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La mano secreta de Roma

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Mensaje por Presley Sáb Oct 18 2014, 10:52

En algún lugar, en los confines del Imperio Romano, en el Siglo tercero antes de Cristo, un período conflictivo por los alzamientos de los bárbaros contra las fronteras romanas para poder derrocar al Cesar gobernante.
Las legiones se mantenían en pie de guerra, y un hombre que no pertenecía a ellas hacía las veces de mensajero y de guerrero escondido tras una capucha y desde las sombras.
El viaje había sido largo desde el lugar donde moraba, con rumbo a Galicia, lugar que hoy en día es llamado el país Galo, Francia. Había montado en su caballo desde hacía varios días atrás con un mensaje de suma importancia llevaba entre sus pertenencias, el cual se dirigía a la persona de Caio, el General al mando de las tropas de asedio en ese lugar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Mi nombre es Justiniano y me he dirigido hasta aquí con un mensaje para el general - Dijo con voz fuerte y llena de seguridad, mientras jalaba de las riendas de su caballo para que se detuviera junto a uno de los guardias de la entrada al campamento.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Señor, lo encontrara en la Carpa que se ubica en el centro del Campamento... - Señalo el guardia, mientras apuntaba con su dedo la dirección que debía de continuar nuestro héroe.
Justiniano desmonto su caballo, para luego atar las riendas en el amarradero. Acto seguido comenzó a caminar a paso apresurado hasta el lugar en que le habían señalado, a la carpa del centro del Campamento.
Al llegar a la entrada se pudo percatar que dos hombres armados con unas lanzas se paraban de guardia para el General Caio. Justiniano se arrodillo para luego sacar de entre sus ropas un pergamino que estaba atado por el centro con una cuerda roja, en señal de que el mensaje era enviado desde Roma por el mismísimo Cesar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Por favor, entregad esto al General Caio. Él sabrá quién soy cuando vea este mensaje - Dijo Justiniano mientras extendía el pergamino a uno de los guardias, quién recibió el escrito en sus manos para luego adentrarse en la Carpa, dejando solo a uno de los guardias en la entrada custodiando que el joven no intentase entrar.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Señor, un hombre quiere verlo... Trae un mensaje... - Señalo el guardia, mientras entregaba el pergamino al General.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Bien, háganlo pasar. Traigan comida, vino y mujeres - Dijo el General a su guardia

El guardia se dirigió entonces a la entrada de la carpa, para dar la información al joven Justiniano. Abrió la cortina de la carpa, para extender su mano hacia el joven, como si indicará que ingresara. Justiniano entonces dio un paso adelante para proceder a ingresar en la carpa. En el fondo, tras recorrer una larga alfombra roja, se encontraba un trono como si de un rey se tratará. Allí es donde el General Caio esperaba al joven, que se dirigía hasta la posición de este.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Mi señor - Dijo Justiniano mientras entregaba su arma a los guardias. Acto seguido se arrodillo ante la persona que tenía delante, para proseguir - He viajado hasta aquí desde Roma con un mensaje del mismo César. El emperador ha ordenado acabar esta cruzada contra los pueblos bárbaros de Galia, pues el imperio a sufrido demasiadas bajas en las tropas por mandar apoyo a este lugar. Los galos se han mostrado fuertes durante mucho tiempo, y es por ello que el César envía a un solo soldado más, a mí, para terminar con todo esto.

Yo, Justiniano me pongo a sus servicios General Caio, con el fin de que Galia sea arrebatada de las manos de los bárbaros y agregada como colonia a Roma - Dijo en tono seguro.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Es muy seguro de sus palabras mensajero, pues el hecho de que usted vista su armadura y porte un arma no le da mayor importancia en el ejercito romano. Solo es el chico de los recados. ¿Que sabe usted de combates con la espada, estrategia militar y otras cosas de conflictos bélicos? Si el César lo ha enviado a este lugar en soledad, de seguro no conseguiremos nada - Dijo el General con un grado de ira en sus palabras, como si desconfiara del juicio del emperador y de lo expresado por el mensajero.- Tres meses atrás, ordené una cuadrilla de avanzada con cien mil hombres, todos considerados los mejores en lo suyo, para que terminarán por tomar la cabeza del líder de los Galos, pero solo volvieron diez mil con vida. ¿Que le hace pensar que usted solo tendrá mejor suerte? Su nombre ni siquiera figura en los textos de historia militar en el imperio - Dijo en tono desafiante, como si tratará de infundar duda en los jóvenes ojos de Justiniano.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- He viajado hasta aquí desde Roma, solo acompañado de mi caballo, y no he sufrido daño alguno por el camino que esta plagado de ladrones y tropas galas. Observe mi hoja, esta cubierta de sangre por los enfrentamientos, pero aún así no estoy herido - Dijo el joven mientras bajaba su cabeza, para que la sombra de su capucha ocultará sus ojos. Solo vengo a ofrecer mi espada a su servicio, en contra de los galos con los que se le ha ordenado erradicar de estas tierras... Cuando la guerra termine, me reuniré con mi familia que me espera al interior de Roma - Dijo en tono seguro.- Que conmovedor... Desafortunadamente para tí, nunca se llevará a cabo... ¡Porque sé quién eres y quiénes son tus complices y tus protectores! ¡Yo personalmente le diré al Cesar sobre tu muerte, y luego mataré a toda tu familia con mis propias manos! - Dijo el General mientras extraía un puñal de atrás de su cintura, para luego enterrarlo debajo del brazo de Justiniano, entre la armadura que portaba este último.
El joven termino cayendo desmayado, mientras comenzaba a desangrarse en el lugar. La mirada de los guardias indicaba que el actuar del general estaba previsto, que todo estaba planeado antes de la llegada del mensajero. Justiniano estaba herido de gravedad.

