua para lavar su herida.
Asombrado, Osis vio como la muchacha mostraba preocupacion en su hermano, a tal punto que en unos minutos lo llevo a su casa, seguramente para aplicarle algun tipo de vendaje o curacion.
Osis(pensamiento): No puedo creer que lo haya hecho. Siempre me cag@ y me deja todo el trabajo a mi...
**************************
Los meses siguientes fueron magicos para Elpidios, su amistad con la muchacha emepzaba a ser cada vez mejor. Mientras ella lo veía solo como amigo, cada dia que pasaba , el iba enamorandose cada vez mas y mas de ella, sentia el latir emocionado de su corazon cada vez que la miraba a sus hermosos ojos color miel y se quedaba embelesado con su deslumbrante sonrisa. Pero le faltaba coraje para poder expresar lo que sentía.
Meses mas tarde, Eduardo falleció, dejando como última voluntad para sus sobrinos, que vayan a formarse mas alla de la montaña, donde se oculta el Santuario de Athena, del cual emergen los hombres mas fuertes de la tierra.
Haciendo caso a la voluntad de quien los habia criado, los muchachos partieron en busca del destino próspero que el hermano de su madre les había prometido.
Un escalofrio la recorrio desde la cabeza hasta la punta de los pies al ver como un Ford Falcon color verde oscuro se estacionaba en la puerta del edificio donde vivian. Al ver bajar a un uniformado del coche, el pánico la apresó y en lo unico que alcanzo a pensar fue en sus dos hijos. Corrió hacia la habitacion de los niños y los miró con ternura. Sabía que era la última vez que vería a sus hijos de cinco y dos años.
Los abrazó y los beso con la dulzura que solo una madre puede dar, mientras las lágrimas se derramaban de sus ojos.
Madre: Chicos, vamos a jugar un juego. Ahora vienen unos amigos de mamá, escóndanse hasta que no escuchen más ruidos. Entonces ustedes salen y los sorprenden si? Los amo.
Elpidios: Si mamá! Nosotros también te queremos!!
Madre: Ahora escondanse bajo la cama y no salgan hasta que no escuchan mas ruidos.
Los pequeños se metieron bajo la cama y la madre comenzó a acumular juguetes, zapatillas y ropa para tratar de ocultar la presencia de los infantes.
Madre: recuerden, no salgan!.
Un ruido seco indicó que la puerta principal había sido violentada. El caos reinó en el pequeño departamento durante más de media hora, pero para los niños, todo era parte del juego. Una vez que dejaron de escuchar voces, Elpidios decidió salir de su escondite. Abrió la puerta de la habitacion y corrio por el pasillo que conectaba el sector de habitaciones con la cocina.
La situacion era impactante, y a pesar de su corta edad, Elpidios pudo darse cuenta de lo que sucedía. Los muebles corridos, papeles en el suelo, vasos rotos y esporádicas manchas de sangre le hicieron comprender que no vería a su madre nunca mas. No pudo aguantar y comenzó a llorar desconsoladamente. Su pequeño hermano, Osis, llegó al lugar dando tumbos debido a que aún no sabía caminar muy bien.
Osis tironeó suavemente de la remera gris de Elpidios y preguntó
Osis: mamá?
Elpidios(secandose las lágrimas): Mama ya viene...
Se dispusieron a comer la carne que había quedado en el horno que estaba a medio cocinar. Parecian dos animales abandonados, ya que ni siquiera podían cortar la carne con un cuchillo. Eran dos cachorros abandonados, el nefasto sistema les había arrebatado a su madre.
Esa tarde lluviosa, Elpidios la pasó jugando con su hermano, tratando de que no note la ausencia de su madre, pero era cada vez mas dificil hacerlo debido a las preguntas constantes del pequeño Osis.
De pronto, alguien llegó. El corazon de Elpidios se paralizó del miedo: ¿Acaso serían los mismo hombres que secuestraron a su madre y venían por ellos?¿Serán ladrones que vieron salir a su madre y venían a robar sus pertenencias?
Sea quien sea, ahora el era el hombre de la casa y debía proteger a toda costa a su hermanito menor, quien jugaba contento con los autos de madera que su padre le había hecho.
Elpidios salió con temor de su cuarto y al ver a aquel hombre solo corrio a abrazarlo. No pudo evitar el llanto desconsolado al estar en contacto con el hermano de su madre. El pequeño de largos cabellos no podía articular palabras.
Se sorprendio al sentir una gota cayendo sobre su cabeza, levantó la vista y vio por primera vez en su vida, como aquel hombre rudo estaba llorando.
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Dos dias mas tarde, Elpidios, Osis y su tío estaban en el puerto de Buenos Aires. Los pequeños estaba tan abrigados con camperas, bufandas, gorros y guantes que solo se podian ver sus ojos. Cada uno cargaba una pequeña mochila roja bastante sucia y en mal estado, al igual que la mayoria de sus ropas.
