Saint Seiya Gaiden - Tomo 3

por **Apu** Jue Feb 26 2015, 21:55

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** Bajo el cielo estrellado, en lo oscuro de la noche se distingue una minúscula sombra en la cumbre del pico más alto del santuario, un cosmo poderoso crece desde el infinito de los cielos, su poder crece el ritmo del movimiento de las estrellas. Las observa, trata de predecir sus movimientos, trata de comprender lo que ve al mismo tiempo que intenta descifrar lo que siente. Es el destino que le fue legado a shiryu hace años, pero que aún no comprende porque. El brillo plateado de la luna llena que ilumina el rostro en profunda meditación. Despojado de su máscara respira pausadamente. Esta noche, todo tiene un significado… las estrellas, sus movimientos, el aullido del viento en la cumbre de aquel lugar.

Bajando su cabeza, pareciera entrar en un momento crítico de su meditación, al tiempo que su cuerpo brilla por el sudor, producto de su cansancio. Sobre Star Hill, la constelación de géminis se posa por un instante al tiempo que el hombre levanta su cabeza hacia el cielo aún con los ojos cerrados. No se da tiempo para descansar, es como si estuviese en medio de una pelea terrible contra seres invisibles que le estuvieran atacando. Pero la fe de este hombre es grande.

Sólo se escucha un susurro de entre sus labios, que debido al eco de aquel lugar se hace imposible de entender. La luna ilumina su rostro oriental. Sus ojos rasgados se entrecierran para contemplar el acontecimiento. El mar a lo lejos es iluminado por un trueno que recorre un manto de nubes blancas, inusuales por las horas.

La armonía de la meditación del patriarca parece romperse por un momento, al tiempo que la velocidad del viento redobla haciendo que el cosmos de este elemento aumente en la tierra. La trinidad de la constelación de géminis brilla fuertemente en el cielo. Por un instante el viento dejó resonar en aquel viejo templo lo que parecía ser en llanto de un infante. Shiryu sonríe. El rito del nacimiento ha concluido. Dos almas viejas en dos nuevos cuerpos han llegado a este mundo.

Con sus manos realiza un gesto en plegaria de agradecimiento hacia los cielos. Vuelve su vista al cielo, abriendo sus ojos después de horas de meditación, observa que el brillo de la constelación de géminis es glorioso esta noche. Observa que la trinidad de esa constelación brilla alternativamente. Nadie escapa a su destino, siquiera el hombre que comanda el ejercito de un dios. No puede evitar imaginarse el futuro, el destilo de la constelación le parecía terrible. Los caminos divinos son incomprensibles, el ciclo de vida y muerte, uno tras otros, son hermanos, crueles y alegres, felices y tristes, a la vez, generosos y egoístas, pero necesarios para asegurarnos la existencia y el paso a lo nuevo… **