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Mensaje por Presley Sáb Oct 18 2014, 22:56

Pasaron las horas, mientras Justiniano se desangraba poco a poco. Los guardias y el General Caio había abandonado a su suerte al enviado por el César en aquella carpa, cuando de pronto una horda de barbaros guerreros se abalanzó contra el puesto de avanzada romano. Eran los Galos, que entraron armados matando sin piedad a todo el que vistiera los atuendos de las tropas enviadas por el emperador de Roma.
Al cabo de un par de horas, todos en aquella guarnición había perdido la vida, pues los invasores superaron en número fácilmente a los romanos. Los cuervos poco a poco comenzaron a llegar a la zona donde la batalla tuvo lugar, para comer los cuerpos de los que terminaron pereciendo en el lugar.
Los galos comenzaron entonces a hacer un catastro de la situación, para verificar si aún quedaban soldados con vida, para terminar con las miserables vidas de los sobrevivientes.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - ¡Encontre a uno! - Grito un galo, mientras blandía su espada contra el romano, ahogando ens angre sus últimos suspiros.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - ¡Aquí hay otro! - Grito otro galo, mientras ingresaba a la carpa donde Justiniano había sido apuñalado. - ¡Muere bastardo! -
Justo en el momento en que la espada se iba a hundir en el cuerpo del enviado por César, una robusta mano detuvo a quién la blandía. - ¡Déjalo vivir! - dijo el desconocido.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - ¿Porqué? Las ordenes son claras. Sin sobrevivientes - Respondió el hombre mientras sostenía aún su espada.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - Sé cuáles son las órdenes, pero conozco a este hombre - Respondió el desconocido, mientras salía de las sombras, dejando ver su rostro. Era un hombre joven, con una barba rojiza y abundante, marcas de expresión bien formadas y profundas, un corte en la mejilla izquierda y caballo largo y rojizo. Su cuerpo era grande, parecía un gorila con el tamaño de sus brazos y su espalda y vestía pieles de animales salvajes, abrochados con los prendedores de las corazas romanas. Su torso era cubierto justamente con una de estas corazas, con una de un soldado de élite de Roma, que lo representaba a ese hombre como el líder de aquella cuadrilla de guerreros.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] - ¿Quién es este hombre? - pregunto el soldado galo
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Es un espía. Trabaja para nosotros - Respondió el hombre, cuyo rango era simil al de un Coronel. - ¡Rápido!, Llévenlo al fuerte, y trátenle esa herida -

La noche había caído cuando Justiniano había logrado despertar. Sus heridas había sido curadas por los hombres que lo habían encontrado, para luego llevarlo a un fuerte en el centro de Galia según las ordenes de aquél hombre de melena rubia y barba abundante.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- ¿Dónde...Dónde estoy? - Dijo el joven mientras yacía tendido en un montón de pieles animales con los ojos entreabertos.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Estás a salvo de peligro, Justiniano - Dijo el hombre de melena rubia, mientras se sentaba al lado de Justiniano. - ¿Sabes mi nombre? Soy el hombre con quién debías de encontrarte al llegar aquí -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- ¡¿Maximus?! - Dijo con asombro Justiniano al ver que quién había salvado su vida era el mismo que había venido buscando desde Roma, el que el César quería muerto a cualquier precio.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Así es. Soy yo. Eres muy afortunado Justiniano...otra estocada certera y tu y yo nos hubiesemos encontrado jamás -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- ¿Qué pasó? y ¿El general Caio? - Sumergido en muchas preguntas, Justiniano interrogo al hombre que se había dado a conocer como Maximus
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Fui al encuentro del puesto de avanzada de los romanos, como estaba planeado. Luchamos y ganamos la batalla, sin dejar sobrevivientes, excepto tu hermano. Lamento mucho que mis hombres te hayan herido así, es profundo, pero vivirás -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- No tienes que disculparte hermano, esta herida no vino de uno de tus hombres. La hizo el General Caio, que ahora debe estar entre cadaveres si es verdad lo que me cuentas. No sé como supo que iba a por él y que la orden que llevaba del César era robada a los soldados que en realidad iban en su auxilio. Cuando llegue al campamento Caio ya estaba esperándome. ¡Me tendió una trampa y yo caí en ella! ¿Tienes lo que he venido a buscar? -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Sí, pero te lo entregaré solo cuando estes recuperado como para cabalgar. Por lo pronto, necesitas seguir descansando -
Así pasaron un par de días, mientras Justiniano continuó en el fuerte de los Galos junto a su hermano Maximus, quién era el Coronel de las fuerzas bárbaras que combatían a los romanos, y que había sido exiliado de Roma a temprana edad por actos contra el imperio.