Su tío, Eduardo no era muy alto. Apenas medía un metro setenta, pero tenia un cuerpo casi escultural que se encontraba en perfecto estado. Su edad oscilaba entre los 30 y 40 años, pero parecía mucho mas viejo debido a varias cicatrices que tenia en su rostro.
Si bien era hermano de la madre de los pequeños, no se parecía en nada a ella, solamente en los hermosos ojos color miel que ambos poseían.
Lentamente el precario barco pesquero llegó al puerto y los tres ingresaron. Elpidios y Osis oían a su tio hablar con uno de los hombres del barco, pero no podían entender en que idioma hablaban.
Dando una última vista a su ciudad natal, los pequeños emprendieron un viaje hacia un destino incierto.
Grandes tormentas y vendavales azotaron la embarcacion mientras esta navegaba en las aguas del Atántico. Hambre, sueño y sed reinaban en los pequeños tripulantes. Mientras el tiempo corria, las provisiones iban disminuyendo drásticamente, haciendo que las peleas a la hora de la cena fueran muy frecuentes. Elpidios y Osis psaban sus dias bastante alegres, aprendiendo griego de uno de los marineros llamado Nimat, jugando a los piratas con palos de escoba, aprendiendo a cocinar comidas exquisitas con pocos ingredientes junto al cocinero, aprendiendo a hacer trampas en los juegos de cartas y tambien ayudando a mantener el orden del barco. Pero durante las noches, es era casi imposible conciliar el sueño, extrañaban el dulce beso de las buenas noches, al igual que el bello canto de su madre al despertarlos.
Luego de dos semanas, finalemnte llegaron a destino: Grecia.
Eduardo, Elpidios y Osis emprendieron una larga caminata hacia un pequeño pueblo cerca del santuario de Athena, un pueblo donde el tiempo parece haberse detenido y las tecnologias post revolucion industrial no había llegado. Ni siquiera había electricidad, y los habitantes vestían ropas que hace siglos habían dejado de usarse, pero le daba un cierto aspecto encantador a esa pequeña comarca.
Se establecieron en una casa un tanto precaria al igual que las demas que la rodeaban. Una pequeña huerta se ubicaba en el patio rodeado.
Asi los tres comenzaron una vida tranquila, olvidandose de los problemas que tenía el país donde vivieron toda su vida, tratando de edejar su pasado atrás.
Los años pasaron y los niños se habían vuelto jóvenes apuestos y atléticos gracias al trabajo diario que hacían llevando grandes cantidades de verduras y frutas a los mercados de la ciudad. Cada mañana se levantaban y se alistaban para cargar pilas y pilas de cajones de madera sobre sus hombros y caminar mas de tres kilómetros hacia la ciudad.
Los ojos de Elpidios se maravillaban al ver a la hermosa muchacha que vivia tres calles hacia el norte. Cada dia que pasaban frente a su casa, ella estaba regando las flores que adornaban el frente de su vivienda. El resplandor del sol le daba un brillo incomparable a sus castaños cabellos, asi como también hacia resaltar sus ojos color miel.
Osis: Esperas que ella venga a hablarte? Sentate, porque vas a quedarte toda tu vida esperando...
Elpidios: Callate y segui caminando que no llegamos más...
Uy no pará pará...
Elpidios bajo al suelo los tres cajones de madera que llevaba bajo el hombro, dejando al descubierto ungran manchon de sangre en su remera. Esa semana habían doblegado sus esfuerzos, ya que su tio estaba enfermo y encesitaban mas dinero para poder comprarle medicamentos. El esfuerzo había dejado en malas condiciones a Elpidios. Una idea se cruzó por la mente del joven de larga cabellera.
Elpidios(con una mirada complice): Mirá esto...
El argentino se despojo de su remera dejando al descubierto la horrenda herida en su hombro derecho, y se dirigó hacia donde estaba la muchacha pidiendole un poco de agua para lavar su herida.
Asombrado, Osis vio como la muchacha mostraba preocupacion en su hermano, a tal punto que en unos minutos lo llevo a su casa, seguramente para aplicarle algun tipo de vendaje o curacion.
Osis(pensamiento): No puedo creer que lo haya hecho. Siempre me cag@ y me deja todo el trabajo a mi...
**************************
Los meses siguientes fueron magicos para Elpidios, su amistad con la muchacha emepzaba a ser cada vez mejor. Mientras ella lo veía solo como amigo, cada dia que pasaba , el iba enamorandose cada vez mas y mas de ella, sentia el latir emocionado de su corazon cada vez que la miraba a sus hermosos ojos color miel y se quedaba embelesado con su deslumbrante sonrisa. Pero le faltaba coraje para poder expresar lo que sentía.
Meses mas tarde, Eduardo falleció, dejando como última voluntad para sus sobrinos, que vayan a formarse mas alla de la montaña, donde se oculta el Santuario de Athena, del cual emergen los hombres mas fuertes de la tierra.
Haciendo caso a la voluntad de quien los habia criado, los muchachos partieron en busca del destino próspero que el hermano de su madre les había prometido.
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