Pasaron los días, hasta que finalmente Justiniano pudo ponerse de pie y volver a montar en su caballo. Cabalgo junto a Maximus, hasta la orilla del río Sequana (Sena), lugar que dividía los territorios del Imperio Romano de los territorios ocupados por las fuerzas barbaras que luchaban en su contra. Aún era temprano, pero las nubes no dejaban ver la luz del sol en todo su esplendor.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Gracias por todo Maximus - Dijo Justiniano antes de intentar cruzar el río y con una sonrisa en su cara.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- No te preocupes, era mi deber, hermano - Dijo Maximus mientras miraba al horizonte sin soltar las riendas de su caballo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Cuando tu ejército llegue a mi ciudad, protégela - Dijo Justiniano antes de darse la vuelta para intentar cruzar el río.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- ¡Tienes mi palabra hermano! Haré lo que pueda para proteger Roma. Recuerda que es mi ciudad natal también. Ha llegado el momento de que vuelvas a tus cosas... Esto es lo que buscabas en estas tierras - Lanzó entonces una pequeña bolsa de cuero en las manos de Justiniano, quién recibió con la palma abierta lo que Maximus le había lanzado, para luego meterla dentro de sus pertenencías entre sus ropas. - Cuidalo bien... Es un objeto invaluable y viene de muy lejos -
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- No te preocupes, está en buenas manos - Se acerco al trote con su caballo para estrechar la mano de su hermano, al que dejaría de ver por un tiempo nuevamente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]- Estoy seguro de que es así - Dijo el pelirrubio con una sonrisa.
Justiniano entonces levanto su mano derecha, en señal de despedida, mientras su caballo galopó al borde del río Sequana, para luego adentrarse en sus heladas aguas y llegar hasta el otro lado con dirección a Roma. Tenía que informar al César sobre lo sucedido en Galia, pero antes debía poner en un lugar seguro lo que su hermano le había entregado.
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Mensaje por Presley Lun Oct 20 2014, 16:42

Roma, Capital del Imperio algunas semanas más tarde

Justiniano se encuentra montado en su caballo, mientras que desde una colina observa como el hermoso atardecer cae sobre la ciudad de Roma. Debía de dirigirse hasta un lugar seguro, donde pudiese esconder el objeto que su hermano le había entregado, por lo que decidió dirigirse hasta su casa, lugar donde su padre obtendría noticias de la misión que había realizado.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Aquí estas!, ¡Vivo!, había perdido las esperanzas de volverte a ver con vida — Dijo el anciano mientras se acercaba a la entrada a recibir a su hijo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Me alegra verte a ti también, Padre! — Dijo el joven mientras extendía sus brazos para abrazar al anciano.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — Las noticias desde Galia son trágicas. Se dice que los Galos han arrasado con todo...¡Temía no volverte a ver hijo! — Dijo el anciano preocupado por los últimos acontecimientos que se comentaban en lo largo y ancho del Imperio.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — La batalla fue dura... — Respondió el joven Justiniano con un dejo de preocupación, mientras apartaba sus brazos de los de su padre
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — Bueno hijo, ya estas en casa. Ahora comamos algo, porque debes de venir cansado de tan largo viaje. Anda a darte un baño y ya luego me dirás como te ha ido en tu expedición —

Una vez que comieron, ambos se dirigieron a un salón iluminado y que tenía varios muebles de incalculable valor adornando la vista. Se sentaron en uno de los "sillones" para que luego el padre preguntará al hijo como había ido la misión.
Justiniano entonces saco una pequeña bolsa de entre sus ropas, aquella bolsa que había sido entregada por su propio hermano antes de que ambos se separarán a la orilla del río Sequana. El anciano entonces tomo la bolsa entre sus manos, para luego dirigirse a un lugar donde esta se mantendría segura de las manos del emperador y de los traidores que atentaban cobtra el mismo César.


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — Cuentame ¿Cómo ha ido ese encuentro con tu hermano? —
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — Como dije antes, ese encuentro casí no sucede. El General Caio me apuñalo apenas tuvo oportunidad. Era como si supiera que yo no era la persona que se debía dirigir allí, como si supiera de todos planes —
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]¿Como es posible que haya sucedido eso?, ¿Fuiste cuidadoso cuando acabaste con la vida del verdadero enviado del César o es que te dejaste ver? —
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — Nada de eso, fui cuidadoso, pero es como si alguién desde dentro de nuestra orden nos haya traicionado. El General sabía bien que el mensaje que llevaba era falso y que yo no era un mensajero. Hablo de nuestra familia y de lo que hacemos ocultos en las sombras. El era una amenaza, pero mi hermano acabo con su vida —
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Mensaje por Presley Dom Oct 26 2014, 23:12

En ese momento, un grupo armado de soldados romanos llego a las dependencias de la morada de Justiniano. Golpearon las puertas desaforadamente, casi las tiran abajo con solo llamar a la puerta, hasta que finalmente una de las sirvientas abrío y pregunto que sucedía. Exhibieron así una orden firmada por el Pretor, donde se ordenaba el arresto inmediato del joven, sin detallar en los motivos de tal mandato, entonces , antes de que la mujer pudiese preguntar o quitarse de la entrada, los soldados entraron atropellando a cualquiera que se cruzará en su camino. Buscaron por todo el lugar, hasta que finalmente dieron con el en el salón.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]— ¡Justiniano, hijo de Hipolito, estas bajo arresto! — Dijo quién comandaba a los soldados romanos, mientras en su mano sostenía la orden que lo facultaba para tomar prisionero al joven.
— ¿Cuales son los cargos por los que se me acusa? — Pregunto Justiniano, mientras desenfundaba su espada.
— ¡Asesinaste a Romulus, el mensajero del César! Su cuerpo fue hayado en las cercanías de la frontera de Roma con las provincias de Galia, sin sus ropas que lo reconocen en su calidad de mensajero y sin la carta dirigida al General Caio. Además, hay soldados y comerciantes que afirman haberte visto entrar en la ciudad vestido con la capa y ornamentos propios de Romulus —
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Mensaje por Presley Sáb Nov 15 2014, 10:48

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]— ¡Agarren al traidor al César! No puede salirse con la suya y andar por las calles como un buen señor de Roma. Sus crimenes deben ser castigados con su muerte pública — Dijo de forma energica el soldado romano que lideraba la cuadrilla, mientras alzaba su espada para apuntar a Justiniano.
Los demás soldados se avalanzaron contra el joven, quién a punta de espada y movimientos rápidos y certeros evadió el ataque de sus enemigos. Dio un puñetazo a uno de los soldados, dejandolo en el suelo, mientras el otro se acerco con la intención de tumbar a Justiniano, pero este evadió el golpe de la espada echando su cuerpo atrás.
De pronto, un duro golpe en la cabeza del joven le hizo caer inconciente. Había sido golpeado por el líder de la cuadrilla, quién con la empuñadura de su espada pudo dar un golpe capaz de hacer perder el conocimiento a Justiniano. El resto de los soldados se dispezó por casa, en busca del padre del joven, Hipolito, quién era acusado de traidor como su hijo, y de conspirar contra el César y el imperio. Ambos sería juzgados y asesinados de encontrarse culpables.
— ¡Encadenenlo y luego despierten a este traidor! Debe conocer el destino que les espera a él y a su padre. Son ordenes del pretor que estos sujetos se encuentren concientes en el momento de su ejecución —
Dos horas después, el hombre que había sido expulsado de Roma, Maximus, cabalgaba a toda velocidad por las calles de la ciudadela. Se dirigía en dirección a la casa de su padre Hipolito y de su hermano Justiniano.
Al llegar al lugar pudo ver que todo estaba desierto en el lugar, las murallas manchadas de sangre y todo estaba revuelto. Una mujer casi sin vida fue la única que puydo resistir el ataque.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Justiniano! ¡Responde hermano! — Exclamo mientras caminaba por los pasillos de sangre de su antiguo hogar
— Guerrero...quienquiera que seas...has llegado demasiado tarde... — Decía la mujer, mientras la vida se le escapaba de sus ojos.
— ¿Dónde están? ¿Donde esta mi padre y mi hermano? — Dijo Maximus mientras se acercó a la mujer que  se encontraba herida de muerte.
— Se los han llevado... Escuche al centurión decir que los juzgarán públicamente... pero partieron hace dos horas...¡Nunca los alcanzarás! —
—¡Lo intentaré de igual forma! —
— Entonces ve... sabes que mi vida... se termina aquí... No pierdas más tiempo... y salva a mis señores ... — En ese momento la vida se extiguió en la mirada de la mujer, que no pudo aguantar mucho tiempo más sus heridas y terminó por fallecer en los brazos de Maximus
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Mensaje por Presley Miér Nov 19 2014, 17:46

Horas más tarde, lejos de Roma...


La tropa que había secuestrado a Justiniano cruzaba los caminos de un bosque frondoso. El Centurión montado a caballo, al costado de una carreta, donde el joven era mantenido prisionero junto a su padre, mientras en la parte delantera de la cuadrilla se ubicaba un explorador montado a caballo, que observaba los alrededores por si aparecía algún extraño que intentará liberar al traidor.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¿Porque nos llevan a Galia? — Pregunto al Centurión mientras trataba de liberarse de sus amarras
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Se nos ordenó escoltarte, no darte conversación! — Respondió algo exaltado y levantando la voz
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Estoy encadenado! ¡Al menos permitame saber cual es el proposito de viajar a Galia!
— La amenaza bárbara se ha expandido más de lo esperado, por lo que el César en pesona se ha dirigido a Galia, para poder erradicar las tropas invasoras y a sus líderes tomarlos prisioneros. Serás juzgado allí por el César, dejado en prisión mientras se exterminan las fuerzas enemigas y llevado a los juegos en Capua, una vez regresemos. Te convertirás en esclavo con mucha suerte, aunque para serte sincero, tu muerte y la de tu padre están próximas en la arena. Serás deshonrado, junto a tu padre, y deberás de luchar por tu vida contra los campeones de Capua.
— ¿Juzgado? —
— Sí, y le daremos este objeto al César, que fue guardado por tu padre con tanto recelo. Estoy seguro que estará muy interesado en él —
De pronto una gran cantidad de flechas y lanzas salieron de entre los árboles, impactando varias en los soldados y en la carreta. El centurión logro sacar su espada a tiempo para bloquear el ataque, aunque de igual forma resulto herido en el hombro, lo que le hizo tambalear sobre el caballo y finalmente caer.
Los soldados impactados cayeron muertos en un charco de sangre, mientras el explorador solo atino a lanzar un ataque desesperado contra Justiniano, pensando que lo que importaba era la vida de este y de su padre. Justo en el momento en su espada estuvo en lo alto cayó abatido por una flecha en su espalda. De entre los escondites los bárbaros salieron, para así cortar las gargantas de los romanos, quitar sus armaduras y vestirse con ellas, mientras que Justiniano y su padre no entendían nada de lo que pasaba.
— ¡No liberen a los prisioneros, nos servirá para poder acercarnos al César! Justiniano, soy Lugos, el General de esta Brigada y jefe de tu hermano. Sabíamos que tú y padre eran camaradas en la revolución contra Roma y que te tomarían prisionero al llegar hasta tu localidad de residencia, por lo que ideamos un plan para acercarnos al César, aunque he enviado a tu hermano hasta tu casa en Roma, para que te dierá un mensaje en caso de que los soldados aún no te hubiesen capturado. El artefacto que te entrego cuando os despedisteís es un artefacto de gran poder, capaz de lograr hacer que ganemos esta guerra, pero solo tu padre parece conocer sus bondades —
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Mensaje por Presley Dom Mar 08 2015, 20:14


Mientras cabalgaban hacia Galia, para ir al encuentro del César, el grupo liderado por Lugos vio columnas de humo en el horizonte. Al acercarse, distinguieron a los soldados guerreando en una llanura a lo lejos. Puñados, enormes grupos oscuros en la distancia. Vio muchos hombres, miles, que se movían rápidamente a caballo, cargando contra el enemigo, pero estaban demasiado lejos para saber si los que cargaban eran romanos o galos. Más cerca, vio las estructuras de madera de las máquinas de guerra, al menos una en llamas. El cielo se ensombreció por la lluvia de flechas de los arqueros a ambos bandos. Vio soldados de Roma a caballo con picas, y jinetes galos que hacían salidas devastadoras hacia las filas de los romanas.
Oían el ruido de la batalla: el estruendo interminable de los gritos de los vivos, que todo lo abarcaba, los chillidos de los que morían, los agudos del acero sobre el acero y los relinchos lastimeros de los caballos heridos. Comenzaron a encontrarse con animales sin jinete y cadáveres, tanto de galos como de romanos, con los brazos y las piernas extendidos en el suelo o sentados, muertos, apoyados en los árboles.
Frenaron a su montura justo a tiempo, porque de repente los arqueros galos comenzaron a aparecer en la fila de árboles que había delante de ellos, los que no reconocieron a Lugos y sus hombres por llevar armaduras romanas en lugar de sus atuendos comunes. Lugos ordeno bajar de sus caballos a sus hombres y buscar refugio en donde fuese seguro para ellos. Había por lo menos cien en total. Corrían por el camino, hacia los árboles del otro lado. Se movían rápido y se agachaban, como soldados que avanzaban a hurtadillas hacia territorio enemigo.
Los hombres de Lugos salieron corriendo también hacia los árboles, siguiendo a los arqueros a una distancia prudente. Durante unos cuantos kilómetros fueron detrás de ellos con sigilo; los sonidos de la batalla, las vibraciones, se hicieron cada vez más fuertes hasta que llegaron a una cordillera.
Ahora estaban sobre la batalla principal, que rugía a sus pies, y por un momento su magnitud le dejó sin aliento. Por todas partes —hasta donde  le alcanzaba la vista— había hombres, cadáveres, máquinas y caballos.
Como en el asedio de los puestos de avanzada en Galia, Justiniano y su padre se encontraban en medio de un conflicto fiero y salvaje, sin ningún bando propio.
Lo que tenían era una misión que proteger, debía detener a la bestia que sin darse cuenta había sido desatada, debían detener las ambiciones del César y del Imperio Romano.
A su alrededor en la cordillera también había cadáveres, como si ya hubiera habido una batalla hacía un rato. Y desde luego que la había habido: quien consiguiera la cordillera tenía la ventaja de la altura, así que era probable que se *Prostituta* despiadadamente. En efecto, mientras subían, los galos  se encontraron con la infantería y los arqueros romanos, y ambos bandos emitieron un gran grito.
Los hombres del César tenían el elemento sorpresa y la delantera, por lo que la primera oleada de su ataque dejó cadáveres de galos a su paso; algunos caían de la cima a la guerra encarnizada de abajo. Pero mientras Lugos y sus hombres observaban, agachado, los romanos se las apañaron para reagruparse y empezó el combate en serio.
Pasada la cordillera estaba el camino más seguro para ir detrás de las filas romanas, donde el César Quinto Fabio Máximo estaría situado. Y llegar hasta él era la única esperanza que tenía para detener a los romanos en el asedio a Galia. Se acercaron a la batalla y se dirigieron a su izquierda, rehuyendo a los combatientes, pero algunos galos sin saber que eran compañeros en el mismo bando se lanzaban contra los hombres de Lugos, retrasando el avance.
De repente, se oyó un grito y doce galos salieron a su encuentro con los sables levantados. Se detuvieron, pasando al frente los arqueros de Lugos, que solo se limitaron a disparar sus flechas a las piernas de los galos, para no tener que matarlos, pues eran sus propios hermanos.
Aún sobre la batalla Lugos se dio cuenta de que estaba en la cima de una colina. A cierta distancia vio el estandarte de Quinto Fabio Máximo y creyó  vislumbrar al mismo rey, sentado a horcajadas sobre su inconfundible corcel, pero ahora estaba llegando más infantería de retaguardia y se encontraron rodeados de soldados romanos, con sus armaduras de bronce, haciendo ruido, las espadas alzadas y los ojos cargados con la batalla que había debajo de sus yelmos.
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Mensaje por Presley Lun Mar 09 2015, 21:15


Su tarea era proteger a su señor y Lugos y sus hombres tenían que llegar hasta él. Durante unos largos momentos la batalla bulló. Lugos y sus hombres danzaron y corrieron, a veces hiriéndose por el camino, con su espada ensangrentada destellando, y otras veces capaz de salir a toda velocidad y acercarse cada vez más a donde podía ver a Quinto Fabio Máximo. El rey estaba en un claro. Había desmontado, sin fiarse del alboroto que se acercaba, y su escolta inmediata estaba formando un círculo a su alrededor para que no fuera un blanco fácil.
Aun luchando, agitando la espada, los hombres caían a sus pies. Con la túnica manchada de sangre romana, Lugos se libró de un ataque y pudo echar a correr, mientras los supuestos prisioneros habían sido liberados para apoyar en la terrible batalla contra Roma. Lugos vio a los tenientes del rey desenvainar las espadas, con miradas feroces bajo sus yelmos. Vio arqueros subiendo por las rocas de los alrededores, con la esperanza de encontrar una posición elevada para cargarse al intruso.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Esperad un momento —dijo Lugos a sus hombres, incluyendo a Justiniano y su padre. Justo a pocos metros de distancia, miró al rey Quinto Fabio Máximo a los ojos, incluso mientras sus hombres avanzaban—. Son palabras lo que traigo, no acero.
El rey vestía de rojo majestuoso, con un león dorado bordado en el pecho. Era el único hombre entre ellos que no sentía miedo o pánico: estaba totalmente tranquilo en medio de la batalla. Levantó un brazo y sus hombres dejaron de avanzar y la batalla murió al instante. Lugos agradeció ver a sus atacantes retroceder unos pasos y darle por fin espacio. Dejó caer el brazo que sostenía la espada.
Mientras recuperaba el aliento, levantó los hombros y los dejó caer con fuerza, y supo que todos los ojos estaban clavados en él. Todas las espadas apuntaban a su barriga; todos los arqueros lo tenían en su punto de mira. En cuanto Quinto diera la señal, caería la muerte sobre él y sus hombres.
Pero Quinto dijo:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¿Os rendís, entonces? Ya era hora.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No. Os equivocáis —dijo Lugos—.
El rey se ensombreció. Los hombres avanzaron un poco y los arqueros se tensaron.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Tenéis un traidor entre vosotros —anunció Lugos.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¿Y te ha contratado para que me mates? —Preguntó el rey—. ¿Has venido a regodearte antes de atacar? No seré tan fácil.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No sois vos al que he venido a matar, sino a él. En cuanto tomes el control de Galia, ese hombre planea matarte y apoderarse de tu reino, de todo lo que has forjado con la sangre y las lágrimas de tus soldados.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Habla, pues, para que juzgue la verdad. —El rey le hizo una señal a Lugos para que avanzara—. ¿Quién es el traidor?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Escipión, el africano.
Las cejas de Quinto se levantaron por la sorpresa.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¿Mi teniente?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Su fin es la traición —dijo Lugos sin alterarse.
Intentaba escoger sus palabras con cuidado, desesperado para evitar que se le malinterpretara. Necesitaba que el rey le creyera.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No es como lo cuenta —dijo Quinto —. Busca vengarse de vuestra gente por los estragos que causasteis en Galia, cerca del río Sequana. Y me inclino a apoyarlo. Algunos de mis mejores hombres murieron a manos de algunos de los vuestros.
A sí que Escipión ya tenía la atención del rey. Lugos respiró hondo. Lo que estaba a punto de decir podría significar su muerte inmediata.
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Mensaje por Presley Jue Mayo 07 2015, 16:39


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Fui yo el que dio la orden de que los matarán. Y por una buena razón. —Quinto frunció el entrecejo pero Lugos continuó—: Escuchadme. Romulus quería utilizar a sus soldados para tomar Galicia y todo lo que es conocido en occidente a la fuerza. Fue ayudado en esa tarea por sus lugartenientes Vitorius, Solonius, Tullius, y el más importante de ellos Claudio Glabro. Todos intentaron tomar tierras bárbaras en su propio beneficio, dejándolo a usted Imperator excluido de todos sus planes de conquista. Querían fundar un nuevo imperio llamado Roma y eliminar de la faz de la tierra la existencia del imperio que hoy gobiernas…
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡¿Esperas que me crea esa historia descabellada?! —exclamó Quinto Fabio Máximo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Conocíais a esos hombres mejor que yo. ¿De verdad os sorprende enteraros de sus malas intenciones?
Quinto pareció reflexionar un momento y luego se volvió hacia uno de los hombres que estaban a su lado, el que llevaba un casco de cara completa.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]— ¿Es eso verdad? —preguntó.
El soldado se quitó el casco y era el auténtico Escipión, el africano. Lugos le miró con un asco descarado al recordar sus crímenes. Por un instante, los dos se miraron el uno al otro. Todavía respirando con dificultad, Lugos apretó el puño. Escipión sonrió con suficiencia, con el labio levantado, y luego se volvió hacia Quinto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Mi señor... —dijo con un tono exasperado—. Es un bárbaro, el líder de ellos, el que está ante nosotros. Estas criaturas son menos honorables que el excremento de nuestros caballos. Por supuesto que no es verdad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No tengo motivos para engañaros —dijo Lugos bruscamente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Oh, claro que sí —dijo Escipión con desdén—. Tienes miedo de lo que le ocurrirá a tu pequeño poblado de gente de las cavernas.
Sonrió como si ya estuviera imaginándose la caída de Galicia.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Me preocupa la gente inocente que cae ante el yugo de Roma—replicó Lugos, líder de la resistencia contra Roma—. Si tengo que sacrificarme para que haya paz, que así sea.
Quinto los había estado observando con una expresión de desconcierto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Esta es una situación extraña. Os acusáis el uno al otro...
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—No es momento para esto —dijo Escipión—.Hizo como si se marchara, esperando, sin duda, que el asunto se hubiera terminado.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Espera, Escipión —dijo Quinto y apartó la vista de Escipión para volver a mirar a Lugos.
Con un bufido de frustración, Escipión preguntó bruscamente:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]— ¿Por qué? ¿Qué queréis? Seguro que no le creéis...
Señaló a Lugos, que vio en los ojos de Escipión que quizás el emperador Quinto tenía sus dudas. Tal vez incluso se inclinaba a creer la palabra de un bárbaro antes que la de uno de sus soldados y guardias personales. Lugos contuvo la respiración.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Es una decisión difícil —contestó el emperador — y no puedo tomarla solo. Debo dejarla en manos de los Dioses, que son más sabios que yo.—Sonrió, como si estuviera contento de haber llegado a una correcta conclusión—. Que se decida en un combate. Seguro que los Dioses apoyan a aquel cuya causa sea justa.
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Mensaje por Presley Lun Jun 29 2015, 12:17


**Lugo observó a Escipión el africano con detenimiento. Vio la expresión que reflejó el rostro del romano. Escipión sin duda recordaba la última vez que se habían encontrado, cuando venció fácilmente a Lugo, cuando aún este era un aprendiz en el manejo de las artes de la guerra y el manejo de las hachas y espadas.
Lugos estaba recordando el mismo encuentro y se decía a sí mismo que ahora era un guerrero distinto: la última vez le había perjudicado la arrogancia, el motivo por el que le había derrotado con tanta facilidad. Estaba intentando no acordarse de la gran fuerza del romano. Cómo había cogido a Lugos para tirarlo sin apenas esfuerzo, como si levantara un saco de trigo.
Aunque Escipión sí lo recordaba y se volvió hacia el emperador Quinto con la cabeza gacha en señal de aprobación**
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Si eso es lo que deseáis... —dijo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Sí.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —A sí sea. A las armas, bárbaro.
**El emperador y sus hombres de confianza se echaron a un lado mientras los miembros restantes de la escolta formaban un círculo alrededor de Lugos y el sonriente Escipión. A diferencia de Lugos, no estaba extenuado por la batalla. Llevaba armadura mientras que Lugos tan solo una túnica de pieles y cuero. No había sufrido los cortes y golpes que Lugos había recibido en su lucha. Eso lo sabía también. Mientras se ponía el casco, sabía que le sacaba ventaja en todos los aspectos**
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—A sí que —dijo provocando— nos enfrentamos una vez más. Esperemos que representes mayor desafío en esta ocasión.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No soy el hombre al que te enfrentaste tiempo atrás —dijo Lugos, levantando la espada.
**El estruendo de la gran batalla parecía ahora distante; su mundo se había reducido a nada más que aquel círculo. Solo él y Escipión**
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—A mí me pareces el mismo —dijo el africano.
**Alzó la espada para dirigirse a Lugos. En respuesta, el bárbaro hizo lo mismo. Escipión se quedó con el peso cargado sobre el pie de atrás, pues era evidente que esperaba un primer ataque por parte del bárbaro.
Pero el bárbaro presentó la primera sorpresa del duelo y permaneció inmóvil, esperando que el romano atacara primero**
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Las apariencias engañan —dijo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Cierto. Cierto — dijo con una sonrisa irónica y, al segundo siguiente, atacó y cortó fuerte con la espada.
**El bárbaro le bloqueó con la espada, pero la fuerza del golpe casi le quita la espada de la mano, pero la esquivó y saltó a un lado para intentar encontrar una vía entre los guardias de su contrincante. El sable del romano pesaba tres veces más que su propia espada, y aunque los romanos eran famosos por su dedicación al entrenamiento**
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Pronto esto habrá acabado y tu tribu de hombres cavernarios caerá —masculló, con la poderosa hoja tan cerca que Lugos oyó el silbido al pasar junto a su oreja.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Mis guerreros son más fuertes de lo que crees —respondió.
Su acero chocó una vez más.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Pronto sabremos cuál es la verdad.
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Mensaje por Presley Jue Sep 24 2015, 13:04



Escipión el africano sonrió con sorna. Pero Lugos dio un brinco. Se defendió, esquivó y desvió los golpes, abriendo cortes en Escipión y tajos en la ropa del romano, con dos o tres porrazos sensacionales en su yelmo. Luego el africano comenzó a retirarse para recuperar fuerzas, tal vez al darse cuenta de que Lugos no sería tan fácil de matar como había supuesto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Oh —dijo—. A sí que el niño ha aprendido a usar la espada.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —He practicado mucho. Tus hombres lo han podido comprobar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Fueron sacrificados por una causa mayor.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Como tú.
Escipión dio un salto hacia delante, blandiendo su gran espada y casi quitándole de la mano a Lugos la suya. Pero el bárbaro se agachó y giró con un movimiento natural para embestir con la empuñadura de su arma, lo que hizo al africano retroceder a trompicones y caer sobre sus propios pies. El aliento salió de él y lo que evitó que cayera al polvo fueron los demás romanos que formaban el círculo, que le enderezaron para que se quedara de pie, lleno de furia y respirando con dificultad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Se ha acabado la hora de los juegos! —bramó, como si al decirlo en voz alta se hiciera de algún modo realidad, y saltó hacia delante, pero ahora sin ninguna gracia. Con nada más mortal que la esperanza ciega.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Acabó hace mucho tiempo — dijo Lugos.
Iba a derrotar a Escipión el africano tanto con la mente como con la fuerza. Y mientras el romano atacaba de nuevo, aunque peor esta vez, más desesperado, Lugos le esquivó con facilidad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No sé de dónde viene tu fuerza... — dijo Escipión entre jadeos—. Debes de tener algún truco. ¿O son drogas?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Es como tu imperator ha dicho. La rectitud siempre triunfará sobre la codicia.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] — ¡Mi causa es justa! — gritó, gruñendo mientras alzaba la espada, casi tan lentamente que exasperaba.
Lugos vio las caras de sus hombres. Los vio esperar que diera el golpe definitivo.
Y lo hizo. Llevó la espada hacia el centro de la coraza que llevaba Escipión para perforar su pecho.
El africano dio un grito ahogado. Abrió mucho los ojos y la boca, y las manos fueron a la espada que le había atravesado, incluso mientras Lugos la retiraba. Una mancha roja se extendió por su túnica y su coraza, se tambaleó y cayó de rodillas. Dejó caer su espada y los brazos le colgaron.
Los ojos de Lugos fueron directos a los hombres que formaban el círculo a su alrededor. Había medio esperado que le atacaran al ver morir al Comandante de las fuerzas romanas. Pero se quedaron quietos. Más allá, Lugos vio al Imperator Quinto, con la barbilla inclinada como si el giro de los acontecimientos no hubiera hecho más que picar su curiosidad.
Lugos se agachó hacía Escipión y le sujetó con un brazo para dejarlo en el suelo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —Ya ha terminado, pues —le dijo—. Se ha puesto fin a tus planes, igual que a ti.
En respuesta, El africano se rio secamente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] —No sabes nada de mis planes —dijo—. No eres más que un títere. Te ha traicionado, chico. Igual que me ha traicionado a mí.
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Mensaje por Presley Lun Oct 05 2015, 20:36

Continuará en una segunda entrega

Por ahora, este cuento se ha terminado


Finalización
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La mano secreta de Roma Empty Re: La mano secreta de Roma

Mensaje por hellkevin Miér Oct 14 2015, 15:58

off: bien pres, la historia esta barbara, se nota que pusiste gran empeño en realizarla.



[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] introducción [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
comenzaste de manera excelente planteando los sucesos que involucraban a Justiniano junto a roma y a galia ademas de plantear un buen conflicto entre ambos bandos, por ello y por narrar de forma minuciosa y detallada tienes un : 9


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] cuerpo [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
aqui haré unas observaciones ya que cometiste varios errores de ortografía a lo largo del texto y entre otras confusiones. estos son unos ejemplos captados


observaciones:




en esta parte mencionas a un guerrero de cabello y barba rojiza,


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]



luego parece que mencionas al mismo sujeto pero esta vez pones lo siguiente, eso es lo que se da a entender.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]



otra ovserbacion es que evites repetir la misma palabra en el mismo parrafo para darle mas variedad.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]



nota: 6



[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Desenlace [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Puesto que se trata de una historia incompleta el desenlace de la misma queda inconcluso con las ultimas palabras de Escipón. nota: 7


[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] valoración

En teminos generales esta bien, tiene originalidad y potencial para mas, tan solo fijate en los errores que te marque que no son graves pero si frecuentes y eso puede perjudicar una buena historia.


Nota final: 7
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